El “Invencible”, Nick Youngquest ha sido el último deportista que ha decidido dar un giro radical a su carrera como jugador profesional de rugby, dejando atrás una trayectoria profesional que le ha llevado a disputar la liga británica, francesa y australiana, para convertirse en la imagen del nuevo perfume de Paco Rabanne, Invictus. Sus ojos azules y su cuerpo atlético se han convertido en el reclamo de multitud de hombres y mujeres en el mundo, que esperan vehementemente que llegue la publicidad para que Nick les deleite con su paseo triunfal de héroe griego.
No es la primera vez que Youngquest se pone frente a la cámara para demostrar sus dotes como modelo, puesto que en 2006 participó en una campaña contra el cáncer de testículos organizada por la asociación británica Checkum. Fue allí donde no tuvo reparo alguno en despojarse de su ropa y posar desnudo para apoyar la causa. La fotografía pronto comenzó a compararse con la instantánea que en 1967 convirtió a Jean François Bauret en el primer hombre desnudo que aparecía en un anuncio, bajo el nombre de la firma de ropa interior masculina Selimaille.
El marketing impera, la fama vende, y lo desconocido no inspira confianza
El joven ha conseguido derrumbar tabúes respecto a la sexualidad, mostrando su apoyo incondicional a los colectivos gays. Un hombre admirable por su carisma y especialmente por el progresismo de sus ideales, dispuesto a romper con todos los convencionalismos sociales que parecen ensañarse contra aquellos que no se corresponden con los estereotipos anclados en una sociedad retrógrada. Siempre se ha mostrado fiel defensor del matrimonio gay, convirtiéndose por ello en un gran apoyo para su amigo, el jugador de rugby Gareth Thomas, cuando declaró públicamente su homosexualidad.
Pese al gran talento del que Nick ha demostrado poseer, no ha podido evitar ser comparado con el jugador de fútbol mundialmente conocido por su talento dentro y fuera del campo, David Beckham. Ambos tan solo son dos pequeños eslabones dentro de una cadena de deportistas que compaginan su preparación física con el mundo de la moda y la publicidad. El tenista Roger Federer se convirtió en imagen de Gillette, Moët & Chandon, Rolex y Nike. Nadal, uno de sus grandes rivales en la pista no duda en enfundarse unos jeans de Armani, cuando el diseñador así lo precisa. Pero si de tenistas se trata, la pareja constituida por Steffi Graff y André Agassi, se lleva la palma ofreciendo su imagen para la línea Journeys de Louis Vuitton. La misma línea que unió para otra de sus colecciones al nadador Michael Phelps y a la gimnasta Larisa Latynina.
Los jugadores de baloncesto también tienen un hueco en este pequeño paraíso de la imagen publicitaria, y si no que se lo pregunten a Kobe Bryant, jugador de Los Ángeles Lakers, que ha participado en las campañas de Coca-Cola, Lenovo, Mercedes Benz y Nike; LeBron James ofreció su imagen también a esta última, consiguiendo disparar sus ventas.
Hugo Boss prefirió apostar a lo grande y escoger como imagen a todos los miembros de la escudería británica McLaren. Imposible no mencionar en temas relativos a publicidad a los futbolistas que más ingresos generan también en el terreno de la moda como Cristiano Ronaldo y Kaká, que han sido imagen de Emporio Armani; Neymar con la marca deportiva Nike, Fabio Cannavaro para Dolce & Gabanna y Gerard Piqué haciendo lo propio para H.E by Mango, entre otros.
Los deportistas más representativos de cada modalidad, se convierten en un reclamo publicitario constante, una herramienta de marketing, que sirve para incrementar y engrosar el caché de las marcas más influyentes. Sin embargo, detrás de cada campaña protagonizada por un deportista reconocido, hay centenares de jóvenes modelos deseosos de conseguir una oportunidad que les haga despegar en un ámbito laboral competitivo y complicado aunque muchos de ellos se quedan en el camino por el simple hecho de que no son famosos. El vox populi tacha la situación de intrusismo laboral, pero más bien es una consecuencia del marketing salvaje que impera en esta sociedad de consumo, donde la fama vende y lo desconocido no inspira confianza.