Un panorama desolador en el que sobrevivir. Esta es la cruda realidad en la que se vieron envueltas todas y cada una de las mujeres que vivieron una de las etapas más dramáticas de la historia española: el franquismo.
Una de las bases de este régimen era el patriarcado, por el cual las mujeres se encontraban en una posición desfavorable respecto a los hombres. Por esta razón, sufrieron una represión claramente mayor que estos últimos. Esta organización social, conocida como patriarcado, prevalece a día de hoy.
En esta época las mujeres vieron cómo se desvanecía el arduo progreso desarrollado desde principios del siglo XX, principalmente durante la Segunda República. Se consiguieron una serie de derechos fundamentales reservados única y exclusivamente al sexo masculino, como el derecho a voto. Este fue logrado el 1 de octubre de 1931, gracias fundamentalmente a la labor de la política Clara Campoamor.
Asimismo, se redefinió el papel de la mujer ejemplar, vinculado al mundo doméstico, familiar y apartado del ámbito político y social. Sin embargo, estas incansables luchadoras se vieron sometidas a una violencia sin precedentes, silenciada por un régimen en el que toda clase de torturas y humillaciones, desde rapados de pelo hasta violaciones, no sufrieron condena alguna. Pero, echemos la vista atrás.
Las mujeres se encontraban desplazadas de la política hasta que en la era republicana varias luchadoras innatas emergieron con la fuerza necesaria para cambiar esta adversa situación. Pero, con la irrupción del régimen franquista volvería a imponerse la sumisión femenina, así como su reclusión en el hogar.
Una de las mencionadas luchadoras fue Dolores Ibárruri, más conocida como la Pasionaria, dirigente comunista que ascendió al puesto de Secretaria General del PCE (Partido Comunista Español). Ocupó el cargo durante un período de 18 años, gracias a su carisma e incansable combate contra el fascismo.
Fue sustituida por Santiago Carrillo, si bien no abandonó la militancia, pues fue nombrada presidenta del partido y apoyó de manera incondicional al nuevo Secretario General. “Esta combinación funcionó perfectamente y hasta el día de mi dimisión en noviembre del 82 tuve el apoyo decisivo de ella en todas mis iniciativas políticas, con una lealtad y solidaridad total”, explica Santiago Carrillo en su propio libro titulado “Memorias” (Carrillo, 1993).
Otra mujer que tuvo un papel memorable en la política española durante la Segunda República fue Federica Montseny, conocida como la primera ministra española. Esta dirigente anarquista fue la responsable del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social durante el gobierno de Largo Caballero (1936-1937). Gracias a ella, se llevaron a cabo iniciativas tan relevantes como la legalización del aborto, que la Generalitat de Cataluña promulgó en diciembre de 1936.
Finalmente, Matilde Landa es otra de las mujeres que la historia nunca debería olvidar. Fue una destacada militante del PCE que acabó muriendo en la cárcel de Palma de Mallorca, debido a su persistente batalla contra el franquismo.
Su trabajo más destacado también tuvo lugar en una prisión, en la madrileña cárcel de Ventas. Allí creó en 1939 una oficina de mujeres presas dedicada a ayudar en temas jurídicos y apoyo moral a las detenidas más jóvenes. Recibió el nombre de “oficina de penadas”. De la misma manera que la Pasionaria o Federica Montseny, Matilde Landa es un símbolo que luchó por dar voz y protagonismo a la mujer en un entorno totalmente copado por hombres: la política. Mundo en el que las mujeres siempre han encontrado multitud de impedimentos para ejercer altos cargos o, simplemente, para ser escuchadas.
Por este motivo, la labor que ejercieron las mujeres en la política es digna de admirar. Gracias a su perseverancia y coraje la situación parece haber dado un giro de 360 grados hoy en día. Muchos propósitos se han cumplido, aunque todavía queda un largo camino por recorrer hasta que llegue el día en el que hombres y mujeres ostenten los mismos derechos y libertades. La Pasionaria, Federica Montsey y Matilde Landa son solo tres ejemplos de verdaderas guerreras que han permitido avanzar hacia una sociedad más justa.