Llega el buen tiempo y con él las escapadas para relajarse, así que ropa cómoda, mochila y en marcha…
Nada más entrar en Consuegra lo primero que llama la atención es que siendo un pueblo grande a diferencia de muchos aún guarda su encanto entre las calles.
Una vez localizado el camino que lleva al Castillo de la Muela ya se empieza a notar un cambio notable en el paisaje dando paso a los molinos y restos de construcciones…
Camino del Castillo de la Muela se pueden ver restos de edificaciones romanas, visita es guiada e incluye representación por lo que se hace muy amena y divertida haciendo participe a los visitantes a la par que nos narran la historia.
Su historia entre las letras
La fundación de Consuegra se pierde en la noche de los tiempos, como recurrentemente suelen decir las antiguas crónicas. Hay diferentes restos arqueológicos que avalan el asentamiento del pueblo ibero al menos en el siglo VI a. C.
Lo realmente seguro es que en la época romana Consuegra, (conocida entonces como Consabura), era un importante paso entre el norte y el sur, y lo reconocemos mediante las diferentes obras e infraestructuras que la romanización nos dejó. Tito Livio y Plinio ya mencionaron nuestra localidad y alguna de las impresionantes pruebas que los romanos nos dejaron fueron la importante presa romana de más de 600 metros de longitud (una de las presas romanas más grandes conservadas), el desaparecido circo romano, un antiguo acueducto, unas termas, restos arqueológicos diversos como monedas, ánforas, estatuas, etc.
Avanzando por la historia hasta la llegada de los árabes a la península, Consuegra vuelve a tomar posiciones, debido a su situación geográfica y a la posición estratégica de su castillo. Diferentes ataques y conflictos bélicos tienen lugar en el Cerro Calderico, en torno a su castillo, en los que cabe citar como uno de los más importantes la batalla que tuvo lugar el 15 de agosto de 1097, entre las tropas almorávides al mando de Yusuf ibn Tasufin y el ejército castellano, capitaneado por Alfonso VI. Con éstos últimos, se encontraba batallando Diego Rodríguez, hijo varón del Cid Campeador, personaje polémico históricamente, el cual perecería en manos del enemigo frente a nuestro castillo aquél fatídico día.
Siguieron los conflictos entre invasores y castellanos, y sería en el año 1183, cuando por donación de Alfonso VIII el castillo de Consuegra pasa a ser de dominio sanjuanista y la Orden de San Juan de Jerusalén controlará nuestra ciudad y toda su comarca, situando en ella la capital de su Priorato de La Mancha, y comenzando desde Consuegra, un proceso repoblador y en toda la comarca.
Durante la época del Emperador Carlos V, hubo un enfrentamiento entre D. Antonio de Zúñiga y D. Diego de Toledo por hacerse con el Gran Priorato. Para solucionar las desavenencias entre ambos, el Emperador dividió en dos el gran Priorato, concediéndole a D. Antonio de Zúñiga el Priorato de Castilla, del que dependían Consuegra, Madridejos, Urda, Tembleque, Herencia, Villarta y Arenas; y a D. Diego de Toledo el Priorato de León, con las Villas de Alcázar de Consuegra, Quero, Villafranca, Argamasilla y Puerto Lapice. A la muerte de los dos Priores, se vuelven a unir las dos zonas en el Gran Priorato de Castilla León.
La Orden de Malta permanecería en Consuegra hasta mediados del siglo XIX, cuando después del proceso desamortizador, le fueron arrebatados sus bienes y el poco personal al servicio de los sanjuanistas marcharía a Madrid.
El castillo de Consuegra, con una fundación posiblemente romana y una adaptación musulmana, sería modificado a la llegada de los caballeros de San Juan, para establecer en él la sede del Priorato de Castilla y León y el preciado y rico Archivo Prioral, en el que se custodiaron valiosos documentos como concesiones reales, bulas, apeos, etc. En una de sus torres, quedan dos pruebas del paso de los caballeros de Malta por nuestra ciudad, es decir dos escudos familiares de dos de sus antiguos priores. El inferior pertenece a la familia de los “Toledo”, y el superior a Don Juan José de Austria, hijo ilegítimo de Felipe IV, el cual residió varios años en Consuegra. El castillo, ya a finales del siglo XVIII, comenzaría un proceso de deterioro y abandono paulatinos, quedando con el único uso de alojar la imagen de la Virgen de la Blanca, patrona de Consuegra, ya que el Archivo Prioral se trasladaría al torreón del palacio, en el mismo núcleo urbano de la población.
Cuando también se trasladó a la parroquia de Santa María la Mayor, la imagen de la Virgen de la Blanca, el castillo quedaría en total abandono, abierto al pillaje y como morada de transeúntes y bandidos. En el siglo XIX a raíz del proceso desamortizador deja de ser de titularidad sanjuanista y pasa a manos particulares al expropiarse en 1851.
Afortunadamente, ya en el siglo XX, las autoridades municipales, viendo conveniente la restauración del mismo y reconociendo la importancia que para Consuegra tenía su consolidación como elemento histórico y turístico, comenzaron el desescombro y limpieza de su perímetro, comprando a su vez toda la fortaleza a su dueño y continuando con la construcción del acceso adecuado al cerro.
Durante la Guerra de la Independencia, el 22 de septiembre de 1809, tuvo lugar la Batalla de Consuegra, contra el ejército francés, en las que fueron derrotadas las tropas del Duque de Alburquerque, siendo ocupada la población por los franceses, que destruyeron la iglesia parroquial de Santa María la Mayor (de la que solamente quedan un ábside mudéjar), y fue quemado gran parte del archivo de la Orden que se había bajado del castillo años antes. Posteriormente, ya en 1812, Consuegra fue liberada por las tropas españolas al mando del General Elío.
A finales del siglo XIX, una tremenda catástrofe asolaría una buena parte de la ciudad; una inundación de nuestro rio Amarguillo marcaría la ciudad, tanto en el aspecto social, como en el urbanístico y económico, sesgando la vida de 359 personas, y obligando a replantear la urbanización de todo el centro de la población para prever futuras riadas y sucesos tan lamentables como aquél que ocurrió el 11 de septiembre de 1891. Una de las consecuencias de aquella inundación sería la creación de un nuevo barrio denominado “El Imparcial”, ya que fue éste diario un importante promotor de diferentes ayudas, suscripciones y subvenciones dirigidas a Consuegra en ayuda de las víctimas de la inundación.
En 1927 el rey Alfonso XIII concedería a Consuegra el título de Ciudad.
Uno de los principales edificios que conserva Consuegra procedente también de aquél pasado sanjuanista es la iglesia de San Juan Bautista, edificada en 1567. Tiene forma de cruz latina y con torre adosada.
El convento de Padres Franciscanos, fue fundado en el siglo XVII, fecha en la cual quien lo ocupó sería la comunidad de monjas Bernardas quienes lo habitaron hasta el siglo XIX. La fábrica del antiguo convento presenta la clásica composición típica conventual, y consta de dos claustros e iglesia. Actualmente no tiene culto desde que los frailes franciscanos abandonaran la población y su iglesia se destina a local de ensayos, sala multiusos, exposiciones, etc. Las plantas superiores así como el claustro central se han rehabilitado para residencia de la 3ª edad.
La ermita del Cristo de la Vera Cruz. En este edificio contrasta la diferencia de estilos entre la fachada, el resto de la arquitectura exterior y su cúpula y acabado interior. Une el aspecto austero del combinado de ladrillo y piedra del estilo toledano-mudéjar con una flamante fachada en mármol blanco con almohadillado neoclásico y columnas salomónicas decoradas barrocas, en un compendio armonioso de simetría y eclecticismo. La ermita cuenta su vez con una valiosa colección de obras de arte y exvotos expuestos tanto en el templo como en un museo habilitado para este uso desde hace unos años.