Alice Munro es autora de doce volúmenes de relatos, dos antologías y una novela. Sus cuentos han sido reconocidos por la crítica literaria desde 1950, aparecido en revistas como The New Yorker, Atlantic Monthly o The Paris Review y traducidos a trece idiomas.
Su larga trayectoria se acompaña de numerosos galardones, como los tres Governor General's Award y el Giller Prize que recogió en tres y dos ocasiones respectivamente. Además de los estadounidenses National Book Critics, Circle Award, Rea Award y Lannan Literary Award, el inglés W. H. Smith Award, el premio italiano Ennio Flaiano y el prestigioso Man Booker International Prize, que le fue otorgado en 2009 por su magnífica colaboración en la literatura mundial.
Finalmente, se le reconoce en 2013 el Premio Nobel de Literatura por «su maestría en el arte del relato», aunque Alice Munro no pudo recoger el galardón debido a sus problemas de salud.
A sus 83 años la escritora canadiense es reconocida a nivel mundial mientras que en sus inicios pasaba desapercibida. A decir verdad, empezó a ser conocida en el siglo XXI con los relatos de Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) y luego con los de Escapada (2004), que facilitaron la recuperación de su obra precedente. Se había mantenido hasta entonces como una escritora algo secreta.
A lo largo de sus obras Munro refleja en sus relatos secretos, amor, odio e incluso, la historia remota de su familia, en parte escocesa, que emigrada al Canadá, y describió ampliamente las dificultades de sus padres. Su libro, La vista desde Castle Rock, se alejaba un punto de su modo expresivo anterior. Por entonces, habló de retirarse, pero con la publicación del excelente Demasiada felicidad (2009), lo desmintió.
Aunque Munro no se ha prodigado en la prensa, fue extensamente entrevistada por The Paris Review en 1994. Igualmente, ha reconocido el influjo inicial de grandes escritoras como Katherine Anne Porter, Flannery O'Connor, Carson McCullers o Eudora Welt, además de dos narradores: James Agee y especialmente William Maxwell. Sus relatos breves se centran en las relaciones humanas analizadas a través de la lente de la vida cotidiana.
No hay duda de que nuestra "Chéjov canadiense" hace eco, un año más, de su alta calidad literaria demostrando que “nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión”.