¿Ovnis en el Renacimiento?
La Virgen con el niño y san Juan / fuente: Public domain

Para algunos autores, como Peter Kolosimo o Erich Von Däniken, los ovnis no son una invención reciente, sino que nuestros antepasados también los veían, y trataron de dejar reflejada su presencia en los medios de que disponían, como por ejemplo los cuadros. La búsqueda de estas posibles manifestaciones de visitantes de otros mundos en sus naves espaciales a lo largo de la historia se ha denominado como «clipeología», término acuñado en los años cincuenta del siglo XX. Deriva del latín «clipeus» (nombre del escudo redondo que empleaban los guerreros romanos) y tiene su origen en el hecho de que Plinio el Viejo (23-79 d. C), en su Historia natural, asegurase haber visto en el cielo extraños “discos en llamas” (clipei ardentes).

Aquí tienen lugar algunas de esas “pruebas” que suelen poner como muestra de que los ovnis son reales y que nos han acechado durante toda nuestra existencia, dejándonos muestra de ello algunos de los mejores pintores del Renacimiento…

La Virgen con el Niño y San Juanito

La Virgen con el Niño y San Juanito (Museo del Palazzo Vecchio de Florencia), pintado a finales del siglo XV, y atribuido a Sebastian Mainardi, es uno de los mejores ejemplos para todos aquellos clipeólogos que creen ver en él un posible ovni. Observando el cuadro, en su parte posterior, justo detrás del hombro de la Virgen, aparece dibujado una extraña silueta oval suspendida en el cielo, que estos investigadores de la ufología identifican como un vehículo volador de forma ovoidal, además de estar en movimiento… Una prueba irrefutable, según muchos. Lo que pasa es que para comprender la realidad de lo que el artista renacentista quería mostrar es imprescindible u obligatorio entender cómo trabajaban estos artistas de la época, y tratar de informarse del posible significado simbólico de todos aquellos extraños elementos en el contexto artístico de aquel momento, de lo contrario caemos en lo que se suele denominar «sesgo cognitivo», y es que solemos interpretar según nuestros conocimientos, y si estos son nulos o escasos, atribuimos erróneamente el significado que queremos creer o el que nos inducen a creer.

El hecho es que el misterioso objeto del cuadro de Mainardi no es, en realidad, más que una representación de lo que sería una «nube luminosa». Por aquel tiempo, los temas que aparecen pintados son casi exclusivamente de tipo religioso, y en este caso se trata de una “adoración” (tema muy común), donde es muy frecuente que apareciesen en el cielo bien un ángel o una nube luminosa, tal y como aparece en esta imagen, hecho recogido en varios evangelios apócrifos. Otro ejemplo de esto mismo lo encontramos en un cuadro llamado La Natividad (1405) del florentino Lorenzo Monaco.

Detalle de la nube luminosa / fuente:Public domain
Detalle de la nube luminosa / fuente:Public domain

 

La Anunciación 

La Anunciación de Carlo Crivelli (1486) /fuente: Public domain
La Anunciación de Carlo Crivelli (1486) /fuente: Public domain

 

La Anunciación (National Gallery de Londres), pintura realizada en 1486 por Carlo Crivelli, nos muestra algo parecido a un platillo volante en el cielo, desde donde parece que sale un rayo que, tras descender y atravesar una pared, alcanza a la Virgen, quien se encuentra en posición orante. Sobre este cuadro se han realizado multitud de reproducciones donde se nos muestran unas ampliaciones del presunto ovni, aunque hay que decir que todas ellas son de muy baja o pésima calidad. De hecho, con observar una imagen de este cuadro en buena calidad o bien acercarse al museo londinense donde se encuentra ubicado y mirarlo de cerca, podremos comprobar que de objeto volador no identificado nada de nada…

Si nos fijamos bien, parece una especie de remolino de ángeles en las nubes, representación por otra parte muy difundida de la Divinidad en numerosas obras del arte bajo medieval y renacentista, como por ejemplo los frescos de Correggio en la cúpula de la catedral de Parma, o un grabado de Gustave Doré para el canto XXXI de “Paraíso”, aunque dicha representación es especialmente utilizada en aquellas obras que tienen como tema principal la Anunciación o el Bautismo de Cristo.

Del mismo autor, Crivelli, es el cuadro llamado La Virgen y el Niño, también celebre entre los buscadores de ovnis, por mostrar ciertos objetos que en principio son parecidos a modernos misiles de reacción en su fase de despegue… Pero claro, aquí tampoco se han molestado en investigar o estudiar la vida del artista, ni su obra, ni el lugar en el que esta se creó, ya que es más sencillo afirmar tal cosa partiendo únicamente de las impresiones que nos produce si hacemos una semejanza con la actualidad. La realidad es muy distinta, basta con comparar la obra con otras del mismo artista para poder apreciar que lo que se observa en ese paisaje son, sencillamente, esbozos de torres y campanarios, dibujados con rápidas pinceladas, técnica muy utilizada por Crivelli en todos sus paisajes.

Detalle del remolino de ángeles en la nube / fuente:  Public domain
Detalle del remolino de ángeles en la nube / fuente: Public domain

 

La Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad de Bonaventura Salimbeni (1595) /fuente: Public domain
La Santísima Trinidad de Bonaventura Salimbeni (1595) /fuente: Public domain

 

La Santísima Trinidad (basílica de San Pedro, Montalcino, Italia), pintado en 1595 por Bonaventura Salimbeni, o más conocido en la actualidad por todos aquellos amantes del misterio como «El Sputnik de Dios», es probablemente uno de los cuadros más famosos donde se aprecia la “evidencia de ovnis” en el pasado… El misterioso objeto esférico con lo que parecen unas antenas, y situado entre Cristo y Dios, se ha venido definiendo durante mucho tiempo por los ufólogos como el Sputnik de Montalcino, debido a las semejanzas que parece tener con los antiguos satélites artificiales soviéticos. De nuevo tenemos que volver la vista y retroceder a los tiempos donde fue ejecutado aquel cuadro para comprender que dicho “globo” representa a la Creación, con el Sol en la parte posterior y la Luna en la inferior, a la izquierda, y no siendo tal y como dicen en la actualidad que es el periscopio del satélite… Decir también que las dos supuestas antenas que parecen apreciarse no son otra cosa que dos cetros.

Este tipo de ilustración astronómica dentro del globo de la Creación se puede encontrar también en un cuadro de Pieter Coecke donde se representa a la Trinidad.

Las representaciones de este tipo, del Sol y la Luna, han llevado con bastante frecuencia a determinados investigadores de estos misterios a tergiversar completamente su significado… Por poner algún ejemplo más sobre este tema, podemos encontrar que la mayoría de las crucifixiones de estilo bizantino suelen aparecer junto a estos “objetos”, véase el Sol y la Luna, que a menudo se pintan con rasgos humanos.

Casos curiosos sobre esto se encuentran en los cuadros de la Crucifixión en la catedral Svetitskhoveli, en Mtskheta (Georgia), o en el de la Crucifixión del monasterio de Visoki Decani, en Kosovo. En esta última, por ejemplo, los clipeólogos han creído ver incluso en el Sol y la Luna «dos cápsulas espaciales pilotadas»… ¡Ahí es nada!

El grabado de Hans Glaser

Grabado de Hans Glaser (1561) / fuente: Public domain
Grabado de Hans Glaser (1561) / fuente: Public domain

 

Podría seguir con una multitud de ejemplos donde los ufólogos creen ver platillos volantes expuestos en diferentes cuadros, pero sería más de lo mismo. No obstante, hay una representación que llama bastante la atención en cuanto a este fenómeno, que no es otro que un grabado del tipógrafo Hans Glaser, quien nos dejó documentado en la gaceta de la ciudad un acontecimiento que tuvo lugar el 14 de abril de 1561, e interpretado en la actualidad como una representación de una «batalla de naves espaciales extraterrestres en el cielo de Núremberg» en el siglo XVI. En él se pueden apreciar diversas esferas de colores, cruces, ejes fragmentados, algo que parece una gran lanza negra y unas especies de “tubos” que parecen ser, siempre en opinión de los ufólogos, «aeronaves nodrizas de las que salen platillos volantes».

Al igual que en el caso de otros grabados de la época (como una xilografía de Basilea realizada pocos años después donde se aprecian numerosos círculos blancos y negros en el cielo), estamos ante otro típico error de interpretación debido a que se ha tratado de interpretar con enfoques modernos. Por aquel entonces, las gacetas no eran tal y como entendemos en la actualidad los periódicos, los cuales tratan de informarnos sobre hechos verídicos (aunque algunos nos cuelen noticias falsas con una clara intención ideológica), sino que éstas funcionaban como meras publicaciones de carácter teológico. Todo lo que en ellas se narraba pasaba irremediablemente por el filtro religioso de su época. Cualquier acontecimiento de origen natural, como el paso de un cometa o la erupción de un volcán, se convertían en pretextos para difundir advertencias sobre la población. La explicación que le daban era que se trataban de señales divinas que invitaban al arrepentimiento, y, a partir de ahí, cada autor, cada pintor, trataba de darle su propia interpretación teológica sobre aquellos fenómenos. Es por ello que, para algunos, un meteorito se trasformaba, así como si nada, en un caballero del Apocalipsis; una lluvia roja producida por la suciedad de la arena proveniente del desierto se considerase como si de lágrimas de sangre fuese, y así con decenas de ejemplos.

En el tema nos ocupa, el grabado de Glaser, fue escoger un motivo típico de la cultura judeo-cristiana del siglo XVI, el del ejército fantasma: los dos «cilindros» no son más que cañones, y las esferas que aparecen, las balas que estos disparaban.

Está claro que aquel artista trataba de utilizar, fruto de su fantasía, un claro mensaje de arrepentimiento antes de que llegase el anunciado Apocalipsis, pero jamás podría haber imaginado que quinientos años más tarde algunos vieran en sus obras naves nodrizas o platillos volantes atacando una ciudad. Estoy convencido que pensaría que para imaginación la nuestra, no la suya…

En definitiva…

Lo que queda claro de todo esto, es que el método o la manera de interpretar estas obras, demuestra que basta con carecer de estudios en materia de Historia del Arte para lanzar todo tipo de afirmaciones a cuál más disparatada y conseguir que muchísima gente, la cual también carece de dichos estudios, las crea…

Valga como último ejemplo de todo esto una obra llamada Virgen y Niño con san Benito (Iglesia de Saint-Hippoyte de Vivion, Francia), de autor desconocido, donde parece apreciarse una especie de “helicóptero” que sostiene Jesús en su mano. Sin embargo, dicho “helicóptero” es solo un sencillo juguete de la época en cuestión que se llamaba «muolinet», el cual apareció por primera vez en 1390, un simple molino de viento en miniatura, donde las hélices del objeto son, simplemente, las aspas del dichoso molino, construidas de tal forma que, al tirar de un cordón, éstas se ponían en movimiento y producían un ruido al generarse su rápido giro.

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