El señor que mira con cara de pocos amigos es, ni más ni menos, el Ministro de Propaganda de la Alemania Nazi, Joseph Goebbels (1897-1945), figura clave en el régimen, así como amigo íntimo de Adolf Hitler. La imagen tiene una historia curiosa detrás.

En septiembre de 1933, Goebbels ofreció un discurso en Ginebra para la Sociedad de Naciones (un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, en 1919, que pretendía arbitrar en conflictos y ayudar a la cooperación internacional, base de lo que posteriormente sería la ONU). Allí defendió la llegada al poder de Hitler y el Partido Nazi, llegando incluso a cautivar a más de uno con su excelente oratoria. Uno de los fotógrafos que andaba por allí era el posteriormente famoso Alfred Eisenstaedt, nacido en Alemania y de origen judío. Goebbels se mostraba, después de las conferencias, simpático y parlanchín con todos los periodistas, acompañado siempre del intérprete jefe, Paul Schmidt. Incluso se mostró amable con el propio Eisenstaedt.

Pero de repente la cosa cambió: Schmidt informó a Goebbels de que aquel fotógrafo era judío, y la cara le cambió bruscamente, momento que recogió para la eternidad el fotógrafo. “Me miró con los ojos llenos de odio y deseándome la muerte”, recordó Eisenstaedt años después. Durante unos instantes la mirada del ministro de propaganda fue la viva imagen del odio contenido. La perfecta expresión del mal.

Alemania abandonó la Sociedad de Naciones pocos meses después. La Sociedad, incapaz de mantener el orden internacional y de hacer valer sus decisiones, acabó disolviéndose en 1947, dando paso a la ONU. Eisenstaedt, por otro lado, emigró a Estados Unidos en 1935, convirtiéndose en uno de los fotógrafos más prestigiosos y reconocido, especialmente por sus trabajos para la revista LIFE.