Ya es definitivo e irrecuperable. Las autoridades de Luxemburgo declararon que la situación de la sociedad Espírito Santo Financial Group (ESFG) es imposible de reconducir y reestructurar, no han aceptado la petición para entrar en el equivalente al concurso de acreedores en España, y han declarado la bancarrota.
La ingeniería financiera de papel
Los bancos tienen sociedades especializadas en cada uno de los aspectos de los que se encargan. En el caso de ESFG, era una sociedad localizada en Luxemburgo que se encargaba de la rama de seguros (Tranquilidade SA) y salud (ESS). El máximo accionista de ESFG, Banco Espírito Santo Internacional (ESI), quebró debido a no poder hacer frente a una excesiva deuda, también ha declarado la quiebra. ESI controlaba la sociedad Ríoforte, que a su vez era la dueña de Espírito Santo Irmaos SGPS SA, que controlaba la mitad de ESFG. ESS ha sido vendida a la aseguradora Fidelidade, que tiene un 51 % de capital chino. Mientras, ESFIL, encargada de los activos bancarios del Espírito Santo en Suiza y Francia, también se ha declarado en quiebra. Ni siquiera el rescate de 4.900 millones de euros recibidos en agosto por parte del estado portugués ha impedido que se llegue a esta situación. Espírito Santo ha sido dividido en Novobanco, que controlará los activos "sanos" de la entidad y un "banco malo" que controlará los tóxicos. La caída en cadena coincide en un momento donde se están auditando los bancos europeos, en unos exámenes cuyas notas se sabrán la última semana de octubre.
145 años después
Banco Espírito Santo fue fundado en 1869 y durante mucho tiempo fue el banco más poderoso de Portugal. Como hecho anecdótico, la familia Espírito Santo ha sido de las 25 más ricas de Portugal durante este periodo, hasta que en 2014 salieron del índice. José María do Espírito Santo e Silva comenzó con el cambio de divisas y la venta de lotería lo que años después sería el banco. Ricardo Espírito Santo Salgado, el actual presidente, tiene el pasaporte retirado y está acusado de fraude. El gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, pidió que se cambiara la legislación para que no se volviera a repetir el caso de Espírito Santo. Entre las medidas, evitar sedes como Luxemburgo o Suiza (donde existe el secreto bancario y están considerados no cooperantes), y permitir que se pueda destituir al presidente, cosa que en este caso no era posible.