Corría el año 1975 y un joven californiano dedicado a la publicidad escuchaba como sus amigos y amigas no hacían más que quejarse de lo problemático que suponía tener y cuidar a sus mascotas (¡como si no hubiera mayores problemas!). Este joven en concreto era Gary Dahl, que se puso a darle vueltas al “coco” bien por hacerle un favor a sus amigos o simplemente porque sabía que saldría bien.
El resultado debía ser una mascota que no diera problemas, que no te levantara en la noche hurgando en la basura, que arañe los muebles o que no hubiera que sacarla a pasear. Y la suma de todo esto dio su fruto: THE PET ROCK.
¿Y a quién le iba a importar eso?
Pues a un millón quinientas mil personas. Has leído bien, esa cifra concretamente fue el número de compradores de la piedra mascota en su efímera moda.
Gary sabía lo que hacía, cercana la Navidad y bajo el furor que se produce en esa época con las compras, lanzó un producto de corto pero intenso recorrido; solo 6 meses de locura, pero que locura. La piedra costaba 3,95 dólares, y aunque las ventas pararon y se cortaron de golpe en 1976, eso a Gary Dahl ya le era indiferente pues se había hecho millonario. Solo multiplica 1.500.000 x 3,95….
¡5.925.000 dólares! Y eso que la cifra de compradores es solo orientativa.
¿Qué se compraba realmente?
Cuando comprabas tu piedra mascota venía dentro de una caja de cartón con agujeros como si necesitara oxígeno para respirar. En su interior, la bonita y esperada piedra reposaba sobre un nido de paja esperando a que su nuevo dueño la tomara con cariño.
Para más inri, esta caja contenía también un pequeño manual que explicaba cómo cuidar y amaestrar a tu piedra mascota, explicaciones o consejos absurdos tal cuales como que para hacerla rodar o atacar necesitaba que el dueño la ayudara e incluso cómo hacer que se quedara quieta o que “se hiciera el muerto”. 32 páginas de consejos.
La idea del californiano había triunfado; rápida y eficaz. Había creado una especie de tamagochi en la década de los ´70, una creación que bastó para hacerle rico en 6 meses vendiendo piedras (se cuenta que compró un millón de piedras a un centavo cada una o que simplemente las cogía de un río cercano). No se libraría de recibir algunas demandas, pero al fin y al cabo ¿Qué había hecho él de malo?
Puedes sacar varias conclusiones de esto, desde que el ser humano es un voraz consumidor de lo que le ofrezcan por muy estúpido que sea, pasando por fácil es hacerse rico y terminando en la idea de que ya tienes decidido cual es próximo regalo que vas a hacer (o que quieras recibir): UNA PIEDRA.
¡Puedes ser original y no llamarla Rocky!
Posdata: ahora las venden a modo de USB, pero ya no es tan divertido.