En el año de 1312, y con tan solo un año de edad, se declara a Alfonso XI (1311-1350), soberano de Castilla, sucediendo de esta manera a su progenitor el rey Fernando IV. A partir de este momento, se abre una etapa que coincide con la gestación de una corriente reivindicativa de la nobleza y una época de importantes penurias en el reino de Castilla. Es por ello que, las cuatro regencias que durante su minoría de edad estaban bajo el control de su abuela doña María de Molina, originaron en el país una verdadera anarquía durante años.

Para hacer frente a dicha situación, se declaró a Alfonso XI mayor de edad a los catorce años, lo que produjo un aumento considerable de la potestad regia así como un refortalecimiento jurídico de la figura del monarca frente a la nobleza. Esto le sirvió para hacer frente a las revueltas producidas por la situación caótica del reino de Castilla.

En 1350, y tras la muerte del rey Alfonso XI, se originan una serie de enfrentamientos que desataron una auténtica guerra civil entre los que defendían la sucesión de la corona en la figura de Pedro I de Castilla, hijo legítimo de Alfonso XI y María de Portugal, y los que apoyaban que el control del país recayera en manos de Don Enrique de Trastámara, hijo ilegítimo del monarca extinto y Leonor de Guzmán. Debido al descontento general de la nobleza andaluza por el reinado de Alfonso XI, decidieron posicionarse de parte del bastardo Don Enrique.

En esta lucha de poder, aparece la figura de un noble llamado Don Juan Alonso Pérez de Guzmán, señor de Sanlúcar, nieto de Guzmán “el Bueno” e hijo de Doña Urraca Ossorio, el cual dispuso todo de su parte para alcanzar una verdadera rebelión que terminara con la sucesión al trono de Pedro I.

Finalmente, y tras multitud de revueltas por la sucesión de la corona, en 1367 Pedro I acabaría derrotando a su hermano Enrique de Trastámara en la batalla de Nájera (La Rioja), lo que obligó a Enrique a exiliarse al país galo. El nombramiento triunfal de Pedro I como rey de Castilla sirvió para emprender una verdadera persecución y castigo de todos aquellos nombres que de un modo u otro había decidido luchar porque su hermanastro se proclamara soberano del reino.

Don Juan Alonso Pérez de Guzmán consiguió huir del enfurecido monarca, no corriendo la misma suerte su madre, Doña Urraca Ossorio, la cual resultó apresada y acusada de ser una de las conspiradoras para derrocar al rey. Se enjuició sin apenas garantías, siendo declarada culpable y condenada a morir en la hoguera

El ajusticiamiento se llevó a cabo en septiembre de 1367, en una zona conocida como La Laguna, actual Alameda de Hércules de Sevilla. Allí, Doña Urraca fue rodeada de soldados y alguaciles, siendo atada a un poste central por su verdugo, el cual prendería fuego a la madera. Como era costumbre en la época, la muchedumbre observaba absorta el momento de la quema. Es aquí donde aparece la figura de Leonor Dávalos, la fiel doncella que siempre acompañó a Doña Urraca en todo momento. 

Una vez incendiado el mástil, Doña Urraca se retuerce entre gritos desgarradores y desesperados por la cruel y humillante muerte a la que estaba siendo sometida, lo que conllevó que rápidamente se prendiera fuego su ropa, quedando desnuda ante la vista de los allí presentes, los cuales no dudaron en mofarse de la situación. En este mismo instante, Leonor Dávalos se abalanza sobre la figura de su fiel amiga para abrazarla y, que de esta manera, no sufriera las burlas del gentío que presenciaba la escena al contemplar la desnudez de su cuerpo.

El tumulto rápidamente enmudeció, presenciando desde el más absoluto desconcierto la muerte en llamas de aquellas dos mujeres. Las cenizas de ambas reposan en un mismo sepulcro situado en el Monasterio de San Isidoro del Campo, en la localidad sevillana de Santiponce

E aquí donde Leonor Dávalos pasó a la historia por ser una mujer que por amor y lealtad a su señora, decidió sacrificar su propia vida en aras de proteger la dignidad de una mujer injustamente sacrificada por un rey que se convirtió en el terror de la nobleza.

La noche del 23 de marzo de 1369, el rey Don Pedro I perdió la vida a los 34 años de edad a manos de su hermano Enrique de Trastámara, el cual hundió un puñal en lo más profundo de su corazón. Después de matar a su hermano, Enrique se cebó furiosamente con el cuerpo del mismo cortándole la cabeza. 

Pedro I de Castilla pasó a la historia apodado por algunos como el rey “justiciero” y por otros tantos como el “cruel”.

No solo en la memoria colectiva de los sevillanos se custodia el triste desenlace de estas mujeres, alzándose una cruz en el lugar de ejecución en cuya base aparece una tinaja, conociéndose popularmente como “Cruz de la Tinaja”. Igualmente, Leonor Dávalos posee una calle con su nombre.

 

Fuentes:

-Munendoaikido.com (2014). Leonor Dávalos, actitud budoka en la Sevilla del Siglo XIV.

-Ordorenascendi.blogspot.com (2013). La muerte de Pedro I a manos de su hermano.

-Puzzledelahistoria.com (s.f). Alfonso XI el Justiciero. (Rey Corona de Castilla) (1312-1350).

-Sevillasecreta.co (2016). Leonor Dávalos, la mujer que murió por bajar una falta. 

-Unpocodesevilla.blogspot.com (2014). Leonor Dávalos y su trágica muerte.