Michael Crichton y la Religión del Ecologismo

Sin embargo, el movimiento ecologista en su mayor parte no estaba muy de acuerdo en la forma en que salía retratado en sus novelas, especialmente en Estado de Miedo. Este libro es, posiblemente, el más sincero reflejo de su forma de pensar respecto a la forma de actuar del movimiento ecologista y el modo en que los científicos publican sus conclusiones.

Azote constante de lo que él denominaba “La Religión Ecologista” y que enfrentaba claramente a una buena ciencia, estaba convencido de que la solución para los males del mundo no era el intervencionismo que, en muchos casos y basándose en premisas no demostradas o posiblemente erróneas, era más nocivo que beneficioso para el ecosistema.

Médico de formación y escritor por vocación, Crichton llevó la contraria a consagradísimos científicos como Carl Sagan, por citar uno de los más conocidos internacionalmente. Consideraba que muchas de las premisas sobre las que se basaban las políticas proteccionistas del medio ambiente en su país eran falsas o exageradas y que, el problema de que las conclusiones de los estudios que realizaban los científicos no fueran adecuadas, se debía a que las conclusiones siempre se manipulaban y se publicaban en función de quien pagaba dichos estudios –mala ciencia-. Esta forma de pensar fue plasmada con todo lujo de detalles en Estado de Miedo desde el principio de la novela.

"El término calentamiento global acabó siendo sustituido por el de cambio climático"

Acusaba al movimiento ecologista más radical de haber sustituido una religión basada en dioses por una religión basada en la naturaleza y los culpaba de ser los responsables de las malas decisiones que los gobiernos tomaban fundamentándose en actos de fe cimentados en premisas que la mala ciencia ponía sobre la mesa y que no eran más que teorías no demostradas e incluso, en algunos casos, refutadas. El caso más claro de esto es que, muy probablemente gracias a su novela, el término calentamiento global acabó siendo sustituido por el de cambio climático, pues los datos auténticos que él aportaba en el libro no demostraban dicho calentamiento sino, más bien, todo lo contrario.

Otro de los polémicos temas que tocaba en sus novelas relacionado con la ecología era el de la ingeniería genética. Parque Jurásico y El Mundo Perdido son dos muestras de su manera de pensar en este caso. Recuperar un animal extinto a través de la ingeniería genética puede estar al alcance de la ciencia pero, siempre fiel a su idea de no intervenir y dejar a la naturaleza tranquila, dejaba muy claro que ser científico no significaba tener que jugar a ser Dios.

"Justificaba su anti-intervencionismo con la Teoría del Caos"

Generalmente justificaba su anti-intervencionismo con la Teoría del Caos, formulando sus propios principios del Caos a través de su álter ego en los libros, Ian Malcom. Basándose en sus premisas, cualquier intervención, incluso aquellas establecidas sobre la mejor de las intenciones, podía ser fatal y terminar produciendo justo el efecto contrario al deseado.

Tenía muy claro cual era el camino para conseguir que los estudios científicos se enfocasen más a la búsqueda de la verdad y no a la confirmación de la “fe”. En numerosas conferencias explicó con vehemencia que la única forma de conseguir conclusiones científicas adecuadas y contrastadas era que toda la financiación de los proyectos fuese gestionada por una entidad neutral. Encargar el mismo estudio a más de un equipo de manera que no se supiese quien financiaba el estudio y contrastar datos, resultados y métodos para garantizar que ninguno hiciese trampa. Como médico ponía como ejemplo los estudios de doble ciego que se utilizaban en medicina para probar la eficacia de los tratamientos.

Michael Crichton (1942-2008) era un científico, un ecologista y un pensador. Pero sobre todo era humano y, como él mismo hubiera dicho, en esta era de la desinformación –como gustaba llamar a la era de Internet- adoptar las ideas de alguien como una premisa inamovible sería un acto de fe, por lo que, ni tan siquiera sus ideas deberían ser consideradas al pie de la letra, a este pensador posiblemente le gustaría más que aquellos que lean sus libros lleguen por si mismos a sus propias conclusiones.

Si queréis saber más de este autor os recomiendo el artículo Michael Crichton, ejemplo de seriedad informativa de Sergio de Acuña.

https://www.vavel.com/es/libros/217467-michael-crichton-ejemplo-de-seriedad-informativa.html

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