Voluminosas, desnudas, aparentemente embarazadas y con grandes senos, son las características generales de estas representaciones. Las Venus Prehistóricas o Venus Paleolíticas, son las primeras representaciones del cuerpo femenino. Las más antiguas datan del Paleolítico Superior y muchos investigadores las consideran unas figuras ídolo, representaciones divinas, invocaciones y adoraciones a la fertilidad y/o a una Diosa Madre.
Son múltiples las variedades de estas figurillas, encontramos bajorrelieves, mas cobran mayor relevancia aquellas representadas de forma exenta, talladas en múltiples materiales (marfil, hueso, asta, piedra...), suponen uno de los hallazgos más interesantes y sujetos a diversas interpretaciones en el ámbito de la arqueología prehistórica.
A pesar de que su pequeño tamaño y su situación en los yacimientos (en hogares generalmente) apuntan a que se tratan de representaciones con carácter simbólico; existen ciertas características presentes en la mayoría de estas imágenes femeninas que nos llegan de la Prehistoria y derivan en otras interpretaciones.
Las Venus Paleolíticas son figurillas que en su mayoría obvian los rasgos de identidad, es decir, los rasgos faciales y el rostro en sí, son elementos cuya importancia es mínima en el conjunto de la figura, no llegan a ser definitorios a la identidad de la misma, tallados sin precisión y en su mayoría ausentes. Por el contrario, la importancia se traslada a los atributos que catalogaríamos como femeninos: pecho, caderas, pubis; todo ello sujeto a dos caracteres que centran la atención en ellos, la desnudez y la exageración de las formas.
De sus características comunes e incluso de su propio nombre, es innegable la carga patriarcal que hallamos en ambos, interpretaciones androcéntricas fruto de trasladar el presente al pasado.
Si se saca información en claro de estas representaciones es que están rodeadas de una gran cantidad de incógnitas y numerosas interpretaciones basadas en el presente.
Se especula sobre si estaban o no embarazadas, probablemente algunas representen la maternidad y otras no. De 132 figurillas estudiadas, Prudence Rice (1981), determina que sólo un 17% representan a mujeres embarazadas. Por lo que, ¿si no son representación de la maternidad por qué se catalogan como la Gran Diosa Madre?
Podríamos deducir que son meramente reflejo de la feminidad o exaltación de la misma, lo cual induce a preguntarse quién y por qué realizaron estas representaciones del cuerpo de la mujer. Teorías surgidas de la historia tradicional sugieren que fueron realizadas por hombres y para hombres, como un elemento pornográfico. Las bases de dichas teorías son inexistentes teniendo en cuenta el registro arqueológico y dónde fueron halladas dichas figurillas (ámbito doméstico).
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Como se ve en torno a ellas surge un inmenso halo de dudas, de teorías enfrentadas unas con otras, muchas de las cuales topan con un callejón sin salida, sin argumentos teóricos ni prácticos.
Hablábamos de Diosas Madre, de un matriarcado inexistente que cedió el paso del patriarcado actual, justificando así la sociedad actual y, como no, culpando o responsabilizando de ello al sujeto femenino. Se pueden catalogar de figurillas que representan la maternidad, lo cual además de encontrarse rebatido, relega a la mujer a un único papel, ser madre.
Si por el contrario no fueran ni un elemento simbólico o religioso, ni una representación de la maternidad o adoración a la fertilidad, estaríamos ante la exaltación de la feminidad, por lo que cobraría carácter sexual.
Como se puede ver, tanta información como teorías e interpretaciones, desconocemos por tanto su utilidad, conocemos su forma, material y contexto arqueológico sujetos todos ellos en su mayoría a interpretaciones de un claro carácter patriarcal. Ciertamente en el Paleolítico Superior se pueden encontrar un mayor número de representaciones femeninas que masculinas, pero habrá que continuar investigando y estudiando los múltiples interrogantes no resueltos aún para llegar a su auténtica realidad.
