Bastardos, porteros y muñecas hinchables: el esperpéntico mundo anglosajón descrito por Tom Sharpe

Pero para entender mejor la obra de este controvertido autor hay que ahondar un poco en su historia personal.

Thomas Ridley Sharpe nació un 30 de marzo de 1928. Su estricta familia marcó su infancia y juventud. Su padre, reverendo presbiteriano, era un hombre estricto que murió estando él estudiando en el internado. Con su madre nunca tuvo una buena relación posiblemente marcada por el trato que ésta dio a su padre en vida y por no permitirle salir del colegio para poder asistir al funeral. Estudió Historia en Cambridge tras lo cual pasó dos años por el ejercito (Royal Marines), pero de esa experiencia suele comentar que son años inolvidables dignos de ser olvidados y ha señalado en alguna ocasión que aquello estaba lleno de “gentuza”.

"La verdad, la miseria y el dolor"

Aunque lo que quizá lleva a Sharpe a desarrollar su crítica mordaz hacia la sociedad en su obra es su etapa en Sudáfrica. Se desplazó allí en 1951 para ejercer como trabajador social y profesor. Su activa misión contra la política del Apartheid escribiendo “Natal” lo llevó a la prisión de Pietermaritzburg y a ser expulsado del país en 1961. Fue acusado de ser un político subversivo y comunista peligroso y se le deportó por actividades antigubernamentales. Aficionado a la fotografía, realizó una gran labor de documentación gráfica de muchas de las desdichas que asolaban a la población, sin embargo este trabajo se perdió, pues fue destruido por las autoridades del país. Como ya ha afirmado en alguna ocasión, aquellas imágenes, de las que había miles, mostraban “la verdad, la miseria y el dolor”.

A su regreso a Gran Bretaña obtuvo un puesto de profesor en Cambrige y allí permaneció hasta que comenzó con su carrera literaria dentro del humor negro con “Reunión tumultuosa” (Riotous Assembly), inspirándose en sus diez años en Sudáfrica y su conocimiento profundo de la sociedad del país. En esta novela ambientada en la imaginaria República de Zululandia, una octogenaria de buena cuna británica y, naturalmente, blanca, Miss Hazelstone, mata accidentalmente a su cocinero zulú en su mansión de Jacarandá Park con el que mantenía relaciones sexuales desde hacía años. Las autoridades deciden buscar un chivo expiatorio, pues lo más reprobable del asunto para ellos no es que haya matado a un negro sino que lo ha admitido y exige ser detenida y confesar el crimen, lo que deriva en una serie de despropósitos en los que investigación estará liderada por un comandante, Van Heerden, de origen holandés absolutamente desesperado por ser aceptado en los círculos de origen británico y que acabará obtenido su deseo con el transplante de un corazón inglés. En la aventura le acompañan un teniente, Verkramp, obsesionado con la caza del comunista y el odio a los ingleses y un cabo que se “cepilla” sin contemplaciones a todo lo que le pasa por delante, especialmente si es de raza negra, tanto en el sentido sexual como en el del gatillo fácil, pues está obsesionado con disparar a todo lo que se mueve.

La hilaridad escandalosa de esta obra dio lugar a una secuela “Exhibición impúdica” (Indecent Exposure) que retoma las aventuras del comandante y su segundo en una atmosfera de despropósitos aberrantes en la misma línea que su primera parte.

"Nunca he conseguido un solo penique con un libro serio"

Pero como nadie se libra de la crítica de Sharpe, si en estas obras reflejaba socarronamente la incoherencia del Apartheid, su experiencia en el mundo académico no se libró tampoco de su esperpento. Así surgió “Zafarrancho en Cambridge” (Porterhouse Blue). Literalmente “La Casa del Portero” donde un portero, Skullion, controla todo lo que se cuece en un mediocre collage de Cambrige, Porterhouse, donde los títulos se expenden a base de vaciar las billeteras y donde acaba de llegar un nuevo rector que pretende modernizar la vetusta institución mientras el portero hace todo lo posible para que las costumbres de Porterhouse de mantengan incólumes.

A ésta le seguiría “El temible Blott” (Blott on the Landscape) cuyos personajes son un autentico dislate de crítica a las costumbres y los vicios de la campiña inglesa. Y si alguien creía que ya se había reído todo lo posible, entonces llegó “Wilt”.

Está considerada como su mejor obra, de la cual ha realizado hasta cuatro secuelas: “Las tribulaciones de Wilt” (The Wilt Alternative), “¡Ánimo Wilt!” (Wilt on High), “Wilt no se aclara” (Wilt in Nowhere) y “La herencia de Wilt” (The Wilt Inheritance).

Cojan a un pobre gañán frustrado, Henry Wilt, que realiza un trabajo para el que se siente infravalorado, aderécenlo con una esposa tonta y mala, tanto por dentro como por fuera, Eva Wilt y mientras la única cosa que lo mantiene cuerdo es imaginar las mil y una maneras de cómo asesinarla, una muñeca hinchable y unos amigos, con nada deseables intenciones, acaban convirtiendo la maravillosa fantasía de Wilt en su peor pesadilla. En las sucesivas secuelas se añade a toda la mezcla unas cuatrillizas terroríficas que no paran de dar disgustos a su padre. 

Pero entre las distintas secuelas de Wilt se van sucediendo en la literatura de Sharpe otras novelas, entre otras “Becas flacas” (Grantchester Grind) secuela de Zafarrancho en Cambridge y títulos como “El bastardo recalcitrante” (The Throwback), “Vicios ancestrales” (Ancestral Vices) o “Una dama en apuros” (Vintage Stuff) por citar algunos de los más destacados.

En la actualidad Sharpe está afincado en España y lleva algún tiempo trabajando en sus memorias, aunque, según ha comentado a algún medio de comunicación, no entiende a quien puede interesar su vida, pero muchos de los que le rodean creen que tiene mucho que contar, pues su vida está llena de anécdotas que han inspirado su obra y ya sabemos que la vida real siempre supera la ficción.

Cuando le preguntaron no hace mucho, en una rueda de prensa, porqué usó el humor para mostrar el mundo las atrocidades de Sudáfrica y sus críticas políticas contestó: “¡Porque en Inglaterra me casé por segunda vez y necesitaba dinero, claro! Y nunca he conseguido un solo penique con un libro serio”.

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