Adeline Virginia Stephen nació en Londres el 25 de enero de 1882 en el seno de una familia liberal y culta. El arte, la literatura y la política fueron tres pilares fundamentales con los que Virginia convivió desde pequeña. Tenía dos hermanos y tres hermanastros, hijos del primer matrimonio de su madre. A lo largo de los años y con las cartas y diarios que la autora dejó antes de morir se ha demostrado que sufrió abusos sexuales por parte de dos de sus hermanastros en su juventud, uno de los primeros acontecimientos que marcarían su vida.
Otro de ellos sería la muerte de su madre, que dejaría en ella un estado de depresión muy constante en su vida y por lo que tuvo que pasar por varias casas de reposo, que no eran más que psiquiátricos. Un poco más tarde moriría su padre en 1905 y Virginia se trasladaría junto a su hermana Stella a Bloomsbury, un barrio al oeste de Londres. La casa se convertiría en centro de reunión de amigos de su hermano mayor, por el que pasaron figuras como el economista John Maynard Keynes o los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein.
Como se puede comprobar, muchas fueron las influencias culturales que Virginia Woolf recibió desde niña y en sus años de juventud. Captó la esencia del pensamiento del grupo de Bloombury que se aventuraba dentro de la búsqueda del placer estético e intelectual al que toda persona debía aspirar en última instancia y el inconformismo moral y político. Todo ello sería parte de sus obras novelísticas en un futuro, pero primero escribió artículos para los periódicos The Guardian y el suplemento literario de The Times. En 1908 escribiría su primera obra de teatro llamada Melymbrosia, que sería la base para su primera novela: Fin de viaje. Se casó en 1912 con el economista Leonard Woolf. Juntos fundaron la editorial Hoghart Press.
En sus obras Fin de viaje y Noche y día, Woolf intenta romper con la narrativa tradicional por la que los personajes quedan siempre subordinados al argumento o trama. Virginia comienza un tratamiento de los personajes muy singular que, aunque en un principio pasaría desapercibido para la crítica general, se haría más notable en sus futuras obras. Ocurrió con La Señora Dalloway y Alfaro, cuando introdujo formas poéticas dentro de la narración en prosa.
Sin embargo, por lo que Virginia Woolf es reconocida es por ser una de las primeras autoras que reflexionó sobre la concepción de la figura femenina y su papel en la sociedad. Esto le ha llevado a convertirse en un icono del movimiento feminista actual, ya que además de reflexionar sobre la condición de la mujer y la construcción social de la identidad femenina, Woolf reivindicó el papel de la mujer escritora, lo que se veía reflejado en esa primera frase de la actividad. Lo hizo a través de su ensayo Una habitación propia.
La importancia de Virginia Woolf en el mundo feminista radica en esa narración que ilustra la vida de una mujer escritora y el papel de la mujer en un mundo tan machista. Este pensamiento es obra de sus vivencias como escritora además de los abusos sexuales que sufrió por parte de sus hermanastros. Que Woolf plasmara esto en una obra hizo que muchas mujeres pudieran leer y compartir lo que la escritora dejó en sus ensayos feministas. Por eso se ha tomado a Virginia Woolf como un símbolo feminista. Sin embargo, su final fue trágico ya que sus depresiones desde la muerte de su madre se convirtieron en episodios de trastornos psicológicos que desembocaron en la bipolaridad. En 1941 no pudo más y escribió una carta antes de suicidarse tirándose a un río con los bolsillos llenos de piedras.
FUENTES:
WOOLF, V. Una habitación propia. Madrid, Austral, 2016.
BELL, Q. Virginia Woolf. Barcelona, Lumen, 2003.
HERMIONE, L. Virginia Woolf. Londres, Chatto and Windus, 1996.
GASCÓN VERA, E. To be or not to be: la ansiedad de la androginia en Virginia Woolf. Clepsydra: Revista de Estudios de Género y Teoría Feminista, nº1, 2002, pp. 99-110.