Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) se hizo con el premio Cervantes en 2016, a juicio de los jurados, por “poseer una lengua literaria llena de sutilezas e ironía”. Conocido principalmente por ser un destacado novelista español, tras lanzarse al mundo de la narrativa con la primera publicación de su novela ‘La verdad sobre el caso Savolta’ (1975), y con el que obtuvo el premio de la Crítica de narrativa castellana en 1976. Posteriormente, Mendoza publicó ‘El misterio de la cripta embrujada’ (1978), ‘El laberinto de las aceitunas’ (1982), ‘La ciudad de los prodigios’ (1986), ‘La isla inaudita’ (1989), entre otros. Sin embargo, el escritor barcelonés ha escrito también a lo largo de su trayectoria profesional obras teatrales, como ‘Restauración’ (1990); relatos, ‘Tres vidas de santos’ (2009), y diversos ensayos, ‘Por qué nos quisimos tanto’ (2019).

Eduardo Mendoza en la Feria del Libro de Madrid, 6 de junio de 2008. Fuente// Wikipedia.

 

En las notas del autor de ‘Sin noticias de Gurb’ , Mendoza expresó que desde un principio no pensó llegar a publicar esta historia en formato libro, sino por entregas en el diario El País, en la edición catalana. Finalmente lo hizo de la mano de la editorial Seix Barral en 1991. Es ‘Sin noticias de Gurb’ una novela humorística, sencilla de leer y como bien dijo el escritor Álvaro Cortina para El Mundo: “Con Eduardo Mendoza uno se descubre a sí mismo tronchándose”. Sin embargo, también es una novela llena de ironía y sátira social, con la que el autor pretende que el lector se identifique. Una historia de 144 páginas, estructurada en formato de diario que se convierte en la guía de la narración, y con un narrador en primera persona, en este caso el protagonista es un extraterrestre sin nombre, que nos cuenta la aventurada búsqueda de su compañero de nave, Gurb, en la Barcelona preolímpica, un contexto social importante en la historia de nuestro país, a través del mayor sentido del humor.

La historia comienza con el viaje al planeta Tierra de dos extraterrestres muy importantes en la trama. El protagonista, cuyo nombre se desconoce, emprende la búsqueda de su compañero naval, Gurb, que se pierde en la ciudad de la Barcelona preolímpica bajo la apariencia de la artista española, Marta Sánchez, no sin antes cambiar su fisonomía por la del Conde-duque de Olivares para pasar por desapercibido entre los seres humanos. El extraterrestre, quien a lo largo de toda la historia va variando su fisonomía por la de diferentes personajes célebres, como Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, el duque de Kent, entre otros, comienza a contar cada detalle de lo que le va sucediendo en la adaptación de su nueva y temporal vida humana, exponiendo sus ideas y opiniones sobre lo que observa de la sociedad barcelonesa, cuya manera de vivir la compara con la de su planeta. 

Mendoza tenía pensado con este libro cumplir con su promesa que hizo a su amigo Xavier Vidal-Folch, entonces director en Cataluña del diario El País, de escribir algunos relatos para el periódico. A través del mismo, el escritor pretende hablar sobre cómo era vivir en la década de los 90, en un contexto de gran transformación que en ese entonces vivió la ciudad de Barcelona con la futura llegada de los Juegos Olímpicos a la misma, durante el Gobierno Socialista de Felipe González. No obstante, lo que de verdad caracteriza al libro, además de ser cómico y enriquecedor para quien lo lea, es la crítica que Mendoza realiza, por medio de la ironía y paradoja, de la vida cotidiana de la sociedad barcelonesa, una sociedad sometida a grandes cambios, como el surgimiento de nuevas costumbres;  nuevos modelos de familia que rompe con los estereotipos de la familia tradicional, como se puede ver con un personaje de la historia, una vecina del extraterrestre que vive sola con su hijo de una relación anterior sin haber estado casada; el exceso de población y tráfico en la ciudad, e incluso la falta de rigurosidad de la prensa en ese momento. 

Asimismo, el autor hace una breve mención tanto a la inmigración del momento como a la rutina de los ancianos, quienes son excluidos de hacer más cosas, según el autor, por el poco pulso que tienen a esa edad, “salvo para el bastón y el periódico”. Y muchas otras cosas más que Mendoza nos deja en este jocoso libro y, que una vez leído, podemos empatizar con los personajes, ya que no importa el contexto y el año en el que se escribió, la sociedad está sujeta a diversos cambios y no dejará de hacerlo en ningún momento. De esta manera, surgirán nuevos extraterrestres que tendrán que hacer lo mismo que nuestros protagonistas: adaptarse.