Ayer el fuego sorprendió a las siempre atentas gárgolas de la catedral de Notre Dame, en París. El emblemático edificio comenzó a arder ayer sobre las siete de la tarde por causas aún desconocidas. Todo apunta a que las llamas se originaron en el lugar donde se estaban realizando unas obras de restauración. Las llamas afectaron a dos tercios del techado de la catedral y la aguja que coronaba la edificación se derrumbó ayer por la tarde.
Gracias a la labor de policías y bomberos, esta mañana de martes el incendio se ha sofocado totalmente y el resto del patrimonio de Notre Dame se ha podido salvar. Algunas reliquias han sido trasladadas a edificios municipales para poder salvaguardar parte de la herencia del pasado que se hallaba dentro de la catedral.
El incendio es uno de los momentos más trágicos por los que ha tenido que pasar el edificio parisino en toda su historia. Su destrucción parcial significa una pérdida en el patrimonio cultural de la Edad Media europea. Notre Dame es un símbolo de la arquitectura gótica, un estilo que marcó la historia del arte y la historia de la sociedad que ha evolucionado con el tiempo. La catedral ha sido testigo de una serie de eventos que la convierten en un icono histórico y por lo que fue nombrada Patrimonio de la Humanidad.
El origen de Notre Dame
La aparición de la arquitectura gótica sucede al estilo románico. Aun así, la diferencia entre ambos estilos es muy característica. Ya no solo en el estilo, que varía totalmente, sino en el contexto social que se produce.
En la Europa Occidental entre los siglos XII y XIV, se consolidaron una serie de cambios económicos que llevaron como resultado un cambio en la sociedad. El auge del comercio hizo que se crearan los denominados burgos o ciudades, que serían los centros acogedores de esta actividad comercial. Allí se establecieron los artesanos y mercaderes. Además, con este auge de las ciudades, el poder político pasó de los grandes señores feudales a manos de los reyes, consolidándose las principales monarquías europeas. Por eso mismo, el arte arquitectónico religioso pasará de los monasterios que se encontraban en un ambiente más rural hacia el entorno urbano con las catedrales.
París era uno de los centros urbanos que más se habían centralizado en la Baja Edad Media, así que Notre Dame fue la respuesta de una sociedad que avanzaba en los cambios sociales, económicos, políticos y artísticos. Su construcción se inició en el siglo XII en la Île de la Cité, donde el rey franco Childeberto I ya proyectó la primera iglesia cristiana de París, denominada Basílica de Saint-Étienne. Esta obra sería modificada con posterioridad hacia los cánones románicos. En 1160, el obispo Maurice de Sully consideró que la iglesia de San Esteban de estilo románico no se adoptaba a los nuevos valores del siglo XII. Junto a Luis VII, comenzaron este nuevo proyecto con la financiación de la sociedad.
Notre Dame: testigo de la historia
Notre Dame es parte del patrimonio que nos muestra la Baja Edad Media y a través del que se pueden estudiar los cambios que tuvieron lugar en esta etapa de la historia. Sin duda, se trata de una catedral que acumula una importancia sinigual. No solo por la importancia que aporta en el estudio de su propia época, sino por los cambios a los que se ha sometido y los acontecimientos históricos que ha vivido la propia catedral.
Durante su construcción, Notre Dame pudo ver con sus propios ojos la quema en la hoguera de Jacques de Molay, el último Gran Maestre de la Orden de los templarios en 1314. Después de finalizarse la catedral en el siglo XIII, el edificio se ha sometido a reestructuraciones durante toda la historia, por lo que también pueden estudiarse otras épocas a raíz de Notre Dame. El rey Sol, Luis XIV, sustituyó algunos elementos como sepulcros y vidrieras por otros de estilo Barroco. Por tanto, la Notre Dame de origen medieval se adaptó al paso del tiempo y a los estilos posteriores.
A finales del siglo siguiente, en Francia tuvo lugar uno de los acontecimientos mundialmente conocidos: la Revolución Francesa. Las clases altas de la sociedad no estaban de acuerdo con las políticas absolutistas del rey. Negociar con él no dio ningún resultado, por lo que se estableció una Asamblea Nacional que proclamó la I República Francesa. Esta república viró hacia los extremistas de Robespierre, que ejecutaron al rey. Este gobierno tuvo un componente anticlerical, por lo que la catedral de Notre Dame fue uno de los principales focos de los revolucionarios. Muchos de sus elementos fueron destruidos y algunos de sus tesoros robados. Sin embargo, la catedral en sí se mantuvo de pie convirtiéndose en un almacén de alimentos.
Unos años más tarde, Notre Dame sería el lugar que acogería uno de los eventos más estudiados de la historia. Napoleón Bonaparte se coronaba a sí mismo como emperador en la propia catedral en 1804. De este modo, se enfrentaba al papa acumulando sobre sí mismo un poder que históricamente había pertenecido al más alto clérigo de catolicismo. El pintor Jacques-Louis David mostraba el interior de la catedral en su obra La coronación de Napoleón.
En 1871 se forjó la Comuna de París, movimiento insurreccional de los obreros de la Asociación Internacional de Trabajadores. Durante el gobierno de esta Comuna de París, Notre Dame estuvo a punto de ser incendiada por el componente ateo que poseía el movimiento. Sin embargo, volvió a sobrevivir sobre todo pronóstico.
En las Guerras Mundiales de la Edad Contemporánea, Notre Dame también consiguió mantenerse en pie sin ningún problema. Sin embargo, ha tenido que ser en 2019 cuando la catedral se viera envuelta en llamas tras aguantar tantos peligros durante su historia. Y con ello, la humanidad se lleva la pérdida de este patrimonio y de este testigo de la historia.