En el Parque del Cuartel de la Montaña el 20 de Julio de 1972 se inaugura el Templo de Debod, este procede de una zona desértica de la Baja Nubia, al sur de Egipto, cerca de la Primera Catarata del Nilo, a unos 15 kilómetros de la región de la Baja Nubia, hoy en día en gran parte sumergida bajo las aguas de la Presa de Asuán. Las excavaciones arqueológicas nos han mostrado que en la zona de Debod había un pequeño poblamiento antiguo que creció en época greco-romana gracias a la construcción del templo. Como la zona de Debod estaba en el camino entre el norte de Egipto y el interior de África, y estaba cerca de algunos importantes santuarios religiosos, se convirtió en un habitual lugar de paso.
Nubia es el nombre con el que, desde la Edad Media, se conoce a la región central de Nilo entre Asuán y Jartum. A diferencia del amplio y fértil valle egipcio, el nubio es estrecho y de escarpadas orillas, lo que no facilita su explotación agraria y ganadera, salvo en unas pocas zonas. Fueron otros, por tanto, los valiosos recursos que pronto despertaron el interés de los monarcas egipcios: el cobre, las piedras duras, las piedras semipreciosas y, sobre todo, el oro.
Nubia se divide en dos grandes zonas geográficas y culturales. Al norte, entre las dos primeras cataratas se extiende la Baja Nubia, controlada por Egipto desde las primeras dinastías y colonizada en el Imperio Nuevo. La Alta Nubia, desde la segunda hasta la sexta catarata, fue cuna de dos grandes estados: el reino de Kerma, conquistado por Egipto en el 1500 antes de Cristo, y el Reino de Kush, conquistador a su vez de Egipto entre el 728 y el 662 antes de Cristo, durante lo que fue la XXV dinastía.
En siglo VI a. C., los ejércitos egipcios penetraron en la Alta Nubia, destruyendo la ciudad de Napata, capital de Kush. La monarquía kushita se trasladó entonces al sur, a Meroe, en la 5º catarata. A pesar de estas derrotas, los reyes meroitas siguieron considerándose los verdaderos herederos de la monarquía egipcia.
La ciudad de Debod se encontraba en la frontera norte de la Baja Nubia, a muy pocos kilómetros de Filé y Elefantina. En el Imperio Nuevo debió de existir allí un pequeño santuario dedicado a Amón, del que sólo han quedado dos fragmentos de un sillar con el nombre del faraón Seti II. Quizá el nombre egipcio de este monumeno: “ta hut”, la residencia, sea el origen del nombre de la villa: “la ciudad del templo”.
A principios del siglo II antes de Cristo, el rey Adijalamani de Meroe construyó sobre los restos de ese antiguo templo una pequeña capilla dedicada a los dioses Amón de Debod e Isis de Filé. Adijalamani, como años antes había hecho su predecesor Arqamani, aprovechó la rebelión del sur de Egipto contra Ptolomeo IV y V, para extender su control político hasta la Baja Nubia y ayudar a los rebeldes tebanos. Arqamani y Adijalamani construyeron varios templos y dedicaron monumentos en varias localidades de la Baja Nubia, incluida la isla de Filé.
Antiguamente, la capilla presentaba un aspecto muy distinto al actual, ya que sus paredes y techo estaban decorados con brillantes colores. Los restos de pintura se perdieron definitivamente a principios del siglo XX, tras su larga inmersión bajo las aguas del lago de Asuán.
Posteriormente, distintos reyes de la dinastía ptolemaica construyeron nuevas estancias alrededor de aquella, y fueron añadidos el santuario con sus altares (naos), las grandes puertas monumentales (pilonos), y las estancias para el culto y el mantenimiento del, que Egipto cede a España por la salvación de los templos de Nubia.
Sofocada la revuelta en el sur de Egipto, Ptolomeo VI y su sucesor Ptolomeo VIII retomaron el control de la Baja Nubia. En Debod, estos monarcas ampliaron el primitivo santuario construido por Adijalamani, dotándolo de nuevas capillas, una terraza y un pilono. La simple capilla original había dado paso a un pequeño, pero completo templo egipcio. Ptolomeo VIII consagró allí un sagrario monolítico para guardar una estatua de la diosa Isis, completado después por otro dedicado a Amón de Debod, ofrendado por Ptolomeo XII. De los dos, sólo el segundo se conserva hoy en su capilla, pues el primero desapareció durante el siglo XIX.
Roma conquistó Egipto en el año 30 antes de Cristo, tras la victoria del fututo emperador Augusto sobre Marco Antonio y la reina Cleopatra. En el sur, las legiones romanas continuaron guerreando diez años contra el reino de Meroe, hasta que la firma de un tratado de paz estableció unas fronteras estables entre ambos reinos. Muy pocos años después, el vestíbulo y la fachada principal del Templo de Debod fueron decorados con escenas en las que aparece representado Augusto. También en época romana se construyeron un tercer pilono, una vía procesional y un embarcadero, así como una capilla, que se ha interpretado como un mammisi, lugar donde se realizaban los ritos del nacimiento del dios niño.
Egipto y Nubia desaparecieron para el mundo occidental durante más de mil años, hasta que en el siglo XIX viajeros y aventureros redescubrieron para Europa sus antiguos monumentos.
Desde que nos llegó su primera descripción en detalle, en 1737, las referencias a él de los viajeros que cruzaban el Nilo fueron constantes. En 1907, la construcción de la presa de Asuán hizo que el templo fuera engullido por el río nueve meses al año y las obras de otra presa en los años 60 supuso un peligro definitivo de inmersión. Este hecho motivó su traslado y el de otros importantes restos unos metros hacia el interior. Así, en 1959 un equipo español al mando del profesor Martin Almagro, colaboró en el despiece del templo de Abu Simbel. El Gobierno egipcio decidió entonces donar a los países que habían participado en aquella monumental campaña cinco templos, entre ellos el de Debod. Para su adjudicación, la UNESCO había establecido que el templo debía exhibirse en museos o en centros científicos públicos, que se asegurara su conservación y que se creara un adecuado ambiente arqueológico. A pesar de que la aportación económica de otros países, como Holanda, Francia o Estados Unidos, había sido mucho mayor y que las condiciones de la UNESCO nunca fueron respetadas, la petición española fue elegida en 1968 y el templo llevado por partes desde su ubicación hasta Madrid unos años después culminando su reconstrucción el 20 de Julio de 1972.
El Templo de Debod fue uno de los primeros en ser rescatado. Trasladado primero a Elefantina, hasta se cesión a España.
El templo fue desmontado, numerándose sus sillares, trasladado en barco hasta el puerto de Valencia, y después en cajas en camiones a Madrid, donde fue reconstruido en su emplazamiento actual, solar del antiguo Cuartel de la Montaña de Príncipe Pío, dentro de un proyecto paisajístico con un estanque con agua que representa simbólicamente el río Nilo bañado por la luz de unas espectaculares puestas de sol. El Templo de Debod fue abierto al público como museo en 1972.
El alcalde Arias Navarro invita a los embajadores de Egipto, Argelia y Arabia Saudi, a visitar la inauguración. El Museo Arqueológico Nacional ( MAN ) se ha visto enriquecido con 3000 piezas, procedentes de las excavaciones para su cesión, que permiten un mejor conocimiento del arte y costumbre de las costumbre del Nilo.
Padeció graves deterioros en los últimos siglos y sin embargo son muy importantes las partes conservadas y traídas a Madrid. En su nueva ubicación en el parque, se tuvo en cuenta la orientación original y ante una lamina de agua, ha sido colocado el monumento formado por dos pilonos y el templo en cuyo interior hay un vestíbulo y dos capillas; la central fue construida en el mismo Azakhera-mon. Los bajorrelieves y jeroglíficos en los que se describen las ofrendas a los dioses se conservan tal como se encontraron en Egipto gracias a la magnífica labor de arqueólogos y los métodos de conservación que estos aunaron junto con el personal de MAN.