Los Poetas malditos
Foto de: bosquetriangular.

Paul Verlaine publicó en 1884 su ensayo Les Poètes maudits, Los Poetas malditos, en el que agrupaba a una serie de escritores franceses por su segregación social, su genio artístico y su carácter bohemio. El término “maldito” fue tomado por Verlaine de Baudelaire y lo aplicó a estos poetas. Vivieron de cerca el dolor, la enfermedad y la miseria al alejarse de cualquier tipo de reconocimiento. La REA define "malditismo" como 'condición de maltido; que va encontra de las normas establecidas'.

Encerrados en sí mismos, se hundieron en la perversidad y la desgracia que acabó llevándoles a la muerte. Sus vidas, trágicas, contribuyeron a catapultarlos como grandes autores, aunque el talento de todos ellos es indiscutible. Los poetas malditos de Verlaine se posicionaron contra los románticos y en sus poemas apelaron al sufrimiento individual, alejados de los movimientos sociales.

Baudelaire murió en 1867 tras un año en el que, aunque lúcido, no pudo articular palabra alguna a causa de un ataque producido por su sífilis; Verlaine, que mantuvo una relación con Rimbaud, murió a los cincuenta y un años tras haber sido encarcelado varias veces, una de ellas por disparar a Rimbaud cuando éste amenazó con dejarle y otra por intentar estrangular a su madre cuando se encontraba ebrio; Mallarmé murió en 1898, al día siguiente de sufrir un espasmo faríngeo, pidiendo a su hija que destruyera toda su obra; en 1891 murió Rimbaud, con treinta y siete años, tras haberle amputado un pierna a causa de un carcinoma diagnosticado durante su estancia en Etiopía.

Baudelaire y el Simbolismo

Partiendo de la poética de Baudelaire, preculsor del movimiento simbolista, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y el propio Baudelaire, estrechamente relacionados con el Parnasianismo, replantearon el concepto de poesía y de poeta, dando forma a la nueva y moderna poesía occidental. Al inicio del siglo XX, el Romanticismo se había apoderado del concepto spleen. En el Mundo Antiguo, los griegos creían en la existencia de cuatro tipos de humores. A saber, la sangre, que predomina en las personas valientes y esperanzadas; la bilis amarilla, relacionada con las personas irascibles; la bilis negra, predominante en las personas depresivas y la flema, relacionada con las personas tranquilas, calmadas. La bilis negra, en concreto, se creía que se hallaba en el bazo, spleen. Los románticos emplearon este término para nombrar a la melancolía que tanto los caracterizaba y que Baudelaire heredará. Éste concibe el spleen como el asco que el poeta siente de sí mismo, su hastío.

A partir de esta nueva visión del spleen, Baudelaire lleva a cabo su redefinición del poeta, un ser cuyo destino es el dolor y el sufrimiento, y de la poesía, testimonio y reflejo de este dolor. Como vemos, con la obra de Baudelaire se rompe la idea del escritor-artista comprometido con su sociedad. Al contrario, el individualismo confeccionado con el movimiento romántico es llevado aquí a sus últimas consecuencias.

El poeta debe descifrar e interpretar el cosmos, en cuya labor se encuentra solo, aislado y olvidado por todos. Únicamente él puede realizar esta tarea - los demás andan perdidos - ; he aquí la causa de su soledad y de su dolor. El poeta simbolista ve donde los demás no ven nada y aun sabiéndose mortal, finito, desea vencer al tiempo y conseguir la eternidad. Frente al Romanticismo, que obtiene de la naturaleza la inspiración y las imágenes que plasmarán en sus poemas, los poetas malditos buscan en la ciudad sus símbolos. El tedio y la miseria de los suburbios, junto con los vicios de los ciudadanos anónimos, serán parte de sus tópicos.

Todos estos rasgos quedan plasmados en la obra más importante de Baudelaire, Las flores del mal, una de las más bellas y brillantes de la Literatura Universal.

Yo te doy estos versos a fin de que, si mi nombre
Aborda afortunadamente las épocas lejanas,
Y hace soñar una noche los cerebros humanos,
Navío favorecido por un gran aquilón,

Tu memoria, semejante a las fábulas inciertas,
Fatiga al lector como un tímpano,
Y por un fraternal y místico eslabón
Queda como pendiente de mis rimas altivas;

Ser maldito a quien, del abismo profundo
Hasta lo más alto del cielo, nada, fuera de mí, responde;
—¡Oh tú que, como una sombra de rastro efímero,

Hollas con un paso leve y una mirada serena
Los estúpidos mortales que te han juzgado amarga,
Estatua con ojos de jade, gran ángel con la frente de bronce!

(Las flores del mal; "Yo te traigo estos versos").

"Un rincón de mesa es un retrato de grupo, tanto como un testimonio de la historia literaria del siglo XIX, del movimiento poético del Parnaso en particular. En la extremidad de una mesa, varios hombres se han reunidos después de una comida. Tres estaban en pie, de izquierda a derecha: Elzéar Bonnier, Emile Blémont, Jean Aicard. Cinco están sentados, Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, Léon Valade, Ernest d'Hervilly, Camille Pelletan. Todos están vestidos de negro excepto uno, Camille Pelletan, que no es un poeta como los otros, sino un hombre político. Emile Blémont distinguido por su posición central adquiere el cuadro que da al Louvre en 1910.
Faltan por lo menos dos figuras: Charles Baudelaire, desaparecido en 1867, y al que el cuadro debía rendir inicialmente un homenaje, y Albert Mérat que no deseaba estar representado en compañía de los sulfurosos Verlaine y Rimbaud y se dice que fue sustituido por un ramo de flores.", Musee d'Orsay.

Nuevos poetas malditos

Allan Poe es señalado como maestro de estos poetas, ya que de él toman la idea de la poesía como puente hacia la belleza. Con los años, el propio Poe fue concebido como poeta maldito y en la actualidad la lista ha ido aumentando. Superando las fronteras del Simbolismo, la crítica literaria ha designado con este epítetos a aquellos escritores cuyas vidas, míseras y trágicas, acabaron en desgracia; aquellos que fueron incomprendidos por su sociedad; aquellos cuya visión del mundo y la literatura no encajó. John Keats, Thomas Chatterton, Gérard de Nerval, François Villon, Charles Cros y muchos otros han sido etiquetados como malditos. Por algunos, Charles Bukowski es considerado el último poeta maldito, aunque otros como Alejandra Pizarnik también han sido caracterizados por su malditismo. Si consideramos las palabras de psicoanalista Nestor Braustein, todos los grandes poetas tienen algo de malditos.

"Por donde se comprueba, todo buen poeta es 'maldito' no por lo que se lo maldiga (cosa que no deja de suceder) sino que se lo maldice debido a que es mal decidor, saboteador de los modos estructurados del decir, evocador de un goce maldecido, siempre en entredicho que se cuela en la transgresión en tanto es destrucción del orden anterior,en una palabra: poiesis, poesía..."

Sin duda, la etiqueta “maldito” ha servido para que muchos lectores se acerquen por primera vez a estos genios de la literatura cuyas vidas, en muchas ocasiones, eclipsó su producción literaria.

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