El primero nació el 4 de diciembre de 1913 en Villa del Río, un pequeño municipio de Córdoba que cuenta con poco más de siete mil habitantes. En ese lugar fue donde Matías empezó a escribir sus primeras poesías, que más tarde le darían una facilidad de palabra que muy pocos pueden alcanzar a lo largo de su vida. De adolescente, Una herida de bala en un ojo le obligó a llevar gafas de sol durante el resto de su vida a causa de la fotofobia. Esas lentes, acompañadas del traje y la corbata, también fueron parte del 'personaje'. Y desde ahí, con Guerra Civil por medio, comenzó a recorrer las pequeñas emisoras de radio del sur de la Península, hasta que le llegó una propuesta de trabajo de la que fue su segunda casa: Radio Nacional.
Empezó cerca de su hogar, en Málaga, con las corridas de toros y un humilde Betis-Málaga de Segunda División en 1940, aunque en 1945 se trasladó definitivamente a Madrid, donde la cadena pública acababa de estrenar sus instalaciones en Arganda del Rey.
Fue en ese momento cuando, fruto de su matrimonio con Emilia Luque, nació Matías Prats. El ahora presentador de los informativos de Antena 3 recuerda con todo detalle su infancia, en la que disfrutó a pesar de las continuas ausencias de su afamado padre: "Fue una infancia feliz. Desgraciadamente, no pude contar todo el tiempo que yo hubiera querido con él porque entonces trabajaba siete días a la semana, y además los viajes que se hacían en aquellos años eran viajes muy largos". Aunque en su vuelta a casa trataba de recompensarlo: "Siempre que volvía trataba de estar con nosotros, con mi hermano Juan Jesús, con mi hermana Carmen y conmigo".
Matías Prats Luque, que nació, al contrario que su padre,en una gran ciudad –Madrid—, tiene ahora 61 años. Pero fue hace mucho tiempo cuando empezó a formarse como periodista, concretamente en su niñez, donde su padre tuvo parte de culpa.
"Fabulaba tan bien que daba gusto escucharle y yo me lo creía todo, o quería creérmelo"
Yo era el que más le pedía que me relatara otra vez los acontecimientos deportivos que en su momento había narrado en directo, y siempre añadía alguna parcela desconocida para nosotros y lo relataba con una gracia y con una personalidad extraordinaria. No sé si en algunas ocasiones incluso metería algo más de su cabeza que no hubiera sucedido. Pero fabulaba tan bien que daba gusto escucharle y yo me lo creía todo, o quería creérmelo", rememora. Afirma que su padre siempre le elegía a él para acompañarle al Metropolitano o al Santiago Bernabéu, estadios del Atlético de Madrid y del Real Madrid, respectivamente.
Sin embargo, empezó a estudiar Derecho, carrera por la que siempre se había sentido atraído. Pero su progenitor, un tanto descontento, le hizo cambiar de opinión: "Mi padre me dijo que por qué no me animaba y hacía la carrera de Periodismo". Asegura que fue "el primero que le puso alguna traba" y que no estaba "convencido de que fuera el camino más adecuado". El tiempo le dio la razón y ahora, después de haber pasado por TVE en la primera parte de su trayectoria y más tarde mudarse a Antena 3, se siente agradecido: "Él fue fundamental en el sentido de abrazar esta profesión".
Matías Prats fue la voz de centenares de encuentros de fútbol. | Hemeroteca ABC
Cambio de papel
Los años fueron pasando y Matías padre seguía adquiriendo fama al compás de la radio y la televisión. En este último medio, en el que se le recuerda menos que en los transistores por las circunstancias de la época, presentó recordados programas como Pantalla deportiva, La Copa, Graderío, Cartel o Ayer domingo. Además de cantar el mencionado gol de Zarra en Maracaná en 1950, también pudo narrar la final de la Eurocopa de 1964, único título de la selección española que pudo contar a lo largo de su vida. Igualmente, siempre fue recordado por su manera de transmitir las corridas de toros, un estilo que pocos o ninguno pudieron repetir posteriormente. "Sabía de cada rincón de la plaza en cada unas retransmisiones que jamás resultaban aburridas por densa y pesada que fuese la corrida", escribió Zabala de la Serna en ABC tras su fallecimiento.
"Teniendo en cuenta que él era el maestro por excelencia, Matías hijo no le llegaba a la suela de los zapatos"
A pesar de que apareció en la Eurocopa de 1981 y el Mundial de España 1982, su trabajo como locutor finalizó en 1974, año en el que se incorporó a la Asesoría Técnica de la Dirección General de Radio España. Fue cuatro años después cuando el nombre de su hijo comenzó a sonar con fuerza en Televisión Española, pues ejerció como locutor de Eurovisión en 1978. Aunque Matías Prats hijo confiesa que ‘la voz de España’ tardó tiempo en sentirse, en cierta manera, 'orgulloso' de él: "Teniendo en cuenta que él era el maestro por excelencia, Matías hijo no le llegaba a la suela de los zapatos. Seguramente le llenó de temor y de duda durante mucho tiempo".
Durante toda su vida convivió, como él cuenta, con el 'profesor' Matías las veinticuatro horas del día. En sus primeros pasos en los informativos y en las retransmisiones le echaba "regañinas de 'aquí te espero'" al llegar a casa, aunque pasados los años los comentarios fueron tornando en "laudatorios" paralelamente a su adquisición de experiencia. "Las dudas se disiparon y la crítica se tornó en un aplauso comedido, porque no se cansaba nunca de repetirme que jamás me lo creyera, que siempre trabajara como el primer día, que la veleidad en este trabajo es casi mortal", relata.
Fue en esa época también cuando nació la tercera parte de la 'película' Matías Prats. Entre las históricas retransmisiones de Juegos Olímpicos, Roland Garros o Wimbledon por parte del hijo del mito, Maite Chacón dio a luz a un nuevo periodista, vocacional desde la misma cuna. "Tuvo que ver el factor genético indudablemente. Recuerdo que a los cinco años, cuando todos los niños queremos ser futbolistas, cantantes o actores, yo ya quería ser periodista", dice el pequeño de los Prats. Y es que se empapó todo lo que pudo de los conocimientos de dos referencias como son su padre y su abuelo, que señala, "tienen mucha parte de culpa" en el camino que ha tomado.
Un abuelo diferente
Casi sin que a España le diera tiempo a darse cuenta, las décadas pasaron por el Maestro y cada vez su tiempo se empezó a ocupar más con sus nietos que con la radio. La actualidad se mudó en recuerdo y los paseos por los estadios de fútbol y los tendidos se convirtieron en caminatas familiares por las tranquilas calles de Villa del Río."Mi abuelo era cariñoso a su manera, pero cuando nos conoció a nosotros, a los nietos, se ablandó y quiso exteriorizar más sus sentimientos", precisa el Matías más joven. Y sin duda, fue él al que estuvo más atado y al que, inconscientemente, más tiempo le dedicaba día a día.
Su abuelo les tenía a todos "un cariño extraordinario"
"Sabiendo que me quería dirigir a donde él había llegado, me adoptó un poco como su protegido. Me quiso guiar, me quiso enseñar, asesorar, animar cuando me entraban dudas. Él me dio grandes dosis de confianza y seguridad, por eso tengo una relación tan estrecha y un vínculo tan especial con él", cuenta. Confiesa que apenas había celos por parte de su hermana Marta y de sus primos, pues su abuelo les tenía a todos "un cariño extraordinario".
A pesar de todo, el más pequeño tuvo que soportar el ‘peso’ de ser el hijo y el nieto de dos personajes que ya habían escrito su nombre en el Libro de Historia del periodismo español. Cuando empezó la carrera que siempre quiso hacer, todos sabían quién era, pues como él mismo dice, "todo periodista joven analiza y tiene en cuenta" a su padre. Pero quitando las escasas voces que lo acusaban de ‘enchufismo’ sin saber todo lo que trabajaba día a día, el trato fue "muy cordial" por parte de sus compañeros, que le ayudaban a superar la timidez de escuchar su nombre delante de tanta gente. Salvo el día del examen del carnet de conducir, que rememora perfectamente: "En una sala abarrotada de gente fui el cuarto nombre en ser pronunciado. Estaba al fondo del pasillo, se abrió una fila enorme y ese sí que lo recuerdo como un momento vergonzoso".
Ya en el siglo XXI, Matías júnior se bajó del regazo de su abuelo, pasó por Radio MARCA como becario y por la desaparecida Veo7. Más tarde, recaló en Mediaset. Como sus dos predecesores, su vida profesional también está totalmente relacionada con el deporte, aunque al contrario de su padre, que le gustaría haber sido deportista de élite antes que periodista, siempre fue "más amigo de contar las cosas que de ser el protagonista".
"El motor de la familia"
Durante gran parte de estos cien años, una mujer acompañó con silencio al Maestro, sin apenas quejas. Emilia Luque, que sigue resistiendo el paso del tiempo, fue la esposa fiel de la estrella de la radio, soportando todo lo que eso conllevaba. "Ejerció de mamá, era la que nos acompañaba casi siempre a la escuela, la que nos iba a recoger, la que después se empeñaba en que estudiáramos idiomas, en que viniera aquí un profesor de guitarra, en que cogiéramos el diccionario y le diéramos una vuelta", relata con cariño Matías mientras ella intenta escuchar la conversación telefónica, tal y como nos cuenta el presentador. Y es que su madre ha sido también "un personaje fundamental por el esfuerzo en su vida personal, humana y profesional".
"Mi abuela tenía mucha mano izquierda con él"
De nuevo, la parte más emotiva la pone su nieto, que asegura que está "muy bien" con 93 años. "Es un motor para toda la familia. Es una mujer increíble, una señora cariñosa, encantadora, muy generosa", reitera, hilando un adjetivo detrás de otro como hacía su abuelo. Al igual que él, Emilia es asimismo un ejemplo: "La abuela es patrimonio de la familia Prats y es una persona con la que me identifico muchísimo y a la que intento imitar en todos los valores que nos intenta inculcar". Si bien, la mujer de ‘la voz de España’ tuvo que convivir con continuos traslados, una vida frenética. Matías júnior explica que "estaba muy acostumbrada a la fama de mi abuelo", aunque tenía "mucha mano izquierda con él".
Por otro lado estaban esos días libres, que Matías Prats hijo recuerda como "reuniones alrededor del patriarca", en referencia a su progenitor. "Le gustaba asumir ese rol. Que viniéramos a casa, le rodeáramos, le contáramos cosas y hablásemos mucho con él", continúa. De esa manera, con el silencio, él "recargaba pilas" para estar luego a punto "cuando le tocaba desarrollar a través de un discurso, de una conferencia o de una transmisión esa herramienta tan excepcional que tenía él, que era el don de la palabra".
Su entierro atrajo a sus familiares y vecinos de Villa del Río, que todavía hoy lo recuerdan con estima. | Hemeroteca ABC
Se apaga la voz
Tras dos años de larga enfermedad, Matías Prats Cañete falleció el 8 de septiembre de 2004 en Madrid a los 90 años. Al día siguiente se instaló la capilla ardiente en el tanatorio de La Paz en Alcobendas, donde recibió el homenaje de miles de personas que se acercaron a darle su último adiós. Todos lo recordaron, desde compañeros como Iñaki Gabilondo o Luis del Olmo hasta la Casa Real, que envió un telegrama como pésame. Fue la jornada posterior cuando tuvo lugar el funeral en Villa del Río, lugar en el que los habitantes rememoraron a su vecino más ilustre. Ahora, cerca de su tumba aparece su nombre en una calle, un museo e incluso una autoescuela, como recuerda su nieto.
"Fue perdiendo paulatinamente su herramienta más fundamental, que era la palabra"
"Estábamos preparados. Él tuvo la inmensa fortuna de tener la cabeza extraordinariamente despejada hasta un año antes de su muerte y poco a poco en ese año fue despidiéndose de todos nosotros, fue perdiendo paulatinamente su herramienta más fundamental, que era la palabra. Se despidió en vida de todos y llegó a los 90 años con la tranquilidad del deber cumplido y de una conciencia limpia", expone el presentador de Antena 3. Por su parte, su nieto, que en aquel instante tenía 18 años, vivió durante la enfermedad "el sentimiento de estar perdiendo al ‘personaje’, capaz de contar una cualquier historia con una forma única de hacerlo". Aunque admite que lo tomaron con "deportividad" y que ese día se dio cuenta de lo que había sido su abuelo. "Cuando te mueres nadie habla mal de ti, pero es que yo no he oído hablar mal de mi abuelo a nadie", concluye.
A la capilla ardiente acudió Jesús Álvarez, en estos momentos director de Deportes de TVE, que conoció a Matías Prats a través de sus padres –ambos reconocidos periodistas—, pues era "uno de sus amigos más estrechos". Pero la historia no se queda ahí, ya que el padre de Jesús Álvarez, del mismo nombre, dejó como tutor testamentario de su familia a Matías Prats, tal y como nos cuenta: "Al morir, mi padre lo dejó como tutor testamentario por si le pasaba algo a ella y para cuidar de mi hermana y de mí hasta que fuéramos mayores de edad. Como mi madre murió cuando tenía 16 años, tuve una relación muy estrecha con él durante esos dos años hasta que cumplí la mayoría de edad. Esa fue la relación más humana".
Es una cara más del Maestro, al que el presentador de la cadena pública alude como "alguien capaz de colocar el balón en las retransmisiones de fútbol, de forma que ‘veías’ el partido por la radio". Para finalizar, quiso evocar las palabras que dijo el día del fallecimiento: "Se ha muerto el mito pero nace la leyenda".
¿Seguirá la saga?
Una vez, como contó el pequeño de los Prats en un libro-homenaje del Museo de la Radio de Peñafiel, su abuelo le dijo: "Serás mi sucesor". No obstante, él se lo toma más como un cumplido: "Era más una forma de animarme o presionarme que de elegirme a dedo. Supongo que mi abuelo tenía fe en mí, es lo que me demostraba. Prefiero creerle a pensar que lo decía quedar bien". Su padre, sin compromiso, precisa que "ha sido muy trabajador y poco a poco ha ido situándose hasta donde está ahora, pero una de las claves en su carrera ha sido la formación y el no sentirse nunca mejor que los demás".
El futuro se escribirá solo, pero todo apunta a que la labor del tercero de la saga también quedará para el recuerdo. Después, él quiere tener un hijo y afirma que si a su padre "le hace ilusión", le llamará Matías, pese que "habrá quien piense" que son "un poco pesados" con tanto Matías Prats. El tiempo lo dirá.