Corría el año de 1353 a. C. cuando al trono del Imperio Egipcio llegaba un faraón con ideas revolucionarias, su nombre era Neferjeperura Amenhotep, mejor conocido como Akenatón. Este personaje sería el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto y reinaría de 1353 a 1336 a. C.
Akenatón establecería su reino en Amarna, nombre árabe de la nueva capital de Egipto en ese entonces, un lugar hoy enterrado por el desierto y que sería testigo de acontecimientos que actualmente historiadores y arqueólogos siguen intentando explicarse.
Amarna, ciudad donde Akenatón establecería su reinado
Desde muy chico, el joven Amenhotep (Akenatón) dio muestras de tendencias diferentes a las de su familia y todo Egipto. El joven no aparecía en esculturas familiares, era ignorado por su padre y mientras que su hermano y hermanas eran condecorados con títulos y honores, absolutamente nadie recordaba al menor de los hijos de Amenhotep III.
El adolescente no asistía a los templos a venerar al dios Amón y a nadie le importaba, pues incluso el gran dios de Egipto lo rechazaba. La única que centraba su atención en el joven Amenhotep, que después pasaría a llamarse Akenatón, era la reina Tiy, esposa de Amenhotep III. Tiy anhelaba que su hijo se convirtiera en faraón ya que su vástago mayor había muerto, sin embargo, existían otros jóvenes quienes deseaban el trono del Imperio Egipcio.
Amenhotep III
El propósito de la reina Tiy se haría realidad. Amenhotep III enfermaría a causa de su dieta, la cual era consumir pan hecho de trigo molido en ruedas de piedra, por lo que al comer este producto también se consumía tierra y arena; esta misma dieta la llevaba cualquier ciudadano egipcio durante toda su vida, era obvio que tras el paso de los años les repercutiría en la salud. Así, enfermo su padre, Neferjeperura Amenhotep se convertiría en faraón de Egipto con apenas 18 años en el 1353 a. C.
Reina Tiy, Gran Esposa Real de Amenhotep III
En los primeros años de su gobierno comenzaría la revolución de Egipto, Akenatón mandaría a edificar su templo en Karnak, centro de la antigua Tebas, en él mando a hacer esculturas sobre su persona, esculturas muy realistas en donde Akenatón aparecía con los dedos de los pies y las manos muy alargados y finos, caderas anchas, pechos desarrollados y el rostro alargado. No era algo normal en ninguno de los anteriores reinados.
En el nuevo templo de Karnak no había rastro de Amón ni de ningún otro dios que no fuera Atón, el disco solar, de esta forma Akenatón daría fin a 2000 años de religiosidad y politeísmo en Egipto.
En el quinto año de su reinado, Akenatón decidió dejar atrás Tebas, donde siempre fuera despreciado y trasladó su imperio a un lugar desierto, donde construiría la ciudad de Amarna, que significa “Horizonte de Atón”, porque según él así su dios se lo había indicado.
Akenatón no solo reformó la religión, sino también el arte egipcio, durante su reinado no hubo más esculturas de cuerpos con músculos idealizados, sus propias esculturas son las prueba más fehaciente; Akenatón aparecía incluso hasta con sus verrugas. Ni siquiera Nefertiti, la Gran Esposa Real de Akenatón pudo escapar de esta realidad, a menudo que envejecía se le esculpía incluso con la espalda encorvada. La nueva tendencia obligaba también a que la familia real fuera retratada con cabezas largas.
Escultura realista de Akenatón
Mientras Akenatón vivía en la gloria y adoraba a Atón, se olvidaba de su pueblo, que se estaba cayendo y que no simpatizaba con él ni con su dios. El faraón quería vivir la realidad, pero estaba claro que tras varios años aislado cuando fue pequeño, la desconocía por lo que se mantuvo ajeno a los problemas de Egipto.
Luego de 14 años de reinado, la esposa y compañera fiel de Akenatón, Nefertiti, murió; Akenatón se quedó solo, pues incluso su otra esposa, Kiya, también había muerto. Se cree que después de la muerte de Nefertiti, Akenatón elegiría a una de sus hijas como Gran Esposa Real, aunque esto último carece de sustento.
Nefertiti, Gran Esposa Real de Akenatón
Solo y tras 17 años de gobierno, Akenatón vio el comienzo de la decadencia del gran sueño del desierto, vería caer su imperio y que su dios Atón lo desprotegía. Entonces con tan solo treinta años, Akenatón, el faraón rebelde, moriría.
Todo el mundo abandonó Amarna y regresó a la antigua Tebas y a los antiguos dioses, Akenatón sería culpado de hereje y Tutankamón, esposo de su hija Anjesenamón, sería el nuevo faraón de Egipto.