La desafección e indiferencia de los ciudadanos europeos se hizo patente desde el fracaso en 2004 de la constitución europea. Tras la entrada del nuevo milenio, Europa ha dejado de ser el centro del mundo. Sin embargo seguimos siendo la primera potencia económica mundial, por lo que Europa (Unión Europea) sigue en el centro del mundo.
Sin embargo, esta falta de protagonismo europea se debe más a la pérdida de institucionalidad que al declive económico de los últimos años. Esta falta de voluntad política es lo que está minando el proceso europeísta. Tal y como dijo Salvador de Madariaga: “Europa es una civilización en movimiento”. Europa necesita moverse para sentirse viva y el proceso político europeo parece haberse detenido hace ya casi 10 años. Peor todavía, parece que estamos sufriendo una vuelta atrás.
Como dijo Jean Monnet: “La Unión Europea ha de ser una unión de personas más que una alianza de países”. Es precisamente esto lo que no se observa. Desde el inicio de la crisis, Alemania ha tomado un papel protagonista y cada vez es más habitual ver a los primeros ministros europeos reunirse con Ángela Merkel, que en cumbres europeas.
Integración y supra-nacionalidad son las características diferenciales de la Unión Europea frente a los organismos internacionales tradicionales. La unión económica es un añadido de la unión política, que es la principal. Es por ello que la comunidad de derecho ha de ser más importante que la comunidad económica para mantener viva la idea de “Europa”. Esto nos ha permitido alcanzar algo más que la libre circulación de mercancías disponible en otros procesos de colaboración entre países. Ejemplo de ello es el libre movimiento de personas y quizás en un futuro la ciudadanía europea... Estos avances han sido observados por otras regiones del planeta.
Ahora: la diversidad de naciones está superando a la unidad europeísta.
¿Cómo hemos llegado aquí?
1989 fue un año muy importante para la Unión Europea. La caída del telón de acero supuso un cambió en el objetivo de la profundización de la unidad europea por el de la ampliación de la Unión Europea hacia el Este. Algunos sectores de la UE se opusieron a esta ampliación, al igual que también se opusieron a la adhesión de antiguos países de la EFTA. Son estos mismos países, los antiguos países miembros de la EFTA (Reino Unido, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Austria con la excepción de Portugal), los que ahora piden menos Europa, una vez que han entrado en la Unión Europea.
Este doble proceso de ampliación, por una parte los países de la EFTA y por otro algunos de los países que formaban parte de la URSS, puso en un aprieto a las instituciones europeas, diseñadas para un número menor de países miembros. En pocos años la cantidad de representantes en las instituciones europeas aumentó su cantidad pero no su calidad. Si a ello le sumamos que el discurso institucional a nivel europeo incomoda a Inglaterra, haciendo que envíen a sus peores representantes políticos a las instituciones europeas. El resultado es una clara merma del discurso institucional europeo.
Los últimos mandatarios europeos no han sabido estar a la altura de una gran Unión Europea. Romano Prodi y Durao Barroso han cambiado el modelo continental-napoleónico por el modelo anglosajón. Se ha cambiado el modelo de alto funcionario, con una vida dedicada al europeísmo, por el de los agentes, que realizan trabajos de forma corta en el tiempo en las diferentes instituciones europeas.
¿Cuales son los síntomas?
La desinstitucionalización hace que los responsables de cada país negocien de forma bilateral más que a nivel europeo. Esto quita protagonismo a los presidentes europeos (consejo, parlamento, etc.). Las noticias del día a día nos hablan más de las cumbres bilaterales Rajoy-Merkel, Rajoy-Hollande, Rajoy-Cameron, Merkel-Hollande, Merkel-Cameron, etc. que de las grandes cumbres europeas. Las peticiones de Reino Unido en torno a la Unión Europea han sido consideradas como peticiones a la carta. Una Europa a la carta transformará el modelo de unión de personas defendido por Monnet a una mera alianza de países. También se observa un proceso en los últimos años, en el cual los representantes de la Unión Europea han pasado a convertirse en muchos casos en meros observadores de las cumbres internacionales donde son invitados algunos países miembros de la UE con plenos derechos.
Todo esto hace que Europa parezca un negocio de banqueros y políticos alejado de la sociedad, debilitando todavía más el concepto original de la unión: evitar que los europeos luchen entre ellos de nuevo.
La ampliación sin profundización llevó a la disolución de los esfuerzos europeístas y eso a su vez provocó desilusión. En la actualidad podemos destacar dos grandes “enemigos” del proceso europeísta: por una parte, los ingleses y sus aliados del norte de Europa (Finlandia, Suecia, Dinamarca) quieren convertir la Unión Europea en una nueva EFTA atacando la institucionalidad europea, además de votaciones en contra de medidas de solidaridad intereuropea, destinando fondos comunes a las regiones más necesitadas. Por otra parte, los alemanes encuentran en la Unión Europea un nuevo espacio imperial apoyados por su aliado austríaco (ex-EFTA) y no necesitan ser europeístas más allá de su espacio imperial. Es por eso que se promovió desde estos países la adhesión de Polonia, Rep. Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría y próximamente Croacia. Este proceso pretende recrear los antiguos espacios del Imperio Alemán y del Imperio Austro-Húngaro.
Mientras tanto, los antiguos países greco-latinos, creadores de la mayor parte de la cultura europea, son tachados de vagos y corruptos (Portugal, España, parcialmente Francia, Italia y Grecia). No solo eso, sino que utilizando el nombre de una de las universidades latinas más prestigiosas, la Universidad de Bolonia, se ha instaurado el modelo universitario anglosajón a escala europea. Reforzando de esa forma el modelo de agentes que daña tanto a las instituciones europeas.
¿Esperanza para el proyecto Europeo?
No es todo malo lo que se vislumbra sobre la Unión Europea. La actual crisis económica ha obligado a muchos jóvenes del sur a emigrar hacia el norte y el centro. Este proceso está poniendo en valor todos los avances logrados desde la esfera política como son la libre circulación de personas, la tarjeta sanitaria europea y muchos otros. Además, el programa de intercambio de estudiantes Erasmus está creando la futura generación de padres europeístas, lo cuales tendrán los primeros hijos europeístas de nacimiento. Por tanto, aún cabe la esperanza para el proyecto europeo.