La III Cruzada, convocada en 1189, contó con el entusiasta apoyo de caballeros de todo el orbe cristiano, deseosos de purgar sus pecados. La guerra se estancó en el asedio a San Juan de Acre. Las enfermedades y el hambre hicieron mella al ejército cruzado, en el que pronto surgieron rivalidades entre germanos y francos. Los alemanes hicieron piña y crearon la Orden de los Caballeros Teutónicos, con el objetivo de asistir a los enfermos y defender la cristiandad. En 1198 su primer gran maestre, Enrique von Balpot, fue elegido y la orden reconocida por el papa Inocencio III.
La enemistad entre la Orden Teutónica, la Orden de San Juan y los Templarios creaba una difícil tesitura en Jerusalén, recuperada en 1228. Por aquel entonces, en la orden gobernaba el cuarto Gran Maestre, Hermann von Salza. Era un hombre pragmático, un político que supo ejercer de intermediario entre el papado y el emperador, los dos poderes antagonistas en Europa. El rey alemán Federico II quiso recompensar esta labor de von Salza concediendo a la orden el dominio sobre Montfort, al sur de San Juan de Acre. Allí permanecieron hasta 1291, cuando cayó Acre y la presencia cristiana en Tierra Santa se extinguió.
La aventura húngara
Pero volvamos 80 años atrás en el tiempo. En 1209 fue elegido von Salza como Gran Maestre de la orden. Sabía de la precariedad del dominio cruzado sobre los territorios palestinos, y quiso asegurar la supervivencia de los suyos. Su sueño, crear un estado administrado por la orden. Dos años después, el alemán vio una buena oportunidad de conseguir su objetivo.
Andrés II, rey de Hungría, les solicitó ayuda. El este de sus dominios se encontraba asolado por los cumanos, una tribu musulmana que causaba estragos en Transilvania. A cambio de su auxilio, el monarca les concedería el gobierno de la región bajo su supervisión. El triunfo de los teutónicos fue total. Comenzaron entonces a erigir una línea de fortalezas de piedra y a asegurar su dominio efectivo sobre la región, de manera independiente. Para tratar de que el rey magiar no tuviese vuelta atrás, von Salza intentó que Transilvania pasara a control papal, para que, posteriormente, este delegara el gobierno en la orden. Andrés II se arrepintió y protestó, alegando que la Orden se había extralimitado en el gobierno de la región. El papa ejerció como intermediario y falló a favor del rey de Hungría, que expulsó a los Caballeros Teutónicos en 1225.
El Estado teutónico
Pronto los germanos tuvieron otra oportunidad de crear su propia administración. Por aquel entonces, en los territorios de los modernos Estados Bálticos se había convocado una cruzada. Los estados germanos querían expandir y dominar los territorios paganos de pequeñas tribus como los livonios o los estonios. El reino de Polonia estaba dividido en pequeños principados independientes. El soberano de uno de estos feudos, Mazovia, solicitó ayuda a los teutones para defenderse de los ataques de rapiña de los prusios, situados al norte de sus fronteras. No hay que confundir esta Prusia medieval, étnicamente ligada a los livonios, con la Prusia moderna que dio origen a Alemania.
A cambio de su ayuda, el príncipe de Mazovia les otorgó el condado de Gniezno y todos los territorios que pudiesen conquistar. Tras vencer a los prusianos, la Orden fue confirmada en el gobierno de la región por el papa y el emperador. Poco después, en coalición con la Orden de Livonia, emprendieron una campaña hacia el este. El objetivo, subyugar a los principados rusos ortodoxos, capitaneados por Novgorod. Los eslavos, liderados por Alexandr Nevski, batallaron contra los cruzados sobre las congeladas aguas del Lago Peipus en 1242. El triunfo ortodoxo fue total. La historiografía rusa elevó a la categoría de héroe a Nevski, y consideran la batalla como uno de los puntos de inicio de la nación rusa. Los cruzados nunca volvieron a avanzar hacia el este.
Prosperidad y expansión
Los teutónicos se centraron en administrar sus prósperos dominios. El territorio fue germanizado gracias al traslado de colonos alemanes. Estos se convirtieron pronto en la población mayoritaria, condición que ostentaron hasta el fin de la II Guerra Mundial, cuando fueron expulsados. Nada escapaba al control de los caballeros gracias a una eficiente administración. El Gran maestre era el jefe religioso de la comunidad y el jefe del estado teutón El estado era dirigido por el Gran Maestre, ayudado por un consejo que funcionaba a la manera de parlamento. Además, se instituyeron cinco cargos especializados en una tarea, como ministerios. Las ciudades costeras pertenecían a la Liga Hanseática, por lo que el comercio, las mercancías y la riqueza fluían por el estado teutónico. Destaca la eficacia del servicio de correos, un mensaje podía atravesar todo su territorio en solo dos días. Esto garantizaba el cumplimiento rápido y efectivo de las órdenes.
Sus dominios se expandieron en 1308. El rey de Polonia, ya unificada, pidió su ayuda para contener el ataque del Ducado de Brandemburgo, que había tomado Danzig. La victoria de la Orden fue clara, pero nuevamente surgieron disputas. Un malentendido sobre la forma de pago causó la ira de los soldados teutónicos. La Orden tomó Danzig y Pomerania, convirtiéndose en la mayor potencia de la zona.
Fin de una era
Todos los veranos los teutónicos organizaban incursiones de rapiña sobre las tierras paganas de Lituania, como manera de financiarse. En estas incursiones participaban caballeros de todo el mundo cristiano para redimir sus pecados. El equilibrio de poder cambió en 1386. Ese año Ladislao Jagellon, Gran Duque de Lituania, contrajo nupcias con la reina de Polonia, Eduvijis de Anjou. Para poder hacerlo se convirtió al catolicismo. La rivalidad entre la Orden Teutónica y los lituanos, cimentada con la sangre vertida por estos últimos durante siglos, no tardó en estallar. El orbe cristiano ya no apoyaba las rapiñas teutónicas sobre un estado católico. Estos afirmaban que la conversión era falsa y que los lituanos en realidad seguían siendo paganos.
Polonia pasó a defender Lituania como consecuencia de sus lazos matrimoniales. El estado eslavo mandó un enviado al maestre, Ulrich von Jugingen, amenazando de represalias en caso de un ataque a Lituania. Pronto estalló la guerra. Los ejércitos se encontraron en el Llano de Grunwald, con ligera superioridad para los ejércitos jagellonios. La Orden combatió con valentía, llegando a tomar el estandarte polaco, pero finalmente fueron vencidos. Quedó descabezada, ya que su Gran Maestre y varios altos cargos murieron en la batalla.
La capital, Malbork, resistió heroicamente. El asedio a la ciudad causó más bajas al ejército polaco que la Batalla de Grunwald. Tras dos meses, los polacos levantaron el asedio y se firmó la paz, que obligó a la Orden a pagar reparaciones de guerra y devolver ciertos territorios. Los teutónicos entraron en decadencia. La confederación buscaba liberar el territorio prusiano del gobierno eclesiástico A mediados del siglo XV la Confederación Prusiana se levantó contra el gobierno monástico con éxito, haciéndose con gran parte de su territorio. El maestre vendió su castillo para pagar a sus soldados y abandonó Malbork para siempre, refugiándose en Konigsberg. El rey polaco se hizo cargo de los territorios controlados por la Confederación.
El epílogo de la Orden se escribe en 1525. El Gran Maestre Alberto Hohenzollern, decide pasarse, junto con la Orden, al luteranismo. El territorio, paradójicamente, se convirtió en el primer estado protestante del mundo. La orden fue secularizada, el maestre se convirtió en el Duque Alberto y fue vasallo del rey de Polonia. Los Habsburgo se hicieron cargo de lo que quedó de la Orden hasta la I Guerra Mundial. Aún quedan algunos Caballeros Teutónicos que se dedican a la caridad hacia los enfermos y los pobres.
Imágenes
- Retrato de Von Salza, siglo XVIII, anónimo.
- La batalla de Grunwald, de Jan Matejko.
- Mapa de la Orden Teutónica de S.Bollmann http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/53/Teutonic_Order_1410.png/690px-Teutonic_Order_1410.png