En el siglo XVI las dos potencias navales más importantes eran Portugal y España. La primera había logrado encontrar una vía directa hacía las Indias bordeando el continente de Africano. España por su parte había logrado llegar al continente americano mediante el viaje de Cristóbal Colón. Para evitar una confrontación de intereses entre ambas potencias, se firmó el Tratado de Tordesillas que dividía en dos el océano Atlántico. La zona oeste para España y la zona este para Portugal. Esta división provocaba que España se viera obligada a entrar en la zona portuguesa para poder llegar de manera directa a las Indias. El interés en este lugar era por la cantidad de comercio de especias y objetos de lujo que se podía encontrar. La vía más corta se había visto cortada por la influencia turca y por ello se tuvieron que buscar vías alternativas. Se debe señalar que el viaje de Colón no buscaba otro objetivo que no fuera una vía directa a las Indias, sin embargo se encontró con todo un continente nuevo. A pesar de las ventajas que trajo este nuevo descubrimiento, la necesidad de una ruta propia para la Monarquía castellana seguía abierta.
Fernando de Magallanes nació en 1481 en Sabrosa, Portugal. Hijo de una familia noble, su vida estuvo ligada al mar y sobre todo al territorio de las Indias. Su vida pasó por la participación en varias expediciones tanto militares como comerciales y sobre todo al estudio de las cartas navales que le dieron la idea de abrir una nueva ruta hacía las indias pero tomando el camino del oeste. Su idea era muy parecida a la de Colón. Por su parte, Juan Sebastián Elcano nació en Guetaria en 1476 en una familia de pescadores y marinos que le hicieron entrar en contacto en una edad muy temprana con la vida en el mar. Participaría en varias incursiones militares y viajes menores que le dejaron en una situación económica precaria y en busca de prometedoras expediciones.
El destino había dictaminado que estos dos hombres coincidieran en la misma ciudad para llevar a cabo semejante hazaña como fue la primera vuelta al mundo. En aquellos años las expediciones marítimas eran comunes. Aunque Colón no fue el primero, sí que marcó un antes y un después en la razón de estos viajes. Eran aventuras que prometían grandes riquezas pero también peligros desconocidos. La necesidad castellana de abrir una vía directa a las Indias hizo que el emperador Carlos I no tuviera problema en conceder grandes mercedes y favores al valiente que se atreviera a proponer un proyecto. Magallanes había presentado su proyecto al monarca portugués Manuel I pero este no se había mostrado interesado en el mismo. Por ello en 1517 se marcha a Sevilla junto a su compañero cosmógrafo Rui Faleiro. Allí mediante varios contactos con la Casa de Contratación, entre los que sobresale el nombre de Juan de Aranda, logró llegar hasta el emperador.
El proyecto se basaba en llegar hasta las Islas Molucas sin atravesar las zonas portuguesas y además demostrar que las zonas especieras (las Molucas) se encontraban en la órbita castellana, por lo que el paso de los portugueses sería motivo de conflicto bélico. El emperador aprobó su proyecto y el Papa validó esta expedición mediante una bula. "Se asigaron cinco naves al viaje: San Antonio, Trinidad, Concepción, Victoria y Santiago, Magallanes capitaneaba la Trinidad". Todas ellas necesitaron de reparación y mejoras. El 22 de marzo de 1518 se firmaron las Capitulaciones de Valladolid, donde Magallanes recibía grandes honores y el cargo de gobernador de todas aquellas tierras que descubriera.
Con el comienzo de los preparativos llegaron los primeros problemas. El reclutamiento de marineros fue lento y complicado pues los hombres no gustaban ni del destino del viaje ni de ponerse a las órdenes de un portugués. El rey Manuel I se dedicó a enviar agentes para sabotear a Magallanes e intentar encarcelarlo. Ruiz Faleiro resultó ser un hombre poco cuerdo que tendía a los ataques de ira que le valieron ser sustituido por Juan de Cartagena. Tras varios contratiempos que casi tiran por tierra el proyecto de Magallanes, por fin un 10 de agosto pudieron salir de Sevilla a San Lucar de Barrameda. En la nao Concepción había sido reclutado Juan Sebastián Elcano como maestre de la nave por su amplia experiencia en el mar.
El 20 de septiembre la expedición abandonó San Lucar de Barrameda poniendo rumbo a la Patagonia. Durante el viaje, la tensión entre Juan de Cartagena y Magallanes aumentó hasta el punto de que este último apresó y relevó del cargo a Cartagena al no haberle reconocido este como capitán general de la expedición. Este tipo de enfrentamientos eran comunes en estos viajes. Sin embargo, la peor parte llegó con el motín acontecido el 31 de marzo cuando varios capitanes descontentos con el trascurrir de la travesía quisieron regresar a España. Elcano apoyó a estos hombres y tomó el mando de la Concepción. Magallanes fue implacable con los mandos rebeldes y ejecutó al capitán Quesada y desterró a Cartagena. El resto fueron perdonados pues eran necesarios para poder manejar las naves. El siguiente destino de su expedición fue en el Estrecho de Magallanes, bautizado en un principio como Estrecho de todos los Santos.
El siguiente tramo del camino estuvo marcado por la penuria de no encontrar tierra alguna. El escorbuto y la hambruna se apoderaron de toda la tripulación y muchos hombres murieron. En el momento más bajo, fueron los primeros en llegar a las Islas Filipinas, donde Magallanes tomó contacto con los indígenas. Les prometió que si se convertían al cristianismo y les ayudaban contarían con sus armas de fuego para acabar con sus enemigos. Magallanes partió a la batalla contra Lapulapu, enemigo de los primeros indígenas con los que habían tomado contacto. Este jefe tribal derrotó a los españoles en batalla pues contaba con la ventaja numérica y con el cansancio de los navegantes. Magallanes murió durante la refriega y con él su sueño de llegar hasta las Islas Molucas.
El resto de supervivientes partió en dos naves y a lo largo de varios meses se sucedieron diferentes jefes de expedición. Llegaron a las Molucas y cargaron las naves de especias exóticas. Al mando de la Victoria estaba Elcano y este partió en primer lugar pues la otra nave, La Trinidad necesitó de una larga reparación. Elcano logró retornar hasta San Lucar de Barrameda donde fue recibido por las autoridades de la Casa de Contratación que le felicitaron por su hazaña. Elcano escribió al emperador que deseaba recibir las mismas gracias que se le habían concedido a Magallanes. Carlos I lo rechazó pero si le concedió una renta de por vida y la posibilidad de portar en su escudo persona una bola del mundo que rezará este lema: “Fuiste el primero que la vuelta me diste”. Descontento con este escaso premio, Elcano partiría de nuevo en otra expedición a las Islas Molucas donde moriría de escorbuto.
Esta aventura demostró que la Tierra efectivamente era redonda y que una nueva vía a las Molucas era posible. También dio una nueva visión sobre el Pacífico del que se desconocían los límites y su extensión. De los 239 hombres que partieron, apenas 18 retornaron. Lo que puede parecer un viaje lleno de penurias y enfrentamientos es en verdad un legado histórico muy importante, pues estos dos hombres lograron una empresa que en aquellos años parecía imposible y cuyo legado ha resonado y resonará por 500 años más.
Fuentes usadas:
- GIL J. (2018) "Mitos y utopias del descubrimiento parte 2. El Pacífico". Athenaica. Madrid.
- SPATE O. (2006) "El lago español". Casa Asia. Mallorca.