La esclavitud moderna viste de alta costura
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La moda no es una industria perfecta, pero ninguna en realidad lo es, todo se mueve a base de intereses, dinero y poder, miramos hacia otro lado y pretendemos que todo está bien. Obviamos que al comprar ese vestido de cierta tienda que empieza por la Z contribuimos a la explotación de miles de niños y mujeres en países subdesarrollados, aceptamos el comprar impulsivamente prendas en “tendencia "que jamás volverán a ver la luz, y olvidamos a las diseñadoras emergentes con políticas justas y sostenibles. Por tanto, no iba a ser una sorpresa que el periódico inglés The Times pusiese al mundo de la moda en debate, su última investigación nos abre la mirada hacia la falta de ética del ser humano. 

La agencia de modelos, Select Models, comenzó a reclutar nuevas caras en África, todo ello tal vez con el pretexto de la necesidad de inclusión en las pasarelas, pero no nos mintamos, no iban por ese camino. La agencia fue directa al campamento de refugiados de Kakuma, situado en Kenia. Se trata de uno de los mayores campamentos de refugiados del mundo llegando a albergar a 280.000 personas que, principalmente, huyen de los conflictos entre tribus, guerras civiles y situaciones de extrema pobreza de Sudan del Sur y Somalia, entre otros países. Además, se encuentran allí un total de 14. 000 niños sin acompañantes, niños huérfanos. 

  Límite Sudanés, Campamento Kakuma. Una vista general del campo que da refugio a toda la comunidad Bantu: 12. 000 (Foto por Christophe Calais/Corbis via Getty Images)
Límite Sudanés, Campamento Kakuma. Una vista general del campo que da refugio a toda la comunidad Bantu: 12. 000 (Foto por Christophe Calais/Corbis via Getty Images)

El modus operandi de esta agencia fue el siguiente: Matteo Puglisi, director de Select Models Managment realizó un casting para encontrar a la nueva supermodelo africana en un hotel muy cercano al campamento, para una mayor facilidad para ambas partes, en una habitación las medían y les tomaban sus fotografías para luego ser mandadas a la oficina central y evaluarlas. Si pasaban, la agencia debía conseguir el permiso del gobierno de Kenia para que las jóvenes pudieran viajar. Para las chicas del campamento esto es una oportunidad dorada, las alas que les permitirán salir de aquel lugar hacia un futuro prometedor. Al ser aceptadas viajan a las capitales de la moda: Milán, París o Londres, en las fechas previas de la Fashion Week y una vez instaladas por la agencia se les proporciona algo de dinero. Todo ello suena perfecto, casi idílico y sencillo aun así todo tiene truco y esta situación no iba a ser menos. 

Muchas de las chicas que viajaron a Europa para hacer casting y desfiles regresaban al campamento en cuestión de días o semanas, pero ¿por qué?, la falta o nula práctica en pasarela y la malnutrición que sufrían ponía en vano sus capacidades para realizar el trabajo. Una promesa a medias que no salvaguardaba la seguridad propia de las chicas que solo buscaban algo mejor, la agencia se ha cebado de las ilusiones de cientos de jóvenes que viven en situaciones precarias donde la simpleza que es para nosotros abrir el grifo para que corra el agua es un lujo lejano para ellas. 

No obstante, algunas de estas chicas consiguen establecerse en las pasarelas, llegando incluso a desfilar en la Fashion Week, pero de igual manera les espera un destino similar al anterior, vuelven a sus hogares, pero en este caso con un peso más a sus complicadas vidas: deudas que ascienden a los 200 o 300 euros y sin haber sido pagadas por su trabajo. El periódico The Times recogió algunos testimonios:

Una modelo adolescente describió como fue descubierta en el campamento el pasado septiembre y viajó a París donde le dijeron que estaba en un estado de malnutrición para trabajar y, además, no era suficientemente buena en la pasarela. Voló rumbo a casa a los 6 días. 

Otra chica dijo que firmó un contrato que apenas entendió y fue enviada a París antes de regresar a casa a los 17 días, pasado un tiempo recibió un documento que mostraba una deuda que debía pagar a su agencia. 

La modelo Achol Malual Jau, procedente de Kenia, fue descubierta en el campamento y desfiló durante la Fashion Week de Londres, pasó 6 meses en Europa entre septiembre de 2022 y marzo del 2023, sin embargo, al igual que las demás volvió a casa sin ser pagada. Achol dice: “trabajé muy duro, pero volví sin dinero, mucha gente piensa que tengo dinero porque fui a Europa, pero no tengo nada”.  

NEWGEN Yuhan Wang Ready to Wear Fall/Winter 2022-2023 fashion show, Fashion Week de Londres, 20 de febrero de 2022. Londres, Inglaterra (Foto por Victor Virgile)
NEWGEN Yuhan Wang Ready to Wear Fall/Winter 2022-2023 fashion show, Fashion Week de Londres, 20 de febrero de 2022. Londres, Inglaterra (Foto por Victor Virgile)

La agencia londinense se respalda bajo una firme declaración: “la búsqueda de modelos en Kakuma es meramente una forma de dar mejores oportunidades para la vida de las refugiadas mientras que hacen las pasarelas más diversas”. Puglisi, el CEO de Select Models, dijo: “las modelos vienen a los shows por tres o cuatro semanas, después vuelven a sus hogares” La agencia es “muy clara” con que no serán trasladadas a Europa permanentemente.  

Es despiadado y vil ver cómo utilizan la diversidad para enmascarar sus acciones, explotar a niñas indefensas para su propio beneficio y cebarse de las ganancias posteriores por el menor gasto en modelos, esto no es diversidad. 

Se trata de una situación indignante, se aprovechan de las refugiadas, mujeres que no han tenido la opción de obtener una educación y poder formarse y estudiar, mujeres que no son libres y que no pueden decidir su futuro. Las pocas que reciben educación dejan los estudios bajo las dulces palabras de la agencia, la esperanza de convertirse en modelos y finalmente dejar atrás la vida en el refugio, donde este será un simple capítulo en sus vidas que se quedará en el olvido. Pero este capítulo se alarga y nunca se acaba, es más, dicta todo el libro de sus vidas, las palabras se diluyen y no se hacen realidad. ¿Quién las puede juzgar? Todas hubiésemos elegido creer y esperar algo mejor, todas hubiésemos firmado contratos si nos posibilitasen huir de allí. 

Da miedo pensar que las modelos que vemos en cada temporada caminando firmemente en las pasarelas puedan ser muchachas que han dejado atrás un campo de refugiados y se aferran a la idea de que triunfarán, y que, tal vez, podrán ayudar a sus familias en África con el dinero que ganen, pero la realidad es fría y aterradora, la historia se repetirá y volverán a sus hogares como las demás, sin ninguna ganancia y sin ser reconocidas por su trabajo. El viaje en avión, las luces y las cámaras, la música del desfile y los días de ensueño en las capitales europeas solo serán fugaces recuerdos para estas refugiadas, días de lujo y privilegio que recordarán en Kakuma. La esclavitud moderna ahora desfila en alta costura. 

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