El pensamiento obrero arraiga en España ya en los años 30 del siglo XIX y se debe al proceso de industrialización. Esta innovación llega a España en 1828 con la importación de maquinaria novedosa a Barcelona. Se trataba de unos telares mecánicos que facilitarían el trabajo a los obreros que se dedicaban al sector textil. Aun así, la población industrial era muy reducida en este tiempo y hasta la década de los 60 de este mismo siglo no comenzaría a crecer.

El proceso de industrialización fue muy lento en España. De las 13.712.000 almas que habitaban en España en 1828, 11 millones pertenecían a la población rural y tan solo 515.168 pertenecían al sector industrial. Los centros urbanos donde los patronos reclutaban a la mano de obra crecerían en la segunda mitad del siglo XIX llegando Madrid a albergar 375.795 habitantes. 

Los primeros descontentos de los obreros surgieron lógicamente en el sector textil. Los patronos querían aumentar la longitud de las piezas a tejer sin aumentar la retribución a los obreros que la llevarían a cabo. De esta forma nacieron las primeras quejas. A este descontento se sumaba un decreto promulgado por Martínez de la Rosa, que eliminaba los gremios y consolidaba el sistema industrial. Además, en 1836 tuvo lugar la desamortización de Mendizábal. Mediante esta desamortización las tierras que pertenecían a la institución eclesiástica se ponían en venta al mejor postor. Esto significó que muchos miembros de la burguesía tuvieron facilidades para adquirir fincas amortizadas. De este modo, el número de propietarios laicos no aumentó, pero sí lo hizo la concentración de propiedad que aglutinaron cada uno. Esto tuvo consecuencias en el proletariado agrícola, ya que aumentó el número de campesinos que trabajaban las tierras de los grandes propietarios. Lo mismo ocurriría posteriormente con la desamortización de Madoz en 1855. 

En ese mismo año tuvo lugar la primera huelga general de la historia de España. Después de la revolución de 1854, O'Donnell y Espartero dieron cierta tolerancia ante el asociacionismo obrero. Sin embargo, el general Zapatero acabó iniciando una política represiva contra las asociaciones obreras. A esto se le sumó el "conflicto de la media hora". Los obreros debían trabajar doce horas de lunes a viernes y nueve horas el sábado. Los patronos querían que sus trabajadores pasaran media hora más en las fábricas si hubiera habido un día festivo esa semana. El 2 de julio de 1855 se declaró una huelga en Barcelona y los obreros abandonaron las fábricas. Al día siguiente, más obreros se unieron a esta huelga. Por toda España tuvieron lugar varios sucesos más contra los patronos. 

En 1864, se formaba la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), liderada por Karl Marx. Mijail Bakunin creó la Alianza Internacional de la Democracia Socialista en Suiza. El anarquista solicitó a Marx la entrada de la Alianza en la Internacional, pero fue denegada por no aceptar los Estatutos de la Asociación. El bloque socialista y el bloque anarquista comenzaban a chocar desde el principio de su asociación. Sin embargo, al final, la Alianza se unió a la AIT como sección federada de Suiza. 

La Internacional entró en España de manos de Giuseppe Fanelli, enviado de Bakunin para que España se aliara como sección federada también. A Fanelli le recibieron varios como Anselmo Lorenzo, Tomás González Morago o Manuel Cano. Fanelli se reunió con ellos en Madrid en 1868 explicándoles qué era la AIT y dejándoles el Manifiesto de la Internacional, los puntos de la Alianza y otros documentos. En 1870, se produjo en Barcelona el Primer Congreso Obrero por el que se establecía la Federación Regional Española afiliada a la AIT. 

El pensamiento anarquista comenzaba a conformarse alrededor de la llegada de Giuseppe Fanelli y la creación de la Federación Regional Española. A priori, podría decirse que el pensamiento que trajo la Internacional podría ser marxista-socialista, pues fue Karl Marx el que inició la AIT. Sin embargo, el pensamiento que predominó en España fue el anarquismo. Esto se debe a que los documentos que Fanelli dejó a los obreros españoles eran de la Alianza. De hecho, en 1872, la Federación Regional Española pasó por una escisión entre aliancistas y socialistas al igual que ocurrió en la AIT entre Marx y Bakunin. De la Nueva Federación Española nacería el embrión del futuro PSOE. Este espíritu anarquista permanecería latente en la sociedad hasta el siglo XX. 

FUENTES:

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