Paloma del Río, la voz de los Juegos Olímpicos
Foto: www.allmagazinespain.com

Los grandes e indiscutibles protagonistas de unos Juegos Olímpicos siempre serán los deportistas, pero en el emotivo canal de comunicación audiovisual que se establece entre el espectador y el evento deportivo, existe el elemento crucial del narrador, encargado de transmitir, describir y enjuiciar con acertado criterio las evoluciones de los deportistas. Son las voces olímpicas y, dentro del panorama del periodismo deportivo español es sumamente complejo encontrar una voz tan experimentada y acertada como la de la periodista de TVE Paloma del Río. Posiblemente en España, todo aquel que haya tenido la oportunidad de seguir una retransmisión de los Juegos Olímpicos la reconocerá al instante. En el mundo de la narración de los deportes minoritarios Paloma es la reina, porque su voz ha conseguido transmitir a varias generaciones la importancia y dificultad que entraña la ejecución de los ejercicicos en este tipo de deportes, tan técnicos y difíciles de ver. Paloma del Río ha sabido como nadie descifrar al público las claves necesarias para disfrutar con las retransmisiones de los deportes minoritarios. En sus transmisiones maneja como nadie el tempo de la narración, los silencios, también muy importantes en una narración deportiva, la utilización de la palabra justa y el lenguaje correcto sin dejar de lado en ningún momento la emoción. Para Paloma que ha retransmitido todo tipo de eventos internacionales de gimnasia y patinaje, no existe mejor recuerdo ni mayor competición que unos Juegos Olímpicos. De los que guarda grandes referentes, grandes ídolos como Nadia Comaneci, que consiguió la revolución de la gimnasia, ver a Mark Spitz conseguir siete medallas de oro en 1972, el placer de narrar la hazaña de Vitaly Scherbo, gimnasta bielorruso que ganó seis medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 representando al Equipo Unificado, la grandeza del patinador Alekséi Yagudin.

Periodista de raza

Como espectadora siempre le atrajeron los deportes minoritarios, recuerda especialmente la imagen en blanco y negro de Joaquín Blume haciendo el cristo. Los televisores Telefunken en los que aquella niña creía que replay era el encargado de hacer toda la retransmisión. Paloma del Río trabajaba como enfermera en la UCI del Hospital Ruber y llegó como becaria a televisión española en el año 1986. Cursaba quinto y tuvo muy claro desde un principio que quería ser periodista deportiva, algo bastante complicado para una mujer en aquella época, pues eran solo seis o siete. Le ofrecieron informar sobre fútbol en los telediarios, pero muy pronto comenzó a destacar su peculiar voz. Una voz que fue elegida por los directivos para las retransmisiones de gimnasia, cuando llegaron y le dijeron: “Dentro de un mes tienes una retransmisión de gimnasia rítmica”, fue entonces cuando tuvo que comenzar a distinguir e indagar en las diferencias entre la artística y la rítmica. En su libro autobiográfico Enredando en la memoria se pueden disfrutar el sinfín de anécdotas que le han acompañado durante el desarrollo de su profesión. En él cuenta los momentos que más le han emocionado, las medallas de los deportistas españoles, el oro del conjunto de gimnasia rítmica en Atlanta 1996, la plata de Carolina Pascual en Barcelona 1992, las medallas de Gervasio Deferr, el éxito de Javier Fernández; pero uno que quedó muy especialmente en su memoria, como el vivido en los Juegos de Vancouver con Joannie Rochette, patinadora canadiense que en el viaje a Vancouver, en el que fueron sus padres, sufrió la pérdida de su madre Therese, que falleció dos días antes de la competición de un infarto. Hasta el último momento no se supo si iba a competir, pero finalmente decidió que lo iba a hacer. Rochette hizo llorar a Paloma nada más pisar el hielo y finalmente consiguió el bronce, derrumbándose muy poco después por el drama humano vivido.

Docencia con un micrófono

Una de sus primeras retransmisiones fue en una competición de tenis de mesa en Sevilla, desde entonces hasta ahora han transcurrido treinta años dando clases de cómo se efectúa una retransmisión deportiva, introduciendo datos técnicos en el momento adecuado, ejerciendo la docencia para elevar la cultura deportiva del espectador en cuanto a los deportes minoritarios se refiere. Convirtiendo además su trabajo en algo atractivo para el espectador, defendiendo en todo momento la dificultad y el esfuerzo que supone llegar al nivel de competitividad que exhiben deportistas en muchos de los casos muy jóvenes y sometidos a una enorme presión psicológica. El día en el que la voz de la periodista española no esté presente en la competición reina del deporte mundial, los Juegos no volverán a ser lo mismo. Su cultura deportiva, periodística y personal forma parte de los grandes momentos de la historia del deporte; su profesionalidad será ciertamente difícil de sustituir. Paloma ha conseguido lo más complejo en el mundo de la comunicación deportiva, entrar en todas las casas para convertirse prácticamente en un miembro más de cada familia que se sienta delante del televisor. Y lo que es más complejo, lo ha conseguido explicando y descifrando con enorme naturalidad y sencillez, la complejidad de los deportes minoritarios, en los que los pequeños detalles técnicos en la ejecución de los ejercicios, determinan las puntuaciones finales de los jueces. Gracias a ella los televidentes han disfrutado con ese tipo de deportes, porque Paloma enseñó a cada generación si un oro, una plata o un bronce eran justos y, si sus ojos, que siempre fueron los de los telespectadores contemplaban a un gran campeón o una campeona.

Trece Juegos con su voz

Desde los de Seúl de 1988, con los de Río de Janeiro ya son trece los Juegos Olímpicos que ha cubierto, ocho de verano y cinco de invierno. Junto a Amat Carceller ha sido la encargada de narrar la ceremonia de inauguración, en la que como siempre se emocionó con el izado de la bandera olímpica. Paloma será también la encargada de hacer lo propio con la ceremonia de clausura, pero entre un momento y otro, como siempre describirá con maestría, precisión y emoción las evoluciones de Uchimura en anillas o Simone Biles en el ejercicio de suelo. Paloma del Río es la primera periodista que ha recibido la medalla de Oro al Mérito Deportivo concedido por el Consejo Superior de Deportes, un reconocimiento sobradamente merecido. Entre molinetes, dobles carpados, mortales, dobles mortales, siempre su inconfundible voz, la voz de los Juegos Olímpicos, referente absoluto tanto en el periodismo deportivo nacional como internacional y un ejemplo de profesionalidad difícilmente equiparable.

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