John Banville (1945), de origen irlandés, ha sido galardonado este mediodía con el Premio Príncipe de Asturias de las letras 2014. Entre los posibles 24 candidatos, procedentes de 14 países diferentes, estaban los españoles Pere Gimferrer y Juan Goytisolo; ambos miembros de la RAE.
La decisión del jurado, que ha sido leída esta mañana por José Manuel Blecua, presidente de la RAE, ha destacado del escritor su “análisis intenso de complejos seres humanos que nos atrapan en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial”, así como “su inteligente, honda y original creación novelesca”.
La propuesta a la candidatura de Banville fue obra del Vicedirector de la RAE, José Antonio Pascual Rodríguez, y el Embajador de España en Irlanda, Javier Garrigues.
El de las letras es el quinto de los ocho premios que la Asociación concede anualmente. Consta de un diploma, una escultura de Joan Miró y una dotación en metálico de 50.000 euros.
“Desde niño tenía claro que quería ser escritor”
De su carrera como escritor destacan El intocable (1985), El libro de las pruebas (1989) o El mar (2005), calificada como su mejor obra y premiada por Booker en 2005 y el Irish Book Award en 2006.
Influido por la literatura Navokoviana, autor hacia el cual siente una gran admiración desde su juventud, ha heredado de este la obsesión por construir frases sintáctica y gramaticalmente perfectas.
Benjamin Black, el pseudónimo que usa en sus novelas negras, publicó su primer libro en este género literario en 2006, El secreto de Chistine, al cual le han seguido otras cuatro novelas: El otro nombre de Laura, En busca del april y Venganza. Todas ellas caracterizadas por una lectura ligera y escritas en tercera persona
Su último libro, publicado en febrero de este mismo año por Black, La rubia de los ojos negros es una obra en la que resucita al famoso detective privado creado por Raymond Chanlder en 1934: Philip Marlowe, novela encargada por la propia familia Chandler.
"El arte es una cosa extraña. Bajo el sombrero de Banville puedo escribir 200 palabras al día. Un día decidí que podía convertirme en otro y bajo ese segundo sombrero, en esa segunda piel, puedo irme a comer tras haber escrito un millar de palabras, tal vez 2.000, y disfrutar con ello. Es increíble descubrir cómo otro tipo puede vivir tu vida y usar tus manos y deleitarse con eso. Escribir es un trabajo peculiar... Escribir es como respirar. Lo hago por necesidad. Por mi propia boca, y ahora también por la de Black", comentó sobre su pseudónimo.
