Gaspar Rosety, cuando las voces se apagan
Foto: http://www.eurosport.es/

La vida no está diseñada solo a base de luces, más bien es al contrario, está repleta de sombras, pero aunque circunstancialmente a Don Gaspar le haya reclamado la muerte, fueron la vida y sus luces las que definitivamente le reclamaron. El ser humano tiene derecho a llorar y todo va tan rápido que a veces no tiene tiempo ni para ello, pero en el caso de este grandioso periodista estas líneas van encaminadas hacia la luz y al derecho de recordar y celebrar. No en vano es inevitable celebrar y aprender cuando su ausencia manifiesta tal grado de enseñanza.

Proveniente de una familia de periodistas, cuya raza quizás haya que buscarla en la Olivetti Lettera 36 de su padre y en las redacciones del viejo 'Voluntad', se explica en la enseñanza de su hermano Manolo Rosety, pero su recorrido vital y profesional solo es explicable a través de la huella que ha dejado, inmensa, incontestable y rebosante de energía positiva, de eterna duración.  Las narraciones de Gaspar Rosety eran como un rumor que le salía de las entrañas, como muy bien dijo una vez, siempre intentaba regalar a los oyentes el intenso desarrollo narrativo de las jugadas, Rosety no narraba para él, se percibía de forma diáfana su intención de regalar una extraordinaria retransmisión a los oyentes. La pasión se abría camino en la voz de este periodista de raza con la intensidad de una luz imperecedera. La conexión  con el gran  narrador constituía una inevitable sucesión de astros, astros del balón e intensas descripciones de lo que acontecía en un terreno de juego.

Gaspar era todo un espectáculo, fue durante años la voz que puso emoción y color a la radio deportiva, narró el histórico gol de Pedja Mijatovic que le dio la Séptima al Real Madrid. Puso color auditivo al golazo de Nayim que dio la Recopa de Europa al Zaragoza, y a la volea de Zidane que dio al Madrid la Novena. Aunque su voz siempre estuvo unida a las retransmisiones de la Selección y el Real Madrid, estas forman parte del patrimonio vivencial de todos los aficionados al fútbol, independientemente de los colores que defiendan.

Toda narración que no tenga la precisión de la prosa y la imperfección de las emociones, de la pasión, no vale nada, y el periodista madrileño y asturiano de adopción, era tan preciso como apasionado. Algo que demostró desde sus inicios en Radio Gijón y, en el diario 'El Noroeste', dejando su grandiosa estela en Antena 3 Radio, COPE, Radio Voz y Onda Cero, además de Marca y Telemadrid. Se suele decir que la mano no es solo el órgano del trabajo; es también producto de él. Y en este caso Rosety, su voz, son producto del trabajo, fundamentalmente de la radio y su arrolladora vocación.

En noviembre de 2013, recibió la Antena de Oro, distinción concedida por la Federación de Asociaciones de Profesionales de Radio y Televisión. En la emisora del cielo ya sintonizan nubes con el gol pues como dijo su sobrino Ricardo Rosety, periodista de profesión: "El cielo ya tiene narrador para sus partidos. Al mejor".

Las catedrales son prácticamente imposibles de descifrar en palabras, pero la palabra de Rosety es catedral. Cuando se apagan las voces queda una sensación como de hoja borrada, por eso es tan importante que la memoria y el recuerdo consiga que la volvamos a escribir.

Más que nunca los silencios hablan en los refugios personales de Gaspar, en aquellas ondas deportivas en las que reinó su voz. La hemeroteca, la fonoteca vuelve a erigirse como un tesoro grandiosamente preciado, pero quizás en un caso como el suyo es la memoria hablada de los que compartieron vida, redacciones, campos y micrófonos con Don Gaspar, los que harán justicia con uno de los más grandes periodistas deportivos. El periodismo y los oyentes siempre te buscarán en tu refugio personal, que por generosidad natural y profesionalidad siempre compartiste con el prójimo. 

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