Por el desfiladero de nubes de diciembre se escapa 2017 y entre borrascas de tinta nace el resumen de 365 días inolvidables. En el suelo de la redacción el papel mojado de los días, las noticias y los recuerdos. Entre ellos la enorme sonrisa luchadora de Bimba Bosé y una inmensa paradoja. Y es que este es el primer año en el que no pasaron doce hojas del calendario sino 12 + 1, pues un Ángel del motor nos observa en una curva del cielo, que dicen por Málaga se encuentra justo en el barrio de al lado de 'Chiquitistán', donde un flamenco cuenta chistes que hacen reír a todos aquellos que llegan a las puertas de San Pedro, que habla de Santo a Santo a Roger Moore y desde agosto tenía dibujada una sonrisa en su rostro gracias a Jerry Lewis.
La vida fuera del deporte: ficción y realidad
Por momentos todo el mundo creyó que todo correspondía a una ficción, a un alma espectral que experimentó en alguna extraña dimensión del podría-haber-sido, algo ajeno inventado, pero la realidad siempre constituyó la más genuina fuente de todas. Siendo como siempre tan cruel como bella, paralizó y golpeó a miles de kilómetros, pero no se tomó conciencia de ella hasta que no estalló a unos pocos metros de nuestras casas e hizo unirnos en una frase: ''No Tinc Por''.
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Esa sensación de lejanía respecto del suceso se desvaneció, -resulta paradójico que en un mundo en el que con las redes no existen prácticamente las distancias, se haya alejado tanto la gente- nos dimos de bruces con la realidad de un mundo alienado y cada vez más dividido. El tiempo fue nuevamente el mejor juez y las noticias el mejor notario para constatar que no solo fuimos capaces de entregar el mundo a Donald Trump y Kim Jong Un, sino que otros 'iluminados' mucho más cercanos coparon las secciones nacionales, regionales y locales.
De cine... y series
Afortunadamente la noticia fue tan bella como Verano 1993, gran película española, rodada paradójicamente en catalán y ambientada en Girona. La historia de Frida quedó muy lejos del ruido político, muy cerca de las emociones; una niña que se sintió culpable durante mucho tiempo de no haber llorado tras una pérdida. Un sentimiento -tanto como el de no haber sido capaz de reír- que el mundo, como cada eterno presente no acabó de comprender o transmitir. Lo fue también porque fue dirigida por Carla Simón, una mujer catalana en una sociedad que sigue teniendo grandes cuentas pendientes -47 víctimas durante este año- en demasiadas materias.
Todo ello en un año en el que la ficción volvió a demostrar la realidad de maravillosas producciones de series de televisión como The Handmaid’s Tale, Big Little Lies, Feud, Thirteen Reasons Why, Las chicas del cable… y contadas joyas para el Séptimo Arte como Dunkerque de Christopher Nolan, que erigió un monumento a la resistencia del cine, al antiguo placer de encerrarse en una sala a oscuras y transportarse a otro mundo. El del cine en el que Moonligth, calificada como obra maestra fue la gran triunfadora de los Oscar en la ceremonia de entrega más surrealista de la historia del cine, que dio por ganadora durante unos minutos a la otra gran protagonista, La la land.
La música, pentagrama de la verdad
En el surrealismo mágico de la música sonó Bruno Mars, un genio que demostró seguir creyendo en el clásico pentagrama vital que todo lo une. Un mundo difícil de creer, que fue tan deprisa como siempre, pero que se detuvo para bailar Despacito de Luis Fonsi. Un mundo para negarlo todo, como cantó con la espada de la verdad el maestro Sabina, aquella que no conocen muchos políticos, que basando sus argumentos en una gran mentira lo negaron todo. Mientras Alejandro Sanz no hizo otra cosa más que sumar en un año que fue mucho Más, Ed Sheeran, triunfó con su álbum Divide para multiplicar, pero esta operación matemática no fue posible en otros ámbitos, en los que invirtiendo los términos se multiplicó la división.
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