Gerardo Deniz, cuyo verdadero nombre es Juan Almela, nació en Madrid el 14 de agosto de 1934. Dos años después, arrastrados por el inicio de la Guerra Civil, el poeta y su familia se mudaron a Ginebra, Suiza, donde permanecieron hasta su último traslado a México en 1942.
Si bien la fama de Deniz no fue su fuerte, su influencia en la poesía mexicana de los últimos 40 años ha sido trascendental y sus lectores fieles, atentos, se han mostrado siempre interesados en desentramar los profundos escondrijos de su obra. El tono poético y la temática de las obras de Deniz enmarcan al autor dentro de la literatura del exilio, como demuestra la obra “El canto del peregrino”.
“Llegué a México el 24 de mayo de 1942 y desde entonces sólo he pasado, en total, unos 40 días fuera de esta ciudad”
Gerardo Deniz completó sus estudios hasta la preparatoria, es padre de dos hijas y ha desempeñado sus labores trabajando en traducciones –especialmente del ruso y del sánscrito- y revisiones para distintas editoriales. A pesar de que siempre se sintió tentado por la poesía, nunca tuvo reparos en demostrar que la química le suscitaba una gran curiosidad.
La publicación de su primera colección de poemas, “Adrede”, llegó en 1970 y, aunque contó con el apoyo y la ayuda de Octavio Paz, la obra quedó en el olvido. A partir de entonces, se sucedieron el resto de obras que constituyeron su repertorio poético: “Gatuperio” (1978), “Enroque” (1986), “Mansalva” (1987), “Picos pardos” (1987), “Grosso modo” (1988), “Mundos nuevos” (1991), “Amor y oxidante” (1991), “Ton y son” (1994) y “Visitas guiadas” (2000). El autor se desplazó también entre los senderos de la narrativa y en 1992 publicó “Alebrijes”, su primera y única colección de cuentos.
Sus versos aletargaron su llegada al territorio español hasta 2002, cuando se publicaron a través de la editorial Fosa escéptica. El estilo de Deniz se caracteriza por su dificultad; un vocabulario arriesgado; una escritura rupturista que se deslizó tímidamente en contraste con el arraigado simbolismo (Charles Baudelaire), el modernismo (Rubén Darío) y las vanguardias históricas (Marinetti).
En 1991 recibió el Premio Xavier Villaurrutia y, posteriormente, en 2008, el Premio de Poesía Aguascalientes. Gerardo Deniz conocía a la perfección idiomas como el alemán, el ruso o el turco, lo que le facilitó su empleo como traductor de libros de diversas materias (química, lingüística, mitología, etc.) en el Fondo de Cultura Económica y Siglo XXI. Además, a partir de 1994 se le reconoce como miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) contando con una amplia experiencia como becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
El pasado 30 de septiembre el poeta recibió la Medalla Bellas Artes y, por motivo de su 80 cumpleaños, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) le organizó un homenaje. En él, se dio a conocer que “Visitas guiadas” sería reeditado introduciendo un nuevo poema. Sin embargo, fue la familia de Deniz quien representó al poeta en ausencia de este por motivos de salud.
Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta: “Luto en las letras mexicanas por el deceso de Gerardo Deniz, extraordinario traductor y poeta. Mi pésame a sus deudos.”
La noticia de su muerte fue anunciada por el Conaculta y, en cuanto se tuvo noticia de ello, la comunidad cultural comenzó a expresar sus condolencias a través de las redes sociales.
El escritor Julián Herbert indicó que le “entristece de veras la muerte de Gerardo Deniz, un poeta mayor de la lengua española.” Por su parte, Enrique Krauze, intelectual multidisciplinar, comentó: “Ha muerto Gerardo Deniz, gran poeta, traductor y editor.” El editor Ricardo Cayuela también dio su pésame y dijo que “su poesía es un callejón sin salida de la capacidad del lenguaje de relacionar unas cosas con otras, burlándose al mismo tiempo de sí misma.” El narrador Jorge F. Hernández expresó por vía telefónica que “sobre todo, Deniz fue un poeta de primerísima línea y un gran traductor. A él hay que agradecer la cantidad de poemas que tradujo para personas que no dominan otros idiomas; fue un hombre auténtico de las letras”. Por último, Antonio Deltoro aseguró que, para él, “es un poeta único e irremplazable, que no sólo no se parecía a algún poeta mexicano, sino tampoco a algún español. Sí, él era un poeta difícil, con sentido del humor y una gran cultura pero muy propia y extraña.”