Emilia Pardo Bazán, una mujer culta e independiente
Fotomontaje: Ana Alonso Blanco

Hoy, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer, un día especial en el que se aprovecha la ocasión para reivindicar por los derechos de la mujer y por la liberación de la misma. Un día que llegó a ser institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975 -más vale tarde que nunca-.

En este día especial, también es digno de recordar a todas esas escritoras que fueron escritoras -perdón por la redundancia- en toda regla, pese a la época en la que se encontraban, en la cual no estaba normalizado que una mujer tenga un pensamiento diferente de la vida y de tener el afán de ser alguien más que ocuparse únicamente a los cuidados domésticos.

Una de ellas es Emilia Pardo Bazán: la escritora gallega es considerada hasta el día de hoy como una de las figuras más relevantes del mundo literario español, además de su larga trayectoria profesional como periodista, lo que la convierte en una mujer culta e independiente, y que conviene ser recordada en estos días de cara a la celebración del Día de la Mujer en el mundo de la literatura.

Emilia Pardo Bazán coincidió vivir en esta época donde la mujer no tenía un lugar claro en la sociedad, donde la mujer se encontraba arraigada a la falta de derechos, de pensamiento y, en especial, de libertad. Dónde la mujer solo se mantenía al margen del cuidado del hogar, de los hijos y del hombre. Sin embargo, Bazán se caracteriza por ser una persona muy adelantada en su época. La escritora coruñesa (1851-1921) ha ganado un gran reconocimiento en la literatura por haber sido una destacada novelista, ensayista, periodista, crítica literaria y catedrática, entre otras profesiones. Cabe recordar que fue la primera mujer en introducir un nuevo movimiento literario en la España del siglo XIX, el Naturalismo francés, un movimiento influenciado por el positivismo, darwinismo y marxismo, en el que se recoge una realidad más objetiva y, en especial, comprometida con el reflejo de las clases sociales más desfavorecidas, además de destacar el libre albedrío del ser humano.

Desde muy pequeña, a la edad de nueve años, comenzó a tener esa gran inquietud por la literatura, especialmente gracias a su padre, quien le transmitió su amor por la lectura y una serie de valores en favor a la mujer, y proporcionando así a Bazán una buena educación. 

Doña Emilia, al pertenecer a una familia aristocrática, recibió la mejor educación en un colegio francés protegido por la Real Casa, dónde pudo conocer de cerca la obra literaria de La Fontaine y Jean Racine. Después, en La Coruña estudiaba con tutores privados en su propia casa, sin dejar a un lado el aprendizaje, algo muy importante para la joven Bazán.

No obstante, la escritora se negaba a aprender las modas de esa época, es decir, la economía doméstica y tener limitaciones al aprendizaje de la música por el simple hecho de ser mujer. Aunque no fue a la universidad, ya que en esa época estaba prohibido para las mujeres, recibió una rica formación en idiomas, llegando a hablar con soltura el francés, el inglés y el alemán; en humanidades, y en materias científicas a través de libros y de los amigos de su padre.

Se puede decir que fue una lectora infatigable, quien a la edad de nueve años ya compuso sus primeros versos, y a los quince su primer cuento ‘Un matrimonio del siglo XIX’, que envió al Almanaque de La Soberanía Nacional, y que se convertiría el primero de los numerosísimos (alrededor de 600) que publicaría a lo largo de su vida.

Pero pronto empezó a tener mayores responsabilidades como mujer mayor, pues con tan solo dieciséis años se casó con un estudiante de derecho, José Quiroga y Pérez Deza, quien llegó a ser el padre de sus tres futuros hijos. Además, su casamiento coincidió con el estallido de la revolución ‘La Gloriosa’ en España, en 1868. Realizó diversos viajes junto a su marido y sus padres por Europa, ocasiones que aprovechó para escribir artículos de viajes, dominar mejor los idiomas y leer a más autores extranjeros, lo que le hizo tener un abanico amplio de conocimientos literarios con el tiempo.

Emilia se destacaba por ser una mujer inteligente, autodidacta y libre para su época, tanto que se podía ver a través de sus novelas, ensayos, artículos, etc., y que asustaba hasta un punto al resto de los intelectuales del país, sobre todo por el hecho de que una mujer actuara de esa manera. Sin embargo, esa rebeldía y valentía que tenía Doña Emilia fue algo que atrajo al autor de ‘Fortunata y Jacinta’, su amante Benito Pérez Galdós. La historia de amor entre ambos fue tan fugaz e intensa que solo pudo vivir de la clandestinidad pactada por la pareja, pero que se consumó con gran deseo en ciertos viajes que realizaban por Europa. 

Era increíble que Galdós, conocido por ser un hombre mujeriego, terminase pidiendo a Bazán algo más estable que una aventura. No obstante, la petición de Galdós no se pudo efectuar, ya que Bazán era una mujer emancipada en pleno siglo XIX, y su decisión era vivir libremente su vida sin ningún tipo de ataduras. Aún así, este amor se quedó en una bonita historia de 20 años de duración, en las 92 cartas de amor que Emilia envió a lo largo de su vida a Galdós y en el respeto que ambos se tenían como escritores después de todo.

En su faceta periodística, Bazán ha llegado a colaborar en numerosas revistas y periódicos, como en el periódico La Época, realizando crónicas de viajes, ensayos, crítica literaria y artículos sociales y políticos. Asimismo, fue capaz de fundar y financiar por ella mismo en 1870 su propia revista concretamente de pensamiento social y político donde analizaba la vida intelectual de la época y reflejaba la realidad de los más desfavorecidos: Nuevo Teatro Crítico

También conviene destacar un hecho crucial en la biografía de Bazán. Se trata de las tres veces que se le rechazó -y no por falta de méritos- para ingresar en la Real Academia Española, por parte del autor de ‘Pepita Jiménez’, Juan Valera, quien llegó a expresar como motivo que el trasero de Emilia no cabría en un sillón de la academia. Igualmente, tuvo que hacer frente a las palabras misóginas de José Zorrilla cuando aseguró que las mujeres que escriben son "un error de la naturaleza". A estos ejemplos se une Clarín, quien también mostraba su negación ante la entrada de las mujeres en la literatura, como era el caso también de las afectadas Concepción Arenal y Gertrudis Gómez de Avellaneda

Pero ni su fallido intento de entrar en la RAE ni los varones más grandes de la literatura fueron capaces de frenar a esta mujer sensata: Doña Emilia llegó a fundar en 1892 la Biblioteca de la Mujer, con el fin de expandir las obras más sobresalientes del feminismo extranjero en España. Llegó a ser la primera mujer en ocupar puestos laborales no permitidos en ese entonces a la mujer como, por ejemplo, la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid, y la primera en ser catedrática de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid. Y, en 1910, fue Consejera de Instrucción Pública por Alfonso XIII. Como podemos ver con estos ejemplos, los desprecios y las burlas hacia Bazán eran simplemente por su condición de mujer, que de por sí en esa época ya era motivo de subestimar, pues veían gracioso que una mujer intentara “copiar” a un hombre en “sus” profesiones y “sus” logros, ya que esas cosas no eran para ellas, sino concebir hijos. 

Pese a algunas complicaciones por ser mujer, supo disfrutar de una vida en su propia libertad. Fue una mujer feliz escribiendo, soñando, amando, y luchando por ser quien llegó a ser hasta los 69 años, ya que su complicada enfermedad de diabetes que padecía le quitó la vida en su domicilio en Madrid en 1921

A día de hoy, Bazán no solo será recordada como autora de grandes libros como ‘Los Pazos de Ulloa’, ‘La madre naturaleza’, o ‘La cuestión palpitante’, sino también por haber roto los cánones sociales que estaban impuestos en un siglo donde la mujer estaba en un segundo plano, por haber sido la precursora de los pensamientos feministas como los que abundan en nuestros tiempos, y, especialmente -como se ha dicho en el principio- por haber sido una mujer ambiciosa, culta e independiente en todo su ser.

“Todas las mujeres conciben ideas, pero no todas las mujeres conciben hijos”.

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