La Biblia del Oso en tiempos de Inquisición
La Biblia del Oso (1569), obra de Casiodoro de Reina.      Foto: Periodista Digital

Junto a la antigua villa romana de Itálica, en la localidad sevillana de Santiponce, Alonso Pérez de Guzmán “el Bueno” y su esposa María Alonso Coronel, fundaron sobre los cimientos de una antigua ermita mozárabe un valioso relicario llamado San Isidoro del Campo, una imponente edificación que tenía la finalidad de servir como panteón familiar a la saga de los Guzmán. Según cuenta la tradición, en el subsuelo de la misma estuvieron enterrados los restos de San Isidoro de Sevilla hasta su traslado en el año de 1063 a la Colegiata de León.

Patio de los naranjos Monasterio San Isidoro del Campo.     Foto: Fran Rodgue
Patio de los naranjos Monasterio San Isidoro del Campo. Foto: Fran Rodgue

​Inicialmente, en 1301 el monasterio fue cedido por la familia Guzmán a cuarenta monjes de la comunidad cisterciense de San Pedro de Gumiel (Burgos), los cuales permanecieron en el mismo hasta 1431. La cesión del monasterio por parte de Guzmán el Bueno llevaba implícita una serie de condiciones que los monjes debían de respetar, especialmente en lo que al patrimonio y la vida en su interior se refiere. Los enterramientos de la saga Guzmán se harían desde el coro al altar mayor, obligando a realizar una misa cada diez días, siendo una de ellas cantada, para la salvación de las ánimas y en remisión de los pecados. Asimismo, se celebrarían dos aniversarios por el alma de los fundadores y que la carta fundacional fuera incluida a la regla del monasterio, siendo leída dos veces al año.

Posteriormente, el monasterio fue ocupado por los ermitaños jerónimos de Fray Lope de Olmedo, los cuales llevaron una importante reforma estructural y conceptual de la vida monacal del espacio.

A mediados del siglo XVI florece un movimiento religioso de carácter reformista en Sevilla, en el que participaron los monjes jerónimos de San Isidoro del Campo, los cuales empezaron a practicar en secreto las ideas reformistas de los textos prohibidos de la iglesia católica, especialmente, las obras de Lutero y Calvino. Muchos de estos libros llegaban a Sevilla ocultos en el fondo de odres de vino gracias al arriero Julianillo Hernández.

Sala Capitular Monasterio San Isidoro del Campo.     Fuente: Fran Rodgue
Sala Capitular Monasterio San Isidoro del Campo. Fuente: Fran Rodgue

​En este contexto aparece la figura de Casiodoro de Reina, nacido en el año de 1520 en la aldea de Montemolín (Badajoz), perteneciente por aquel entonces al Reino de Sevilla. Fue un monje de la Orden de San Jerónimo responsable de las primeras traducciones al español de los sacros del Viejo y Nuevo Testamento del catolicismo, el cual pasó a denominarse como la Biblia del Oso.

En 1557 la Inquisición rápidamente descubrió el trabajo silenciado de estos monjes jerónimos considerados falsos cristianos y herejes, los cuales se vieron obligados a escapar velozmente a la luterana Ginebra. Sus nombres son: Fray Francisco de Fría, prior por aquel entonces del monasterio, fray Pablo, procurador, fray Antonio del Corro, fray Casiodoro de Reina, fray Miquel Carpintero, fray Alonso Bautista, fray Peregrina de Paz, prior que fue en Écija, fray Joan de Molina, fray Lope Cortés y fray Juan de León, el cual fue capturado y desterrado a España años más tarde.

Otros no corrieron con la misma suerte por lo que fueron capturados y enjuiciados en Autos de Fe por el Santo Tribunal, los cuales prohibían la traducción a lenguas romances o vulgares de la Biblia, por lo que fueron condenados a muerte y quemados en la hoguera.

Claustro Monasterio San Isidoro del Campo.     Foto: Fran Rodgue
Claustro Monasterio San Isidoro del Campo. Foto: Fran Rodgue

Doce años necesitó Casiodoro de Reina para que en septiembre de 1569 se publicara en Basilea (Suiza) la primera traducción de las Sagradas Escrituras en castellano, denominándose como la Biblia del Oso, debido al emblema grabado en su portada en la que aparece un oso lamiendo un enjambre de abejas que destila miel por el tronco de un árbol.

A los pocos meses de la publicación de la Biblia del Oso, Felipe II mandó a castigar al traductor de semejante aberración que atentaba contra los principios de la iglesia católica. En 1571 el Consejo de la Inquisición mandó a buscar y destruir todas las Biblias en lengua romance que existieran. Igualmente, fueron numerosos los intentos por impulsar la libre circulación de los citados textos, por lo que se optó por cambiar la portada por el frontispicio del popular diccionario latino de Ambrogio depositado en manos de la familia de Reina en Frankfurt. Fueron escasos los ejemplares que consiguieron cruzar las fronteras de entrada a España.

Casiodoro de Reina murió el 15 de marzo de 1594 a los 74 años de edad en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno, donde recibió sepultura. Aún se conserva un retrato suyo al óleo en el orfanato de los holandeses, así como un grabado en la sala de sesiones de los ministros evangélicos de la ciudad, en el cual aparece un grabado que dice así: “Casiodoro de Reina, nacido en Sevilla…”

Inscripciones originales realizadas por los frailes en las piedras del Monasterio en 1621.     Foto: Fran Rodgue
Inscripciones originales realizadas por los frailes en las piedras del Monasterio en 1621. Foto: Fran Rodgue

Siete son los siglos en los que el monasterio descansa vigía a las orillas del Guadalquivir. A los pies de su puerta principal, y rodeado de un hermoso patio de naranjos, podemos observar los restos de un antiguo cementerio en el que recibían sepultura los monjes de la comunidad cisterciense. Un monasterio con dos iglesias gemelas, de estilos variados como el gótico y el mudéjar, en el que es visible la tradición almohade.

El Claustro de los Muertos, El Refectorio, El Coro, La Sala Capitular, La Capilla del Reservado, La Sacristía o Los Presbiterios son sin duda lugares llenos de historia y leyendas que atesoran al lugar. El 10 de abril de 1872 se le otorga el título de Conjunto Histórico-Artístico de interés nacional.

Entre versos románticos de Jorge Guillén cerramos la lírica de un hermoso paraje.

“Mientras montones de difuntos,

tienden a los vivos las manos,

las memorias ¡Ah, todos juntos,

y humanos, humanos, humanos!”

Puerta de entrada Monasterio San Isidoro del Campo.     Foto: Fran Rodgue
Puerta de entrada Monasterio San Isidoro del Campo.     Foto: Fran Rodgue

​-Fuentes bibliográficas:

-arteguias.com (s/f). Monasterio de San Isidoro del Campo, Santiponce. Sevilla.

-protestantes.net /s/f). Casiodoro de Reina.

-rutacultural.com (s/f). El Monasterio de San Isidoro del Campo, un valioso relicario que guarda la historia del tiempo.

-sevilla.abc.es (2017). San Isidoro del Campo, la joya abandonada.

-upo.es (s/f). Casiodoro de Reina (1520-1594).

 

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