La espada de Justiniano
Mosaico de la Iglesia de San Vital en Rávena donde se cree que figura Belisario. Fuente: Wikicomons

No es raro leer en muchos libros de historia que la caída del Imperio romano en el 476 marca el final del mismo. Sin embargo, obvian que existía un Imperio Romano de oriente y que su poder alcanzaría cotas muy extensas. Uno de los mayores emperadores fue Justiniano I el grande, cuya ambición y sueño le llevaron a dominar una vasta extensión de tierra, incluyendo Roma y parte de la Península Ibérica. Pero Justiniano no pudo hacer este proyecto realidad en solitario, necesitó del apoyo de hombres fuertes, entre los que destacó Belisario.

Los historiadores suelen fijar su fecha de nacimiento entre el 500 y el 505. Su localidad de nacimiento habría sido Germania, lugar cercano a Sárdica (Bulgaria). Se supone que sus orígenes debían ser de buena cuna pero esto solo son teorías. Su rápido ascensor militar así podría indicárnoslo. Procopio comienza a hablar de Belisario cuando aún reinaba Justiniano I y el joven soldado ya era miembro de la guardia del emperador. El ejército romano oriental era una institución fundamental debido al constante estado de guerra que vivía el Imperio.

Mosaico completo de la Iglesia de San Vital de Rávena. Fuente: Wikicomons
Mosaico completo de la Iglesia de San Vital de Rávena. Fuente: Wikicomons

Con el ascenso de Justiniano I al trono en el año 527, Belisario es ascendido a comandante de las fuerzas orientales ante la acometida sasánida. Este Imperio sasánida había mantenido largas hostilidades con los romanos desde hacía muchos años. Belisario no era la primera vez que se había enfrentado a ellos, en tiempos de Justiniano I ya había combatido contra ellos e incluso se había enfrentado al que sería su futuro rival político en Constantinopla, el armenio Narsés, que con el tiempo desertó a filas romanas. Belisario dirigió varias batallas y campañas contra los persas, sufriendo derrotas como en Calinico, pero también obteniendo grandes victorias como en Daras. Finalmente, ambos imperios firmaron una “paz perpetua” para evitar una mayor sangría y una mayor pérdida de recursos humanos y materiales.  A pesar de no haber obtenido una victoria magistral, Belisario se ganó la confianza del emperador.

En el año 532 se produjeron los hechos conocidos como revuelta de Niká. Estos desórdenes consistieron en un enfrentamiento entre dos facciones: verdes y azules, colores de los corredores de cuadrigas. Los verdes eran comerciantes y arrendatarios que procesaban el monofisismo. Los azules eran terratenientes que procesaban el cristianismo oficial y que eran los más cercanos a Justiniano. Procopio lo explica así en su obra:

"La población de cada ciudad, desde muy antiguo, estaba dividida entre azules y verdes, pero no hace ya mucho tiempo que por estos colores y por las gradas en que están sentados para contemplar el espectáculo, gastan su dinero, exponen sus cuerpos a los más amargos tormentos y no renuncian a morir de la muerte más vergonzosa. Se pelean con sus rivales sin saber por qué corren ese peligro […] Lo cierto es que el odio que les brota hacia personas muy próximas no tiene justificación y permanece irreductible durante toda su vida, sin ceder ni siquiera ante vínculos de matrimonio, ni de parentesco, ni de amistad, aunque sean hermanos o algo semejante los que defienden colores distintos." (Procopio, Guerra Persa, I xxiv, 1-6)

Si a todo esto se le suma que la situación económica era muy delicada debido a las negociaciones de paz con los persas que exigieron de mayores impuestos, podemos entender el estallido masivo. Incluso se llegó a nombrar a un nuevo emperador, Hipatio, familiar de antiguo emperador Anastasio I. Solo la mano dura de Belisario y la serenidad de la mujer de Justiniano, la Emperatriz Teodora, lograron que esta revuelta no llegará a mayores. Se calcula que debieron de morir 30.000 personas. Habiendo pasado la revuelta, Justiniano tuvo vía libre para lanzar su campaña más ambiciosa, la conquista del reino vándalo.

Imagen que representa a tropas bizantinas. Fuente: Wikicomons
Imagen que representa a tropas bizantinas. Fuente: Wikicomons

Los vándalos eran una tribu bárbara que había penetrado en la Península Ibérica y habían llegado hasta el norte de África, tomando toda la provincia romana. El derrocamiento del rey vándalo Hilderico, favorable a los romanos, sirvió a Justiniano como casus belli para atacar a los mismos. Otro motivo fue que los vándalos eran arrianos y se dedicaban supuestamente a perseguir a los cristianos. La gran campaña recayó en los hombros de Belisario, que no desaprovechó la oportunidad.

En el año 533, Belisario parte al mando de 15.000 en dirección al reino vándalo, desembarcando en la ciudad de Leptis Magna. El rey vándalo Gelimer marchó al frente de su ejército y combatió a Belisario en Ad Decimun. Belisario casi es derrotado pero la noticia de la muerte del sobrino de Gelimer le hizo distraerse, otorgando una oportunidad a Belisario de reagruparse y atacar hasta tomar la ciudad de Cartago. Gelimer trató de acabar con Belisario en la batalla de Tricamerón, pero fue derrotado de nuevo y hecho prisionero.

Mapa del Imperio antes y después de Justiniano. Fuente: Wikicomons
Mapa del Imperio antes y después de Justiniano. Fuente: Wikicomons

Belisario retorna a Constantinopla entre grandes celebraciones y siéndole concedido un triunfo romano (máxima condecoración u honor para un general). También fue nombrado cónsul único en el año 534. Justiniano vio en esta victoria la oportunidad de tomar la antigua península itálica, ocupada por los ostrogodos. En el año 535, Justiniano ordena a Belisario atacar a los ostrogodos.

La conquista de Nápoles, Sicilia y la propia Roma se podría tildar de campaña relámpago. Las tácticas militares de los romanos orientales eran brutales y efectivas y la entrada de Belisario en Roma fue recibida como una de las mayores hazañas de la historia de la Alta Edad Media. Su capacidad militar era tal que logró aguantar un largo asedio ostrogodo al cual respondió con un ataque a la capital ostrogoda Rávena y la captura de su rey, Vitiges.

Esta captura viene precedida del ofrecimiento de la corona imperial a Belisario por parte de los ostrogodos. Belisario finge aceptar la oferta para entrar en la ciudad que posteriormente ataca y arrasa. Esta oferta pudo hacer desconfiar a Justiniano que decide apartar a su general del mando.

Imagen romantizada de Belisario cegado y pidiendo limosna. Fuente: Wikicomons
Imagen romantizada de Belisario cegado y pidiendo limosna. Fuente: Wikicomons

Belisario fue mandado a combatir a los persas en Siria. Tras una breve campaña le vuelven a enviar a Italia, donde el contraataque ostrogodo había hecho estragos. Belisario inicia una campaña infructuosa y débil debido a la falta de apoyo del emperador que le vuelve a relevar del cargo para situar a Narsés que logró u éxito rotundo. Belisario se retiró de la vida militar hasta el año 559, donde vuelve a ser llamado al mando militar para combatir una incursión de los Kutriguros, un pueblo estepario que amenazaba  la capital.

Belisario resulta victorioso pero sigue sin el favor de Justiniano que en el año 563 le hace llamar a Constantinopa para ser juzgado. Se le condena pero con el tiempo Justiniano le perdona. En este punto existe un gran debate, pues algunos dicen que el emperador le cegó y le obligó a mendigar por las calles; sin embargo este relato está poco valorado pues Belisario era un general con un triunfo y mucho apoyo militar. Finalmente en el año 565 Belisario conoce la paz de la muerte dejando tras de sí una serie de victorias históricas para el Imperio romano de oriente.

Fuentes: 

  • SYVANNE I. "La guerra persa: 527-532" (2013). Recopilado en Despertar Ferro: Justiniano I el grande pág.26-35. Despertar Ferro. Madrid 
  • ZAPAPATA R. "Belisario, la goria de los romanos" (2012). Desde las Blanquernas. URL: https://robertozapata.com/belisario-general-bizancio/ 
  • HERNANDEZ DE LA FUENTE D. "Breve historia de Bizancio" (2014). Alianza editorial. Madrid
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