“Todos tienen derecho a vivir cerca del río Vilnia y el río Vilnia tiene derecho a fluir cerca de todos”, dice el primer artículo de la Constitución de Užupis, un barrio de la capital de Lituania, Vilna. A pesar de que el principal río de la ciudad es el Neris, que nace en la vecina Bielorrusia, de él surge un pequeño riachuelo que da nombre a la capital lituana: el río Vilnia. En torno a su cauce, se encuentra el distrito de Užupis que significa “al otro lado del río”; un barrio que se autoproclamó independiente el 1 de abril de 1997 y, desde entonces, cuenta con su propia Constitución, su propio ejército, propio presidente e incluso bandera propia.
Unos turistas nórdicos cruzan en bici el puente que separa Vilna de la independiente Užupis y se dirigen hacia la plaza principal de este barrio-país. En ella, se encuentra la estatua de un ángel tocando una trompeta, símbolo del renacimiento de un distrito donde hace 20 años las calles estaban llenas de suciedad, sus casas deshabitadas y sus infraestructuras desmanteladas. Hasta mediados de los años 90, la ciudad de Vilna daba la espalda a este barrio en el que, debido a su pobreza y abandono, solían recaer delincuentes. En la plaza principal, hoy rodeada de restaurantes y bares, hay una pequeña fuente en la que cada 1 de abril los vecinos colocan un barril de cerveza y reparten bebida para todos los que se acercan a celebrar la independencia de Užupis, o también llamada República de los Ángeles.
Plaza principal de Užupis/ Foto: Wikicommons
En la otra orilla del río Vilnia se levanta la Academia de Arte, y desde sus ventanas los estudiantes veían aquel olvidado vecindario en el que tras la Segunda Guerra Mundial vivieron muchas familias que se dedicaban a la artesanía. A partir de la independencia de Lituania en 1990, artistas, fotógrafos, músicos y cineastas se instalaron en los edificios abandonados y comenzaron a crear lo que es hoy en día Užupis: un lugar donde refundar la sociedad.
Actualmente en esa otra orilla, antes de entrar a Užupis, un cartel avisa a curiosos y turistas de dónde están entrando. Primero, una señal de una cara sonriente les exige que allí deben ser felices. A continuación, se advierte que no pueden circular a más de 20 kilómetros por hora. Después, un símbolo del famoso cuadro de la Gioconda indica que Užupis es una ciudad artística. Por último, se advierte a todo el que cruce el puente que, si no cumplen lo anterior, corren el riesgo de ser lanzados al río.
El humor y el arte es lo que caracteriza a este pequeño barrio independiente que se ha convertido con los años en uno de los principales reclamos turísticos de Vilna. A orillas del río un grupo de jóvenes beben cerveza junto a un árbol cuyo tronco está decorado con vinilos de Eric Clapton y de grupos de los setenta. Ríen y se bañan en las aguas del Vilnia mientras cumplen con el artículo 16 de la Constitución de Užupis: “Todos tienen derecho a ser felices”. En la ribera del río una figura de Cristo con una mochila recibe a todos los mochileros que pasan por allí y junto a él, un piano roto y desafinado llama la atención de una pareja, quiénes no dudan en sacar sus móviles para fotografiar ese curioso conjunto.
Puente de entrada a Užupis/ Foto: Lucía Noguerales García
Esculturas, grafittis y plantas decoran las paredes de galerías de arte y tiendas. En un callejón cerca del río, dos turistas entran en un local para que les sellen sus pasaportes. En el edificio se mezclan idiomas y nacionalidades; personas de todo el mundo concurren en un mismo lugar haciendo caso, de nuevo, a uno de los artículos de su Constitución: “Todos tienen derecho a tener varias nacionalidades”.
En Užupis sólo se escuchan las conversaciones, el sonido del agua y los pasos de la gente sobre los adoquines del suelo. Una pareja se besa en una terraza junto al río. Artículo 6: “Todos tienen derecho a amar”. Cerca, un perro juega con el agua mientras su dueña le sigue de cerca. Artículo 11: “Todos tienen derecho a cuidar de un perro hasta que uno de los dos se muera”. En el restaurante de al lado, un hombre toca el acordeón y pone la banda sonora a esta calurosa tarde de verano. En el restaurante de al lado, dos amigas comparten conversación y una pizza. Artículo 28: “Todos pueden compartir lo que poseen”.
En los últimos años todo ha cambiado. Los más mayores ya casi no reconocen ese barrio marginal que fue Užupis y miran con buenos ojos que artistas y bohemios lo hayan restaurado y revitalizado. Užupis es ahora un lugar lleno de música, pintura, escultura, juventud, derecho, libertad. Artículo 31: “Todos tienen derecho a ser libres”.
FUENTES:
https://www.infobae.com/america/mundo/2017/04/01/cumple-20-anos-la-republica-de-uzupis-un-pais-delirante-para-todos-menos-para-sus-habitantes/
https://www.theguardian.com/travel/2000/jan/29/lithuania