Los Comuneros de Castilla: ¿herejes?
Estatua de Juan Bravo en la Plaza de Medina del Campo de Segovia. Fuente: wikicommons

La autoridad estaba sustentada por la religión. Quien negara dicha autoridad estaría actuando contra Dios. Desde este punto de vista, se consideró la Revuelta de los Comuneros de Castilla como una herejía al estar atentando contra el orden establecido por la divinidad.

Los comuneros han sido estudiados como un caso de anticlericalismo. En la historiografía, esta revuelta no se ha visto asociada a los movimientos heréticos acontecidos en época bajo medieval y moderna en el resto de Europa. De este modo, ninguno de sus participantes fue acusado de hereje, pero sus contemporáneos les criticaron desde una perspectiva anti-herética.

En torno a los siglos XV y XVI los movimientos sociales de Europa tenían componentes religiosos. Destacan varios personajes interesantes que relacionaron la actuación de los rebeldes con la de los herejes. El fraile Santa Marina, de la orden de los agustinos, se manifestó a favor del movimiento y ensalzaba la labor de los comuneros. Así, se le asoció con el diablo al provocar las revueltas contra el rey. Francisco López de Villalobos manifestó en sus “Cartas Castellanas”, dirigidas al obispo de Palencia, su idea sobre el componente herético de los rebeldes, acusándoles de traidores y ladrones. Finalmente, el Almirante de Castilla criticó duramente la libertad a la que apelaban los comuneros. Los anti-comuneros usaron vocablos relacionados con procedimientos heréticos para hablar de la revolución. Esto se aprecia en discursos de personajes tan relevantes como Adriano de Utrech, relacionando asuntos religiosos en discursos políticos

A pesar de lo expuesto anteriormente, el papel de los frailes y predicadores fue esencial en los movimientos populares. De este modo, desde el inicio de la revuelta, las órdenes religiosas se establecieron como portavoces del descontento de las Comunidades. Gracias a este apoyo desde algunas facciones religiosas como la de San Agustín, las iglesias fueron utilizadas como centros de reunión. Destacan algunas de la provincia de Segovia: San Miguel, Santa Eulalia o el Convento de San Francisco.

Iglesia de San Miguel de Segovia. Fuente: wikicommons
Iglesia de San Miguel de Segovia. Fuente: wikicommons

Convento de San Francisco de Segovia, actual Academia de Artillería. Fuente: wikicommons
Convento de San Francisco de Segovia, actual Academia de Artillería. Fuente: wikicommons

Cabe destacar la llamada Cédula del común, un panfleto que se distribuyó entre los comuneros y atribuido a un fraile dominico. En él se defendía la idea de que la religión era un instrumento muy poderoso en los movimientos políticos y sociales.

Por otro lado, el demonio ha sido considerado como el provocador de movimientos contrarios al orden establecido, pues actuaba en la conciencia de los participantes. Algunos de los contemporáneos de la Revuelta de las Comunidades manifestaban los objetivos diabólicos del movimiento. Afirmaban que el demonio había tomado forma de hombre. Como apunta Martínez Gil en su obra “En torno a la Comunidades de Castilla”: «el demonio era un generador de descontento, en especial cuando participaban sectores populares e implicaba fuertes actos de violencia.»

Además, cabe señalar la relación de los conversos en la connotación herética de los comuneros. Estos participaron en la rebelión de manera activa y como patrocinadores de la misma. Toledo fue una de las ciudades que se mostró más violenta y se afirmaba que esto se debía a la cantidad considerable de nuevos cristianos allí presentes.

Los tres protagonistas de la revuelta de las Comunidades estaban muy relacionados con conversos. Así, podemos destacar los matrimonios de Juan de Padilla y Juan Bravo. Este último, líder segoviano, se casó con María López Coronel, una judía conversa criticada por reconvertirse públicamente al judaísmo.

Es relevante mencionar la figura de María Pacheco, esposa de Juan de Padilla y vista por la perspectiva anti-comunera como un símbolo de las artes ocultas. Su antepasado judío, su matrimonio y sus posibles aspiraciones al trono de doña Juana aumentaron la desconfianza hacia este personaje. En torno a ella, surgieron numerosas opiniones, desde dos puntos de vista: herético y santo.

Entre los principales financieros conversos del territorio de Segovia se encuentran Íñigo López Coronel, padre de la mujer de Juan Bravo, Alonso Cuéllar y Juan de Salier. En Madrid, destaca Alonso Gutiérrez, que ofreció ayudas económicas tanto al bando del monarca Carlos I como al de los comuneros. Además, este personaje intentó ingresar en la Junta Santa comunera.

En definitiva, la revuelta comunera, desde un estudio de la religión, fue apoyada y criticada. Por un lado, hubo numerosos apoyos desde órdenes religiosas, pues gran parte de la sociedad no se sentía identificada con el nuevo monarca, Carlos I. Por el otro, tanto las facciones laicas como las eclesiásticas que apoyaban al monarca vieron en dicho movimiento una gran amenaza. De este modo, apelar a la herejía les sirvió para aventajarse en la lucha.

Como conclusión, este aspecto de nuestra historia no puede ser entendido sin tener en cuenta el componente religioso. La Iglesia y sus miembros influían en el gobierno de la Monarquía Hispana. Además, la monarquía estaba asociada con Dios y los reyes se apoyaban en diversos clérigos para legitimar su poder. Dichos clérigos aconsejaban no solo a nivel espiritual, sino también político y social. Por lo tanto, el componente religioso del movimiento fue básico para entender la forma de actuar de los monarcas y su desenlace final en la Batalla de Villalar.

 

Bibliografía

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