“Crónica de una Muerte Anunciada” se publicó en 1981, un año antes de que García Márquez recibiera el premio Nobel de literatura, pero ya estaba consagrado desde mucho antes como uno de los mejores escritores, no sólo en el mundo hispano, sino a nivel internacional.
Uno de los nombres más destacados del Boom latinoamericano, revolucionó el mundo cultural cuando en 1967 la editorial bonaerense Sudamericana publicó “Cien Años de Soledad” con una tirada inicial de 8000 ejemplares. El lenguaje en sus novelas, su maestría narrativa y la construcción de un mundo personal pero, a la vez, fácilmente reconocible, el mundo de lo cotidiano, hacen que sus libros sean imprescindibles para todo amante de la literatura. Aunque siempre que se piensa en García Márquez, se piensa en “Cien años de Soledad”, lo cierto es que en su obra se pueden encontrar tantos grandes trabajos que, quien la conozca, tiene donde elegir.
Hay que reconocer que los escritores latinoamericanos llegaron a nuestro país en el momento más indicado, la literatura española estaba inmersa en los marasmos del experimentalismo tras haber superado el realismo, primero testimonial, y luego social y de denuncia. Trajeron una nueva forma de narrar y una realidad desconocida donde lo mágico forma parte de lo cotidiano con la mayor naturalidad, pues la realidad latinoamericana y, especialmente del Caribe, se trata de una realidad desbordante, magnífica y casi mítica que deslumbró a los lectores europeos. Fueron, más que un soplo de aire fresco, un verdadero vendaval, y muy necesarios.
“Crónica de una Muerte Anunciada” es una novela corta con apariencia de género periodístico, pero es sólo eso, apariencia, pues como el propio autor ha reconocido, se tomó más de una licencia creativa. Se trata de la reconstrucción del último día de vida de Santiago Nassar, antes de morir a cuchilladas, por un asunto de honor, a manos de los hermanos Vicario. Basada en una historia que el autor vivió de cerca en su juventud, y que posteriormente investigó para reconstruir hasta más allá del día fatal. Todo el relato está salpicado con las declaraciones de los testigos del crimen con ese español vivo que se habla en el Caribe y esa certeza en el uso del vocabulario que pone la piel de gallina.
Esta novela se lee de un tirón y sin respirar, aunque desde el primer momento se conoce el desenlace fatal del personaje, durante toda la lectura se desea que alguien advierta a Santiago Nassar de lo que se le viene encima. Conforme se va leyendo, parece mentira que se sucedan esa cantidad de coincidencias que impiden la salvación del protagonista, una muerte que podría haberse evitado, pues todos conocían las intenciones de los asesinos y todos sabían que, en realidad, no deseaban matar a nadie, por eso lo divulgaron a los cuatro vientos.
Hay determinados momentos en la novela que son difíciles de olvidar y se quedan rondando la mente del lector por días como siempre ocurre con las buenas novelas: todo el pueblo reunido para ver como matan al protagonista sin que nadie le advierta nada, la desesperación de su amigo Cristo Badoya para advertir a Santiago, el hecho de que sea la madre del protaginista la que le cierre la puerta de casa pensando que su hijo ya estaba dentro y Santiago sea asesinado contra esa puerta, luego consiga levantarse para entrar por la puerta trasera de su casa y morir frente a su madre o la última frase pronunciada por el protagonista antes de morir: “que me mataron niña Wene”.
Lo mejor de García Márquez es que te hace amar un país y una cultura extraña por sus libros, para los que no conocen la tierra, no existe otro Caribe que el de las novelas de Gabo. Definitivamente, un imprescindinble.