Corría el año 1053 cuando nacieron fruto del matrimonio entre Ramón Berenguer I “el Viejo” y de doña Almodis de la Marca los gemelos bautizados con el nombre de Berenguer Ramón II y Ramón Berenguer II, este último apodado “cabeza de estopa”, por su larga y abundante cabellera rubia.
Tras la muerte del progenitor en el año 1076, ambos hermanos heredaron los condados de Barcelona, Osona y Gerona, gobernando conjuntamente por expreso deseo del padre.
En 1078 Ramón Berenguer II contrajo matrimonio con la princesa normanda Mafalda de Pulla-Calabria, de cuyo enlace nacería el futuro Ramón Berenguer III. Ese mismo año, su hermano, que observaba cómo “cabeza de estopa” cada vez alcanzaba más notoriedad en los condados, le obligó a jurar la partición de la herencia en una asamblea que presidieron los obispos de Barcelona y Gerona y ante la presencia de los nobles.
En el ámbito de la política peninsular, Ramón Berenguer II ayudó a Al Mutamid, rey de la taifa de Sevilla, a conquistar la taifa murciana a cambio de diez mil dinares. El retraso en el pago, obligó al conde a retirarse, llevándose como rehén a uno de los hijos de Al Mutamid.
Ramón Berenguer fue progresivamente gobernando en solitario los condados, a pesar de las promesas que le había hecho a su hermano. Tanto fue así que Berenguer Ramón pidió al Papa Gregorio VII que intercediera para resolver esta cuestión. Por indicaciones del Papa, el obispo de Gerona convocó la asamblea de abades de Ripoll, Sant Cugat y Sant Ponç de Tomeres para buscar una salida a la problemática entre hermanos.
En ese mismo instante, se acordó la indivisibilidad de la soberanía de los territorios y el compartimiento de las responsabilidades tributarias y judiciales, así como la acuñación de moneda. Ramón Berenguer II le concedió a su hermano la mitad de la ciudad de Barcelona, Castellvell, Plérdola, Vilafranca del Penedés, Eramprunyá, Benviure, Gavá, Vallmoll, Pallejá, Franqueses del Llobregat y Garrosa, entre otros territorios. Posteriormente, le otorgó su parte correspondiente de los condados de Carcassona y Rasés, así como en el castillo de Barberá. Le ofreció diez de sus mejores soldados y adquirió el compromiso de repartir las adquisiciones futuras.
Después de este acuerdo iniciaron juntos la preparación de las campañas contra “el infiel”. Durante la organización de la campaña de 1081 , el Cid se prestó a ayudar al conde, aunque este rechazó el ofrecimiento. Dicha negativa tendría consecuencias al año siguiente, puesto que en el enfrentamiento entre el Conde y el rey de la Taifa de Zaragoza, Rodrigo Díaz de Vivar se posicionó a favor de este último. El Cid y Yusuf Al- Mutamin de Zaragoza vencieron a Berenguer y sus aliados en la batalla de Almenar, siendo capturado el hermano del Conde.
El Cid lo llevó preso a Tamarite de Litera, donde fue entregado al rey Al-Mutamin. Muy probablemente, su rescate supuso un gran desembolso económico como era habitual en la época. Después de su puesta en libertad, la relación con su hermano fue deteriorándose progresivamente hasta tal punto de planear su muerte.
La leyenda cuenta que, estando Ramón Berenguer II cazando en el Gorg d´en Perxistor donde había una pequeña laguna, recibió una puñalada mortal de su hermano, hiriendo también al halcón que llevaba en el hombro. El ave salió volando y con sus graznidos avisó al resto de los soldados y les condujo hasta donde yacía el cuerpo inerte del Conde.
El mismo fue trasladado y enterrado en la Catedral de Gerona. El halcón siguió el cuerpo de “cabeza de estopa” hasta la Catedral y mientras se celebraba el funeral se posó en la cabeza de su hermano despojándole de la corona que llevaba y tirándola al suelo para que todos los asistentes supieran quien había sido el asesino. Incluso los clérigos erraban en los cánticos repitiendo constantemente la misma frase ¿Ubi est Abel, frater tuus?, es decir: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Finalmente, el halcón cayó muerto a los pies del ataúd de su amo.
Al margen de la leyenda, aunque el asesinato no se pudo probar, Berenguer Ramón fue apodado desde entonces “el fratricida” y actuó como regente de su sobrino, el futuro Ramón Berenguer III “el Grande”, el cual, una vez alcanzada la mayoría de edad centró sus esfuerzos en enjuiciar a su tío, siendo este condenado por el asesinato de su propio hermano.
Fuentes:
-DONADO VARA JULIÁN, ECHEVARRÍA ARSUAGA ANA. Historia Medieval I: Siglos V-XII. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. Madrid, 2014.
-IGLESIAS FERREIRÓS AQUILINO Cataluña medieval. Barcelona: Asociación Catalana de Historia del Derecho "Jaime de Montjuic", 2008.
-NADAL Y FARRERAS JOAQUIM Y OTROS. La Catedral de Gerona. Ayuntamiento de Girona / Lunwerg Editores, 2002.
-SUREDA Y JUBANY MARC. Catedral de Gerona. Ediciones Aldeasa, 2005.
-VIVÓ CARLOS. «Leyendas y misterios de Gerona». Cuadernos de la Revista de Gerona. Diputación de Gerona y Caja de Gerona, 1989.