Vikingos en la Península (I)
Representación idealizada de un "Jarl" o noble vikingo. Fuente: Wikicomons

Los cronistas cristianos los denominaron normandos y los cronistas musulmanes les apodaron “mayus” pero ambas denominaciones hacen referencia a aquellos saqueadores y exploradores conocidos como “vikingos”. El término vikingo sirve para denominar a una fracción de la población del norte de Europa que por motivos aún desconocidos, decidieron probar suerte navegando hacía nuevas tierras donde saquear, asentarse y comerciar. En el caso de la Península Ibérica, en el año 844 ha quedado registrada su posible primera visita a la Península según narra la Crónica Rotense. Algunos historiadores, como Anton Erkoreka, defienden que su llegada se produjo mucho antes arribando al País Vasco, sin embargo aún no se ha podido demostrar esta teoría.

Mapa de las tres primeras expediciones vikingas en la Península, Fuente : Wikicomons
Mapa de las tres primeras expediciones vikingas en la Península, Fuente : Wikicomons

Sea como fuere, en el año 844 una flota vikinga proveniente de Aquitania se vio sorprendida por una tormenta y tuvo que desembarcar en la costa de Gijón donde pudieran reponer las pérdidas. Muchos historiadores no creen que este desembarco fuera deseado ya que las costas que posee el mar Cantábrico son pedregosas y poco adecuadas para un desembarco a lo que se suma una población de montañeses acostumbrados a los ataques musulmanes y que se mostraban poco abiertos a establecer relaciones con extranjeros. Una vez se recuperaron, partieron a Galicia, asentándose en una zona cercana al “Farum Brecantium” o “Torre de Hércules”. Quizá buscaran establecer una base desde la que operar para saquear el Califato de Abderramán II, pero no pudieron permanecer allí pues el rey Ramiro I acabó derrotándoles y expulsándoles de su reino. La rapidez con la que Ramiro actuó fue debida a que el Reino se encontraba en una Guerra civil y el ejército asturiano estaba constantemente convocado y en movimiento por lo que la amenaza nórdica fue solucionada con extrema rapidez.

Soldados normandos listos para el combate. Fuente: Wikicomons
Soldados normandos listos para el combate. Fuente: Wikicomons

Tras la derrota en el norte peninsular, decidieron continuar hacía el sur, lo que supuestamente les daba mayores posibilidades de hacer buen botín. El gobernador de Lisboa, Wahb Allah Ibn Hazm, sufrió un asedio de 13 días por parte de los vikingos, que se dedicaron a arrasar los alrededores buscando una manera de acceder a la ciudad. Finalmente fracasaron y marcharon hacía la ciudad de Cádiz y de allí a la provincia de Sidona. El gobernador de Lisboa pudo avisar a su señor califa del peligro de los mismos. Sin embargo, Abderramán II hizo caso omiso de este aviso de lo cual no tardaría en arrepentirse pues en el mes de septiembre de ese año, los vikingos pudieron remontar el Guadalquivir, derrotar al ejército musulmán de la zona en Coria y someter Sevilla a un intenso saqueo que duró tres días. La facilidad con la que tomaron la ciudad andalusí puede deberse a una escasez de defensas navales que los vikingos pudieron conocer en expediciones anteriores, por una labor intensa de exploración o simplemente pudieron tener suerte a la hora de escoger su objetivo.

El califa no tardó en reaccionar y en atacar a la gran flota del norte que pudo defenderse con gallardía durante varios días. Los generales andalusíes se vieron superados y por ello el Califa les castigó duramente hasta que decidió enviar al general Ibn Rustum, el cual aunque en un principio fue derrotado, logró vencer a los mayus en Tablada y más tarde elaborar una inteligente emboscada que obligó a los nórdicos supervivientes a abandonar la ciudad y a lanzarse a navegar lejos. Toda esta gesta la conocemos gracias a las narraciones de Al Quttiya y de Al Nuwayri. Una vez alejados los normandos de las costas del califato, Abderramán II mandó: la reconstrucción de Sevilla con fuertes murallas, la formación de una marina que pudiera repeler los ataques normandos y la construcción de una red de atalayas costeras para la vigilancia y defensa de las costas. Algunos historiadores como Lévi-Provençal creen que un grupo de nórdicos pudo quedarse en la zona, convertirse al Islam y asentarse en el lugar dedicándose a la elaboración de quesos de los que deriva el famoso queso sevillano de hoy en día.

Ejemplos de Cascos nórdicos encontrados en diferentes yacimientos. Fuente: Wikicomons
Ejemplos de Cascos nórdicos encontrados en diferentes yacimientos. Fuente: Wikicomons

La segunda expedición vendría en el año 858 como nos hacen saber la Crónica Albedense y los relatos de Al Becri e Ibn Adhari. Esta vez conocemos los nombres de los caudillos de esta expedición estimada en cien naves: Hastein y Björn “Costado de Hierro”, hijo del legendario Ragnar Lodbrock. Los nórdicos arribaron al Reino astur en ese omento bajo el mando de Ordoño II. Historiadores como Víctor Aguirre hablan de que el objetivo de los mismos era Santiago de Compostela y por ello usando la Ría de Arosa pudieron llegar a Iria Flavia que fue saqueada y no destruida gracias al pago de un rescate. Otros como Iván Curtos Adrados desmienten esto y dicen que en las crónicas no hay registro alguno de estos asaltos. Sea como fuere, la llegada de un ejército real al mando de un Conde llamado Pedro (no conocemos más de este noble) sería la causa de la derrota de los vikingos que tuvieron que olvidar su objetivo y volver a embarcar poniendo rumbo de nuevo al sur buscando igualar las proezas de sus antiguos camaradas.

Imagen idealizada de una expedición vikinga arribando a un destino desconocido. Fuente: Wikicomons
Imagen idealizada de una expedición vikinga arribando a un destino desconocido. Fuente: Wikicomons

Los nórdicos se vieron superados por las defensas navales musulmanas y por los constantes ataques de la flota califal. Sin embargo, consiguieron llegar hasta Nador y Algeciras que fueron tomadas y quemadas hasta los cimientos. Después tuvieron éxito en la conquista de Tudmir situada en Murcia y tras esta partieron hacia las Islas baleares que fueron igualmente saqueadas. Mantuvieron su camino hacia Italia donde buscaban saquear Roma aunque acabarían confundiendo esta ciudad con la cercana ciudad de Luna. Sufrieron graves pérdidas por lo que retornaron a Francia pero antes navegaron por el Ebro para llegar hasta Pamplona y secuestrar al rey García Íñiguez que tuvo que pagar un alto precio por su liberación. Los restos de la flota vikinga, apenas veinte naves, volvieron al norte de Europa. De este modo se acaban las dos primeras grandes expediciones vikingas sobre la Península Ibérica aunque la presencia de nórdicos en tierras hispanas llega mucho más lejos y se explorará en el siguiente artículo.

Fuentes:

·Aguirre V. “Correrías Vikingas en España” Despertar Ferro Nº26.

·Canales C. y Del Rey Mi. “Demonios del norte y Las expediciones vikingas” (2016) Edaf.

·Curto Adrados I. “Los vikingos y sus expediciones a la Península Ibérica” (2017) SINE QVA NON.

·Dozy R. “Los vikingos en España” (1987) Polifemo.

·Erkoreka A. “Los vikingos en Vasconia” Universidad de País Vasco.

·Vive la Historia “Los reinos perdidos de los Vikingos” Nª26.

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