Thomas Sankara, el Che africano
Poster con una frase célebre del líder burkines: "un soldado sin ninguna ideología o entrenamiento politico es un potencial criminal". Fuente: El País.

Thomas Isidore Noël Sankara nació un 21 de diciembre de 1949 en la ciudad de Uagadugú, capital del Alto Volta (actual Burkina Fasso). Fue hijo de Marguerite Sankara y de Sambo Joseph Sankara. Sambo fue combatiente del ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial, condición que inspiró a Thomas a elegir su futuro. La religión de la familia era católica a pesar de vivir en un país de mayoría musulmana. Thomas fue un gran conocedor de la Biblia, pero también del Corán, lo que le ayudaría en su futuro gobierno. 

En la escuela secundaria, ubicada en Bobo-Dioulasso, recibió un entrenamiento militar básico. Con 19 años escogió el ejército y un año más tarde fue enviado a Madagascar como entrenador de oficiales. En este país sería testigo de los levantamientos populares de 1971 y, por primera vez, leería las obras de Marx y Lenin. A partir de este momento, su convicción política se vería completamente renovada y dispuesta a luchar por la Revolución Social. Volvería al Alto Volta en 1972 y participaría en la guerra de 1974 contra Malí, donde sus actos en combate le hicieron ganar fama. Sankara comenzó a destacar en Uagadugú gracias a sus habilidades musicales como guitarrista del grupo de jazz Tout-à-Coup Jazz. Además, se solía desplazar en motocicleta o bicicleta a pesar de ser un héroe de guerra, ganando buena imagen pública. En 1976 fue nombrado comandante del Centro de Entrenamiento de Comandos en Po y en este año conocería a su mejor amigo y futuro detractor, Blaise Compaoré.

Mapa de Burkina Faso. Fuente: Wikicomons
Mapa de Burkina Faso. Fuente: Wikicomons

Su primer puesto gubernamental llegó en 1891, siendo nombrado Secretario de Estado para la información. En la primera reunión de gobierno llegó en bicicleta y pudo comprobar de buena mano la corrupción imperante en el gobierno. En abril del 82 renunció a su puesto al ser prohibidos los derechos de huelga y afiliación política. El 7 de noviembre de 1982 se produjo un nuevo golpe de Estado que llevó al poder a Jean Baptiste Quédraogo, quien nombró a Sankara primer ministro. Este gobierno no duró mucho pues la ex metrópoli, Francia, se opuso a sus reformas y el presidente junto al primer ministro fueron arrestados.

Compaoré levantó al pueblo y al ejército en armas y liberaron a Sankara elevándolo al poder presidencial en 1983. Con tan solo 33 años e inspirado por líderes como el Che Guevara, Sankara iniciaba un proyecto político definido por el antiimperialismo y destinado a combatir las grandes hambrunas, el analfabetismo masivo y la educación igualitaria. Las primeras reformas fueron dirigidas a acabar con los privilegios de los jefes tribales (que recibían amplios tributos), reforzar la posición estatal frente al gobierno y eliminar todo lujo del que pudiera disfrutar un jefe de gobierno.

Destacable es que vendió todas las limusinas del gobierno, redujo el sueldo de los funcionarios gubernamentales y obligó a sus ministros a llevar un estilo de vida austero. En el año 1984 renombró al país como Burkina Fasso que significa “el país de los hombres íntegros” en mossi y djula, las dos lenguas mayoritarias del país, las cuales dominaba Sankara, que despreciaba la lengua colonial. También diseñó una nueva bandera y un himno nacional.

Imagen del joven presidente, solo tenía 39 años cuando fue asesinado. Fuente: Wikicomons
Imagen del joven presidente, solo tenía 39 años cuando fue asesinado. Fuente: Wikicomons

De su Gobierno sobresale su lucha por los derechos de la mujer, pues consideraba la igualdad de ambos sexos como algo fundamental para lograr el éxito de la revolución burkinesa. Prohibió la ablación femenina, el matrimonio forzoso y la poligamia y potenció la inclusión de la mujer en el mercado laboral y el ejército; llegó a crear una  guardia militar personal de mujeres motoristas. Otras labores encomiables fueron el descenso hasta mínimos históricos del analfabetismo y una mayor sanidad pública que incluía vacunación para toda la población y el reconocimiento del SIDA como pandemia contra la que combatir.

La Organización Mundial de la Salud le felicitó por todas estas medidas que redujeron la mortandad. Expropió grandes latifundios de tierra para repartirlos entre los campesinos, rechazó la ayuda exterior, pues prefería potenciar la autosuficiencia. Todas estas medidas vinieron acompañadas de una mejora gradual en las infraestructuras del país que conectaron regiones que hasta ese momento habían estado aisladas.

Bandera de Burkina Faso ideada por Sankara. Fuente: Wikicomons
Bandera de Burkina Faso ideada por Sankara. Fuente: Wikicomons

Aunque estas medidas trajeron prosperidad y buenos tiempos al país, no faltaron opositores que veían con malos ojos este gobierno. Los aliados de Francia peleaban para que la influencia de la antigua metrópoli no fuera eliminada; Compaoré era un amante del lujo y de las intrigas políticas por lo que se distanció de su amigo; por último, las grandes empresas reclamaban el pago de la deuda externa que Sankara rechazaba por considerar que los explotadores no podían pedir dinero a los explotados.

Un trágico 15 de octubre de 1987, Compaoré entraba con un grupo armado en la sede del gobierno e iniciaba un tiroteo en el que moriría Sankara. Bajo el pretexto del deterioro de las relaciones exteriores por culpa de Sankara, Compaoré se alzó con el poder acabando con todas las reformas de Sankara y devolviendo el país a su máxima pobreza. Este gobierno duraría hasta 2014, momento en que sería derrocado por una revolución popular inspirada en las ideas de Sankara.

Póster del líder burkines con su epitafio. Fuente: Blog África no es un país
Póster del líder burkines con su epitafio. Fuente: Blog África no es un país

El cuerpo de Sankara fue desmembrado y enterrado en una fosa común. La investigación sobre su muerte y la identificación de su cadáver se ha podido iniciar en 2014, pues Compaoré no permitió que se iniciará antes. Sankara supo que su destino estaba marcado, pero prefirió su muerte a una guerra civil que destrozara el país.

Con la inmortal frase “aunque los revolucionarios, como los individuos, puedan ser asesinados, nunca se podrán matar sus ideas” definió cuál sería su epitafio. El caso de Sankara es el de un hombre poco común, de moral íntegra que, a pesar de ser ex militar, rechazó la lucha armada y creyó en la unidad e igualdad de todos los burkineses.

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