Es inevitable rememorar la vida de un autor en sus obras. Los escritores tienen la facilidad de plasmar la realidad decorada y hacerla mejor o peor a su antojo. Este es el caso de autores como Gabriel García Márquez, el periodista y escritor premiado con el Nobel de literatura.
García Márquez es el máximo exponente del realismo mágico hispanoamericano (corriente que narra hechos fantásticos en contextos verosímiles). Una de sus novelas más destacadas, Crónica de una muerte anunciada, narra la historia de una ejecución llevada a cabo por dos jóvenes tras el violento regreso de su hermana arrastrada por su reciente marido después de haber descubierto que no era virgen.
Existe una particularidad; el causante de la muerte no fue en este caso el escritor, tampoco los personajes ficticios Pedro y Pablo; en este caso eran de carne y hueso porque esta fue una historia real.
El verdadero nombre de aquella mujer, Margarita, quedó manchado junto con la honra familiar, y sus hermanos quisieron vengarlo. El profundo conocimiento de los hechos es debido a la estrecha relación de la familia de García Márquez con la de Margarita. Él mismo, que había vivido con ellos cuando hubo problemas económicos en su casa, presenció la boda y los siguientes acontecimientos.
Miguel Reyes Palencia quedó descubierto como Bayardo San Román, marido y causante indirecto del crimen
Luisa Santiaga -madre del Premio Nobel- conocía sus pretensiones literarias, por ello, le pidió que no escribiera la novela hasta que muriese la madre de la repudiada y así lo hizo. Cuando fue publicada, se reconoció la veracidad de la historia y con ella los nombres de sus personajes. Miguel Reyes Palencia quedó descubierto como Bayardo San Román, marido y causante indirecto del crimen. Su vida dio un vuelco, se destapó un secreto escondido durante muchos años, desconocido incluso para sus hijos. Miguel Reyes no se quedó impasible y escribió personalmente una novela carente del punto de vista mágico y sugerente de García Márquez, buscando mostrar la trágica realidad. También le puso una demanda por los derechos del libro y de la posterior película, pero quedó archivada.
Crónica de una muerte anunciada aúna en sí misma al periodista y al escritor, que desde su creatividad y su voz personal hace que el lector se vea sumido en el profundo interés de una historia que empieza destapando el final y muestra la importancia de la sexualidad de la mujer en aquella época y cultura.
Como queda recogido inicialmente, el escritor tiene la capacidad de recrear la vida a su antojo. En el caso de García Márquez también pudo anticiparse a su fallecimiento cuando optó por hacer morir a su personaje Úrsula, matriarca de la familia de los Buendía, en Cien años de soledad:
“Amaneció muerta el jueves santo. La última vez que la habían ayudado a sacar la cuenta de su edad, por los tiemos de la compañía bananera, la había calculado entre los ciento quince y los ciento veintidós años. La enterraron en una cajita que era apenas más grande que la canastilla en que fue llevado Aureliano, y muy poca gente asistió al entierro, en parte porque no eran muchos quienes se
acordaban de ella, y en parte porque ese mediodía hubo tanto calor que los pájaros desorientados se estrellaban como perdigones contra las paredes y rompían las mallas metálicas de las ventanas para morirse en los dormitorios.”
Es entonces cuando cabe preguntarse, ¿hasta qué punto el creador se hace víctima de su obra?
