Córdoba, capital de al-Ándalus, albergó la mezquita de mayor tamaño entre las muchas que llegaron a construirse en el occidental mundo musulmán. Los cronistas cuentan que en la Córdoba califal había multitud de mezquitas, ya que constituían el centro religioso y social de la ciudad. Allí se celebraba el culto, se enseñaban las ciencias de la religión y se celebraban los juicios.
La primitiva mezquita emergió en el siglo VIII (785), como resultado del incremento de la población cordobesa. Abd al-Rahman I, perteneciente a la dinastía Omeya, comenzó a erigir esta nueva mezquita sobre una basílica visigoda: la Basílica de San Vicente Mártir. Está compuesta por diez naves con 130 columnas abiertas a un patio rectangular de 74 metros de largo.
Emires y califas fueron ampliándola en función de las necesidades concretas de la población, entre otros motivos. El hijo de Abd al-Rahman I, Hixam I, fue quien concluyó esta auténtica obra maestra. Además dio forma al denominado alminar.
Abd al-Rahman II añadió en 833 una nave formada por soportales o porticada en el patio. De esta forma, expandió con siete tramos más las naves, sostenidas por otras 80 columnas, en dirección al río Guadalquivir. También construyó un nuevo mihrab.
En el año 945, período de auge del Califato andalusí, el patio y el alminar fueron transformados por el califa Abd al-Rahman III. Su hijo, Al-Hakam II (961-976), derriba el muro meridional y, por otra parte, amplía el haram o sala de oración con 12 tramos y otras 120 columnas. La zona del mihrab y las tres magníficas cúpulas que lo anteceden también son de esta época, en torno al siglo X (965).
Las partes más importantes arquitectónicamente de esta fase son, en un primer término, la maqsura, que cuenta con una riquísima decoración. En segundo término, destaca el mihrab de planta octogonal, situado en el centro del edificio incluso después de la ampliación de al-Mansur, más conocido como Almanzor. Como afirma la historiadora Francine Giese-Vögeli, “por su zócalo de losas de mármol, sus suntuosos mosaicos y sus yeserías originalmente policromadas, la fachada del mihrab se distingue del resto del edificio”.
La Mezquita-Catedral de Córdoba, como también se la conoce, supuso, en su momento, una peculiar intervención sobre un edificio preexistente. La civilización cristiana conquistadora quería ocupar este lugar de culto islámico. En 1236, fue consagrada al culto cristiano. Y en 1489, se inicia la transformación cristiana de la Gran Mezquita de Córdoba.
Esta intromisión consistía en una nueva construcción que garantizase el dominio cristiano sobre el islam, la religión precedente. Pero tuvo lugar una transformación del edificio musulmán para, sin perder su propio carácter, adecuarlo a las nuevas exigencias o requisitos y costumbres cristianas.
Apareciron dos catedrales, una gótica y otra renacentista, construcciones occidentales y verticales. El espacio islámico era espacialmente inadecuado para el culto cristiano. Este último se guiaba por la tradición de las basílicas, no por la orientación definida por el mihrab.
El nuevo espacio cristianizado se fundamenta en diversos planteamientos góticos. Se inserta en el entramado de la mezquita y da lugar a un ámbito abierto, diáfano.
En 1521, se decide edificar en el centro de la mezquita una capilla mayor y un coro en forma de cruz latina inscrita en un rectángulo.
La obra renacentista se inserta con gran maestría en una arquitectura islámica, a priori incompatible. Evoluciona en vertical, hacia arriba, hasta rozar las nubes. Tiene lugar una transición de altura desde la escala humana del templo árabe a la grandiosidad de la catedral occidental.
La Mezquita-Catedral de Córdoba es un claro ejemplo de un edificio en continua evolución, que ha sufrido ampliaciones, reformas y alteraciones de sus espacios. Con el transcurso del tiempo, se ha visto obligada a amoldarse a necesidades muy diversas, propias del paso del culto musulmán al cristiano, religiones totalmente diferentes.Su transformación debía adaptarse a su vez a los sucesivos usos que de ella se demandaban.
En definitiva, es un paradigma de una obra en la que se han aplicado inteligentemente los instrumentos compositivos necesarios para la resolución de los problemas de cada contexto.
En cuanto a cuestiones más actuales, en los años setenta sobresale la importante y decidida actuación sobre la Mezquita-Catedral de Córdoba, conocida bajo el título de “purificación”. Esta suscitó una notable polémica, pues consistía en recrear el espacio de la época del golpista al-Mansur (Almanzor), mediante la desarticulación de las naves cristianas de los siglos XV y XVI. Asimismo, se establecería un nuevo emplazamiento para la Catedral Cristiana.
Su conservación hasta nuestros días constituye un hecho de trascendental relevancia histórica y cultural. La fisonomía del edificio que hoy vemos es el resultado de un largo proceso de metamorfosis, en base a reformas que se realizaron entre los siglos VIII y XV.
Se inició bajo el dominio musulmán y se finiquitó tras la conquista cristiana de la ciudad. Esa consumación se llevó a cabo mediante la inserción de dos catedrales dentro del espacio musulmán, como ya se ha mencionado con anterioridad.
La Mezquita-Catedral de Córdoba es una obra arquitectónica singular que muestra las diferencias existentes entre la concepción espacial y teológica de las culturas islámica y cristiana.
Primero, una primera catedral gótica. Después, una segunda renacentista. Y parece que el resultado no ha ido mal. Una auténtica maravilla terrenal pervive en la sociedad.
Fuentes:
- CASTEJÓN MARTÍNEZ DE ARIZALA, R., "Datos para la Reconstrucción de la Mezquita de Córdoba", Papeles del partal, número 2, 2004.
- GIESE-VÖGELI, F., La Mezquita Mayor de Córdoba y Samarra, Anales de Arqueología Cordobesa, número 19, 2008.
- R. SUAREZ & J.J. SENDRA & J. NAVARRO & A.L. LEÓN, Espacios acoplados a la Mezquita-Catedral de Córdoba: el sonido de los límites, Informes de la Construcción, 2006.
- SOUTO, J., ¿Documentos de trabajadores cristianos en la Mezquita Aljama de Córdoba?, Al-Qantara, 2010.