Llegar al final de un camino invita siempre a mirar hacia atrás y efectuar un pausado balance sobre todo lo vivido. Extrapolado a lo que es una de las grandes pasiones de quien suscribe estas líneas, el momento de cerrar el año y analizar lo que este ha dado de sí, bien podría trasladar sus sensaciones a un terreno de juego, a un campo de fútbol, a uno de esos grandes estadios que durante todo el año ha vivido un apasionante, complicado y satisfactorio partido. Y es que las páginas que durante 366 días han colmado un sinfín de sensaciones lo han hecho, para mí, en torno al fútbol, por lo que parece de justicia, rubricar todo lo compilado ante este, sobre el imaginario verde del estadio de los sueños; no hablo del inmaculado césped de Old Trafford, sino del desgastado tapete de VAVEL.COM.
El momento del pitido final tras el último partido de la temporada es un instante mágico. Las luces del estadio se apagan y un solitario jugador dispone de la oportunidad de tomar como perspectiva un centro del campo vacío, en el que paseará su mirada alrededor de una grada desde la que le han llegado todo tipo de sensaciones y motivaciones. Elevará la mirada al marcador, un electrónico ya vacío de contenido que le recordará que en esto del fútbol, el triunfo es tan efímero como la derrota y que al final, sólo logran convertirse en leyenda aquellos que trasladan la importancia de las vivencias a algo más profundo que el simple resultado. Porque un marcador siempre sobreescribe a otro y donde ayer hubo una derrota, mañana se reflejará un triunfo; no así con las experiencias acumuladas, que lejos de suplirse, se acumulan y enriquecen.
Consciente de eso, este jugador atrapará la esencia de cada instante único en el particular encuentro de este equipo conformado por 400 jugadores. El saque desde el centro del campo, la ilusión contenida en ese pase en corto y la movilidad del resto, una equipo dispuesto a construir un ataque perfecto para hacer llegar el balón del empeño a la portería de los anhelos. Tarea en absoluto sencilla. Ante el equipo de la zamarra azul, un rival de esos que conviene evitar en todo sorteo: el mundo; con su sistema defensivo, perfectamente trabajado y entrenado en la labor de no dejar huecos a quienes llegan con la intención de convertir el gol en un grito a algo diferente; con su centro del campo, ducho en la tarea de destruir el esfuerzo desde abajo de quienes entrenan cada día en un campo de tierra y escriben sus resultados en una pizarra que sí los mantendrá patentes cuando el partido rubrique su final. Mención especial a una delantera letal, duros atacantes sin excesiva memoria para recordar que el reglamento marca un camino basado en el respeto.
En este desigual encuentro, alguna casa de apuestas habrá volcado en favor del conjunto del sistema establecido, las inversiones de sus apostantes olvidando un dato importante: el equipo que viste de azul, aquel al que patrocinan los sueños, no sólo no ha tratado de evitar al 'coco', sino que decidió desafiarle. Les diferencia la táctica, el sistema y 'su fondo de armario' pero no así la calidad que atesoran en sus filas. Lejos de los que muchos creían, el equipo de la "V" fue capaz en varias jugadas de robarle el balón a los aguerridos delanteros rivales, de trazar toques de ensueño en jugadas vertiginosas que si no abrieron el marcador (este nunca estuvo 0 a 0), sí pusieron en liza la magia de las remontadas.
Limitado de los recursos de los que presume el rival, "V" esperó en su área, con paciencia, con las pinturas de guerra tatuadas sobre su piel para aguantar el envite y resistir la tormenta, aguardando su momento, vislumbrando en su horizonte una ocasión idónea para trazar un contragolpe de manual: despeje en las acusaciones sobre falta de profesionalidad, control en la banda de las primeras acreditaciones en grandes estadios, pase en largo al primer toque de enormes entrevistas con reconocidas personalidades, cambio de juego en los obstáculos generados por los propios "compañeros", pase entre líneas por todas las veces que no nos citaron, centro al punto de penalti para exhibir al mundo la fuerza de un nombre-VAVEL-y sus credenciales, pase atrás, a la frontal del área para el reconocimiento al trabajo bien hecho, disparo y gol para la inyección de perseverancia a sus soñadores.
Desde el solitario centro del campo, a ese nostálgico jugador se le abre la sonrisa cuando cree percibir aún el eco del rugido en la grada después de aquel tanto que nunca olvidará; gargantas al unísono de quienes en el transcurso de los 366 días de partido, han ido sumándose a la causa de ese modesto que decidió desafiar a los "grandes" en pos de un campeonato en el que la elección fuese posible. "V" no lo ha tenido fácil más allá de los devenires del fútbol, más allá de los penaltis no señalados, que hirieron más de lo supuesto; más allá de las faltas cuando el árbitro no miraba, que dolieron, y más allá de las descalificaciones dentro del vestuario, que pocos conocen y que nadie reflejará nunca a modo de denuncia.
Tras los ecos de la batalla, con el césped aún latente por cada pulsación de esfuerzo, perseverancia y lucha sin cuartel, el jugador se incorporará y paseará, sereno, hacia el túnel de vestuarios. Lo hará siendo consciente de que "V" no ocupa la primera plaza en la clasificación del campeonato pero lo hará sabiendo, también, que un marcador siempre sobreescsribe a otro y que el triunfo es algo que no sólo se busca al final de un partido, sino algo que se busca con mayor vehemencia al final de una competición. Esas son largas, sinuosas y llenas de golpes que ponen a prueba la resistencia de los suyos. Llenas, también, de recompensas que hacen que todo sacrificio merezca la pena.
VAVEL 2012 es el legado de quienes ya no están y la herencia de otros que vendrán; algunos marcharon con elegancia, llevándose consigo tanta magia como aquí dejaron. Otros partieron concediéndonos, de forma indirecta, valiosas lecciones sobre lealtad y agradecimiento. Los que han ido llegando, lo han hecho como un soplo de aire fresco tras un extenuante partido, un revulsivo de oro, necesario para encarar el tramo final de una larga temporada. Y los que estamos, identificados además con el alma de VAVEL.COM, seguiremos defendiendo los colores en los que se plasma algo más que un ideal en el mundo de la información. Y lo haremos desde el firme propósito de que nuestra particular grada se llene en un estadio de confianza y gratitud por un trato de respeto adscrito a la información que no se burle de la inteligencia de quienes nos eligen. Porque sólo ese impulso nos llevará en volandas en un nuevo partido, en una nueva temporada que arrancará el 1 de enero de 2013.
Al presente año, sólo le resta el reconocimiento a quienes día tras día hacen posible la tangibilidad de un sueño, la de ese jugador que se retira en la soledad de un inmenso estadio, motivado por el calor que dejan los ecos de lo allí vivido, las horas eternas de invisible y desagradecido trabajo de los particulares utilleros del equipo (editores y moderadores de contenido), la dedicación sin tregua de los que exhiben sus proezas sobre el césped, las estrellas (los redactores), los ojeadores que recorren otros grandes terrenos de juego para traer hasta aquí a los mejores (Personal), el cuerpo técnico y los encargados de que los suyos lo den todo sobre el campo (coordinadores), su particular departamento de prensa (gestores de redes sociales) y quien desde una posición en la sombra y el silencio, con la serena y voluntariosa resignación de su labor presidencial ve, en el satisfacción de los demás, su propio triunfo (director).
Ovación, por último, a las pasiones que junto a la información y la escritura, nos unieron un día en el campo de los sueños: fútbol, baloncesto, tenis, motociclismo, F1, rugby, baseball, rallys, atletismo. DEPORTE. Cine, música, cultura, política, historia. VIDA. Porque en una u otra posición sobre el campo, la pasión de cada uno, nos arrastra en una marea imparable capaz de dotarnos de sensaciones únicas: alegría, rabia, dolor. Percepciones de la vida extrapoladas al deporte, aquello que lejos de tristes intereses, nos une más que nos separa. Con un escudo sobre el pecho u otro, con una ideología u otra, con un favorito u otro, a todos nos reunió VAVEL.COM, un equipo por cuya victoria pugnamos y pugnaremos todos. Lo haremos el próximo año; por este, vemos apagarse los focos del estadio desde el túnel de vestuarios. El partido fue enorme y el trofeo, la satisfacción del trabajo bien hecho y del deber cumplido. Por ahora y hasta el próximo, final del partido.