Las flores olvidadas de la Guerra Civil
Refugiados de la Guerra Civil española. Fuente: Cadena Ser

Todavía resuena el eco atroz de las palabras del general Gonzalo Queipo de Llano: “Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”. Mensajes radiofónicos lanzados desde Unión Radio Sevilla pocos días después de hacerse con el mando de la ciudad y que incitaba a los simpatizantes del bloque falangista a presionar a las mujeres a través de diversos métodos de tortura, violación y muerte.

La antigua finca de El Aguaucho, ubicada en la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía, se convirtió en el escenario “perfecto” para que un grupo de falangistas pudieran perpetrar sin clemencia uno de los crímenes más aterradores de la Guerra Civil Española. En la mañana del 27 de agosto, cinco jóvenes fueron secuestradas y trasladadas en camioneta a las inmediaciones del cortijo. Allí, sufrieron en sus carnes un sinfín de vejaciones, torturas y violaciones para, posteriormente, ser asesinadas y arrojadas a un “pozo”.

Al caer la tarde, los asesinos regresaron al pueblo y se pasearon con las bragas y los sujetadores de las chicas en la punta de los machetes de los fusiles al grito de “¡Esta noche hemos tenido carne fresca!” y con cánticos del “Cara al Sol”, según relatan los testigos del lugar. 

Se llamaban María Jesús Caro González, de 18 años, las hermanas García Lora, Coral y Josefa, de 16 y 18 años respectivamente, María León Becerril de 22 años y Joaquina Lora Muñoz de 18 años. Jóvenes sirvientas, jornaleras y costureras simpatizantes con los partidos de izquierda y cuyo delito fue bordar una bandera republicana, participar en la manifestación del 1º de Mayo, ser novia de un rojo o apoyar una huelga de criadas en la casa de un terrateniente.

Jóvenes desaparecidas en la finca del Aguaucho.  Fuente: Diario público
Jóvenes desaparecidas en la finca del Aguaucho. Fuente: Diario público

Estas muertes se registraron un año más tarde, en diciembre de 1937, alegando que fueron víctimas de la “guerra”. Quizás no serían las únicas asesinadas en las inmediaciones del Aguaucho, ya que días antes desaparecieron cuatro mujeres cuyos nombres corresponden a Dolores García Lora, de 25 años y hermana de Coral y Josefa, María Caro Caro, de 35 años, Manuela Moreno Ayora de 40 y Josefa González Miranda con tan solo 17 años. 

Según recogen los archivos históricos del municipio, se asesinaron a 117 personas en tan solo tres meses, un pueblo donde no hubo guerra, pero sí una fuerte represión franquista con una marcada connotación machista.

En octubre de 2017, y tras muchos años de lucha, se llevaron los preceptivos trabajos arqueológicos en la finca del Aguaucho, y más concretamente, en las inmediaciones del pozo donde los falangistas habían presumido de arrojar los cuerpos de estas chicas. La búsqueda fue infructuosa, ya que no había huella alguna de la masacre que allí se cometió 81 años antes. Los represores se habían encargado de ocultar el delito y de borrar de esta manera cualquier rastro de memoria.

Pero estás jóvenes no fueron las únicas víctimas de una injusta represión de género en la zona. Hijas, madres y esposas de desaparecidos que en la mayoría de los casos no tenían implicación política o sindical, limitándose simplemente a vivir en silencio y ahogando las penas en la más absoluta soledad, sufrieron las consecuencias devastadoras de un bando sin escrúpulos con sed de venganza. En la provincia de Sevilla se registró el mayor número de mujeres represaliadas de toda España durante la dictadura de Franco (790).

Mujer llorando junto a familiar asesinado.   Fuente: Recuperandomemoria
Mujer llorando junto a familiar asesinado. Fuente: Recuperandomemoria

El caso de las 17 rosas de Guillena no deja de ser especialmente triste. Mujeres encarceladas, torturadas, humilladas y rapadas que fueron sometidas a una exposición social en el pueblo para dar a entender “lo que no se debía hacer”. Entre el 6 y el 8 de noviembre de 1937 la historia terminó como en la mayoría de los casos, apresadas en un camión y trasladadas al pueblo vecino de Gerena, donde fueron fusiladas sin piedad. Su mayor condena fue la de tener lazos de unión con milicianos que estaban luchando contra el bando franquista.

Sus cuerpos fueron arrojados sin miramientos a una fosa común. Tenían entre 24 y 70 años. Tras muchos años de lucha, estas rosas de Guillena fueron exhumadas en 2012 y enterradas de manera digna en su localidad.

Mujeres rapadas en Montilla (Córdoba) durante la Guerra Civil.   Fuente: Tercera Información
Mujeres rapadas en Montilla (Córdoba) durante la Guerra Civil. Fuente: Tercera Información

La mayoría de estas mujeres tuvieron un final trágico. Fueron asesinadas frente a un pelotón de fusilamiento, muertas en cárceles durante su “condena”, desaparecidas o incitadas al suicido ante la locura que estaban padeciendo. Debemos resaltar que la represión contra las mujeres adquiría unos tintes muy distintos a la de los hombres, ya que la finalidad principal era la de degradar hasta el límite la dignidad de las mismas a través de torturas específicas en sus cuerpos.

Con el paso de los años, muchas de estas mujeres siguen sin ser declaradas víctimas de la Guerra Civil, por lo que sus expedientes quedan tachados de “desaparecidas”.

A la memoria de todas esas madres, hijas, hermanas y esposas que un día el viento las arrancó de raíz de su tierra fértil, donde la lluvia no ha conseguido florecer aquellos campos tristes que han quedado enmudecidos por el sonido de un tiro.

Fuentes:

Eldiarioandalucia.es/Andalucía(2013). Fuentes de Andalucía Homenajea a las niñas del Aguaucho.

Huffpost.es (2015). Llevan a la justicia el asesinato de las 17 rosas de Guillena en 1937.

Diario-octubre.com (2017). Cortijo el Aguaucho: El crimen más sádico de los franquistas.

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