Molière, el humor inmortal
Foto: Marta Pastor Villalobos | VAVEL.

Hijo de una familia parisina aburguesada, su verdadero nombre era Jean-Baptiste Poquelin. Pese a haber estudiado en una escuela jesuita y la gran influencia moralista y ascética de su padre, Molière nunca fue gran amigo de la religión. Se licenció en derecho pero pronto comenzó a frecuentar a filósofos y liberales del momento como Gassendy, Cyrano de Bergerac, Chapelle o D´Assoucy entre otros.

No tardó en verse atraído por el teatro y con apenas 20 años ya adoptó el sobrenombre de Molière y fundó junto con la comediante Madeleine Béjart la compañía L´Illustre Théâtre en la que participó como actor y posteriormente como director, la compañía fracasó. Se involucró en nuevos proyectos, pasó así casi una década formándose como dramaturgo y escribiendo sus primeras obras. No obstante, su gran talento era hacer reír improvisando sobre pequeños guiones al estilo de la exitosa “Comedia  del arte” italiana.

Comenzó entonces a escribir obras que mezclaban la siempre entretenida Comedia del Arte con el estilo del teatro culto francés creando la Comedia Francesa. Una de esas obras le llevó ante el mismísimo rey Luis XIV al que fascinó y pasó a ser su protector. De esta forma, Molière se instaló de nuevo en Paris en el mismo Palacio Real como autor de la corte.

Obras y polémicas

Mediante la comedia, el dramaturgo mostraba la soberbia de los aristócratas, las mentiras del clero, la ridícula educación dada a las mujeres y las restricciones absurdas auto-impuestas en la sociedad. Además de un gran éxito, sus obras también le proporcionaron numerosas críticas por parte del clero y de parte de la sociedad burguesa y aristócrata francesa.

Existieron rumores acerca de que realizaba el incesto puesto que su mujer, 20 años más joven que él, era la hija de su primera compañera y, según algunos, amante, Madeleine Béjart, y el hecho de que actuara en sus obras, ya que la interpretación era una profesión mal vista, le crearon una mala fama. Pero él siempre se defendió: “Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca”

 “Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca”

 “La escuela de las mujeres”, “Tartufo”, “El avaro”, “Anfitrión”, “Médico a palos”, “Las mujeres sabias” o “El enfermo imaginario” son algunas de sus mejores y más conocidas obras que hoy en día siguen siendo representadas por todo el mundo. 

El mito

Aparte de revolucionar el teatro universal y de escribir algunas de las obras más importantes de la historia, Moliére también hizo, esta vez sin querer, de su muerte el inicio de unos de los mitos más conocidos del teatro: en la cuarta representación de su última obra, “El enfermo imaginario”, en la que iba vestido con un pijama amarillo, Molière se comenzó a encontrar indispuesto, unas horas después moría en su casa.

Desde entonces, esa obra fue considerada como maldita, ya que criticaba a los falsos enfermos y a los médicos y el autor murió representándola. Si bien esa consideración ya acabó y a día de hoy se sigue representando, todavía se continúa asociando el amarillo como color de mala suerte en el teatro y a veces por extensión de mala surte en general. 

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