La pronta adscripción de la capital vallisoletana a los sublevados durante el golpe de Estado del 17/18 de julio de 1936, no significa que no sufriera duras jornadas previas a la guerra que se originó inmediatamente tras constatarse el fracaso del golpe de fuerza militar.

De nada sirvieron los esfuerzos del general republicano Nicolás Molero Lobo, al frente de la VII División vallisoletana, para tratar de contener una situación que se había vuelto evidente desde el día 16. Ya había movimientos falangistas desde los días previos, acentuados cuando el día 17 llega a una finca de Mucientes, cerca de la capital, el general Andrés Saliquet Zumeta, enviado por Mola para poner en marcha el levantamiento. Allí, se reúne con otros militares afines y acuerdan iniciar la asonada el día 19. Pero dadas las noticias que empiezan a llegar sobre la sublevación en Ceuta y los movimientos enaltecidos de los afines, al día siguiente, el sábado 18 de julio, una columna formada por guardias de asalto, falangistas y gentes partidarias establecieron controles armados y ocuparon la sede de Correos y Radio Valladolid, desde donde se emitió la confirmación de la sublevación a las 21:30 horas.

Antiguo Palacio de Correos de Valladolid (Wikipedia DP)

Se escucharon disparos por toda la ciudad. El golpe efectivo en Valladolid se había producido 24 horas antes de lo previsto por Saliquet, que se apresuró a llegar a la capital para encabezarlo. Ya en noche cerrada, varios simpatizantes falangistas y sublevados se posicionan frente al edificio de Capitanía General, el antiguo Palacio Real. A primera hora del día 19 ya hay bandos por toda la ciudad declarando el estado de guerra. “La hora ha llegado.”

Onésimo Redondo y simpatizantes falangistas en Valladolid (Ultimo Cero)

“Pido a todos los vallisoletanos que depongan sus diferencias y cesen en la lucha civil que está entablada, para reintegrarse a la convivencia ciudadana que fue siempre norma de la vida de Valladolid, y quiero expresar el sentimiento de la Corporación por la víctimas de todas las luchas que sufre la ciudad.”

Antonio García-Quintana Núñez (1894-1937)
Socialista. Último alcalde democrático de la República en Valladolid antes del golpe de Estado. Fusilado en octubre de 1937. 

Las tropas sublevadas de Valladolid fueron un importante apoyo en la guerra que se inició justo después del 18 de julio. Siendo una de las primeras provincias en sumarse al golpe, también fue la fuerza más importante de la columna que se organiza el día 21 de julio para marchar sobre Madrid. La Batalla de Guadarrama, la primera campaña militar de la guerra, contó con los aproximadamente trescientos hombres situados bajo el mando del coronel Serrador, entre los que se encontraban el artífice de las fuerzas falangistas de Valladolid, Onésimo Redondo, fundador de la JONS, y el joven Jose Antonio Girón. El 25 de julio tomaron posiciones. Los combates en los Altos del León y en Somosierra fueron feroces y las víctimas numerosas entre todos los combatientes. Uno de los fallecidos fue, precisamente, Onésimo Redondo.

Palacio Real de Valladolid. Antigua Capitanía General (Imagen: AlmaLeonor) 

​No hubo en ningún momento de la guerra un frente de batalla situado en Valladolid. Desde el inicio quedó incluida en el bando sublevado pero, pese a la aparente tranquilidad civil que este hecho podía hacer imaginar, Valladolid también sufrió una feroz represión, con más de 2500 personas asesinadas, muchas de ellas enterradas en fosas comunes en el propio Cementerio del Carmen de Valladolid, y casi tres veces más las represaliadas (las cifras exactas son muy difíciles de establecer).

No en vano, Valladolid había sido un importante punto de afiliación obrera socialista (sobre todo, con los empleados del ferrocarril), como atestigua el hecho de que en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, el triunfo republicano fue apabullante, con 16 concejales republicanos y 10 socialistas, frente a 11 liberales y siete de otras formaciones conservadoras. Valladolid saludó entonces a la República con entusiasmo no contenido, convocándose espontáneamente manifestaciones que recorrieron las calles enarbolando la bandera republicana y concentrándose frente al Ayuntamiento para saludar al nuevo pleno. Fue el concejal republicano Eustaquio Sanz Pasalodos quien proclamo oficialmente la República el día 14 desde el balcón del Ayuntamiento, despertando el júbilo popular. El socialista Federico Landrove Moiño fue nombrado entonces primer alcalde de la República.

Estación del Norte de Valladolid en 1904 (Wikipedia DP)

A Federico, que ya no era alcalde en 1936, le detuvieron junto a su hijo, Federico Landrove López, y Jose Garrote Tebar, socialista e importante pediatra y profesor de la Facultad de Medicina de Valladolid, en la mista tarde del día 18 frente a la Casa del Pueblo, que ya había sido tomada por los falangistas. También fueron detenidos en esos días otros militantes socialistas, como el tipógrafo Eusebio González Suárez o el gobernador civil de Valladolid, Luis Lavín Gautier. En los días siguientes serían juzgados sumariamente en consejo de guerra y enviados a prisión. Landrove Moiño acabó en una cárcel de Pamplona donde enfermó y falleció antes de dos años. Los demás  fueron fusilados por traición entre finales de julio y principios de agosto. Otros muchos aparecieron fusilados sin juicio. El catedrático de Física Teórica y Experimental y vicerrector de la Universidad de Valladolid, Arturo Pérez Martín apareció muerto con dos tiros en la sien  en una cuneta de la localidad de Santovenia y, llevado al Depósito Judicial, se atestiguo su fallecimiento por “lesión cerebral”.

Antigua Facultad de Medicina de Valladolid (Wikipedia, DP)

En los barrios obreros de Valladolid, donde muchos trabajadores modestos se habían afiliado al partido socialista y habían participado en las huelgas convocadas para protestar por los bajos salarios y los altos precios, la represión fue brutal. El mismo día 19 más de 440 obreros fueron detenidos en la Casa del Pueblo asaltada por el ejército golpista (40 de ellos fueron condenados a muerte, la mayoría a 20/30 años de prisión y 19 resultaron absueltos). Muchos más, hombres y mujeres (y, al menos, 72 militares y fuerzas de seguridad afines a la República), que siguieron ofreciendo resistencia al golpe (se organizaron en “pacos”, militantes que disparaban a discreción desde tejados y casas contra falangistas y sublevados), resultaron detenidos, sojuzgados, represaliados, “depurados” (sobre todo funcionarios, maestros/as, profesores de secundaria y catedráticos universitarios) y fusilados (“paseados”), en las largas semanas transcurridas durante aquel verano del 36. 

El 31 de julio Florentino Criado Sáenz es nombrado Alcade-militar de la ciudad de Valladolid. Junto con Andrés Saliquet Zumeta, general de la VII División, y Joaquín García de Diego, teniente coronel de la Guardia Civil, nombrado Gobernador Civil, quedaba establecido en nuevo gobierno provincial vallisoletano. Una de sus primeras medidas fue el cambio de nombres de calles. Se dijo entonces que la “normalidad” volvía a la ciudad.

Avión republicano Tupolev SB2 (Wikipedia, DP)

Pero Valladolid vivió con miedo esa aparente “normalidad” del triunfo alcista. Un miedo que venía tanto desde dentro (paseos falangistas y pacos), como desde fuera, ya que la aviación republicana bombardeó Valladolid desde el mismo verano del 1936: nueve bombardeos se sufrieron en la capital y once en localidades próximas, aunque las cifras bailan hasta llegar a señalarse veinte bombardeos en toda la provincia y más de 400 afectados entre muertos y heridos. El 25 de enero de 1938 tuvo lugar el último de estos bombardeos republicanos sobre la capital, en respuesta a los sufridos por la aviación “nacional” (un tour de force entre aviación rusa y alemana) en otras localidades españolas, como Barcelona, Valencia o Alicante, sobre la población civil. Fueron 15 aviones Tupolev los que descargaron más de 7 toneladas de explosivos sobre la ciudad, especialmente en los centros fabriles, talleres del ferrocarril y depósitos de municiones de los alrededores, pero también sobre la propia ciudad en retaguardia.

Para Valladolid, como para el resto de España, ya nada volvería a ser lo mismo.

Fuentes:

-El Norte de Castilla

-Biblioteca Nacional

-Ultimo Cero

-Fundación Pablo Iglesias

-Represión franquista  en Valladolid.org

-Biografías y Vidas.com

-“Valladolid en la Guerra Civil”, de Enrique Berzal de la Rosa, Edit. El Norte de Castilla: Valladolid, 2012

-“La Unión General de Trabajadores en Castilla y León (1888-1998)”, de Javier Rodríguez González y Manuel Redero San Román, Universidad de Salamanca: Salamanca, 2004

-"Generaciones y Memoria de la Represión franquista: Un balance de los movimientos por la memoria", de  Jaume Claret Miranda, Revista Hispania Nova, Nº 6, 2006 

-Fotos de la guerra en Valladolid: El Norte de CastillaBiblioteca Nacional (I), Biblioteca Nacional (II).