Si por algo es especial la Semana Santa de Moriles, es por las Corporaciones Bíblicas. No hay que quitarle importancia a los pasos, las bandas, los capiruchos… Ya que de eso, en realidad, trata la Semana Santa, pero estas Hermandades, representaciones de la vida de Jesús hechas persona, le dan el toque peculiar que distingue a esta de las demás. Apóstoles, Romanos, Salomón, Judea… Significan mucho para el desarrollo de la misma y pueden ser el elemento que decida a una persona a visitar el pueblo en estas fechas. Son la diferencia y además, una de ellas, la más longeva de Moriles: Los Apóstoles, fundada en 1889. Por eso deben ser respetadas y cuidadas por todos, son una parte fundamental.
La Centenaria Corporación Bíblica del Imperio Romano de Moriles (1902) dice adiós a otro año de desfiles, música, colorido y alegría que regala a la Semana Santa del pueblo. Sus componentes descansan, por fin, para volver con más ánimo e ilusión que nunca a los ensayos preparativos de una nueva etapa, la cual volverá a estar aquí en un abrir y cerrar de ojos.
Imperio Romano de Moriles
Todas y cada una de las Hermandades son importantes en este pueblo, pero si hay alguna que marca la diferencia, ese es el Imperio Romano. Ni se puede ni se debe menospreciar a ninguna Cofradía ni poner a unas por encima de otras, pero lo que sí se puede y lo que sí se debe siempre es decir la verdad, y decir que esta corporación marca la diferencia lo es, como un templo. No hay que malinterpretar estas palabras, las razones de estas son muy simples.
Porque para la mayoría, la Cuaresma empieza cuarenta días antes de la Gran Semana y para el Imperio, después de Reyes, con el roscón en el paladar; porque para la mayoría no es necesario ir a ensayar día sí y día también para que todo salga bien; y la mayoría, también, una fría noche de enero está en casa y no tocando la corneta, el bombo o el tambor, con la única finalidad de hacer felices a los morilenses. Los componentes de esta Cofradía luchan cada noche para que de Jueves Santo a Sábado Gloria, Moriles se siga ilusionando con Los Romanos, Hermandad que, si no está, se nota.
Una cosa sí que está bien clara, todo el que sea miembro, todos y cada uno de los 90 hermanos de esta Corporación, aman a la Semana Santa y aman a su Hermandad. ¿Por qué? No se sabe. Es imposible averiguar las 90 razones de por qué se quiere tanto a esta Cofradía. Por tradición familiar, porque lo han “mamado”, o simplemente, porque gusta, aunque nunca se haya sido romano. Pero descifrar todos y cada uno de ellos sería como preguntar a cada uno de los componentes qué es para ellos el Imperio Romano. Y eso no se explica, eso se vive.
Se vive el primer día de ensayo. El frío de enero (este año el calor de julio) que corre por el nuevo cuartel es increíble. Las bufandas y guantes abundan tanto como los desafines con la corneta, acabando en una posterior risa entre amigos.
Se viven los cabreos. Producidos por la falta de gente, por la marcha que no sale, por el desacuerdo y las opiniones distintas en juntas, por problemas en la casa llevados a la Hermandad, por tu mujer y tu niño que no quieren que te vayas.
Se viven las bromas del Presidente, o las de un buen amigo, Antonio Pérez, el "tambor rebaneador".
Se vive el esfuerzo. El que hay que hacer para levantarse antes que el Sol, trabajar hasta después que este, e ir, sin pasar por casa, a tocar. Se vive la alegría de Mirar una partitura que no se comprende y, sin ser profesional, sacarla adelante.
Se viven los ensayos de Prendimiento. Unos peores, otros mejores, unos serios, otros divertidos… Pero todos de corazón.
Se vive el potaje que el Presidente de Honor, Don Francisco Flores Pérez, prepara con la ilusión de un niño cada Miércoles de Ceniza.
Se viven los últimos ensayos, los retoques, las primeras salidas por el pueblo, el nerviosismo porque salga bien todo lo concretado…
Y llega el Jueves Santo. El padre que levanta nervioso a su hijo y el amigo que espera en la puerta para ir a llevar la ropa a la Hermandad. Se come, se descansa y se intenta aliviar el cosquilleo que no te deja dormir. En el vestuario, las risas, bromas o malos olores… Reflejan el ambiente que hay en esta Hermandad. Los nervios pueden y mientras pasan lista (“¡presente!”), uno se intenta vestir como puede, pones la coraza antes que el cinturón o la capa antes que las hombreras. Un beso, un abrazo o la mano estrechada por el antebrazo son los últimos gestos que se perciben. La suerte está echada. La primera marcha, acelerada y poco acertada, no sale muy bien, fruto de los nervios del primer día, pero la gente aplaude porque en ese momento poco le importa más que ver a Los Romanos haciendo la salida triunfal de su Casa-Hermandad. "¡Sabios e ilustres doctores!", el Imperio entra en la Plaza de la Constitución al sonido del tambor y ante la espectación e incertidumbre de todo Moriles. Delante de Jesús Preso y la Virgen de la Amargura, hacen el Prendimiento. El acto representado en el cartel de esta Semana Santa cobra vida el Jueves Santo, cosa que hace mucha ilusión al Imperio, ya que es característico e histórico de esta Hermandad, recientemente renovado (2018) con una intervención de Judas expresando su arrepentimiento al vender a Jesús.
Ya sin nerviosismo (aunque con los mismos olores), las risas y bromas vuelven el Viernes Santo. Por la mañana es una procesión especial ya que, además de ser una de las más bonitas que hay, sale la Hermandad con la que esta Cofradía está hermanada, La Columna. Un estandarte luce ese día en su honor, su himno suena por cornetas, tambores y voces y un magnífico encierro de un Nazareno, un Crucificado y una Dolorosa es llevado a cabo por el Imperio Romano. Como siempre, Carrera Oficial, es del Imperio. Por la noche reina lo oscuro, los plumeros acompañan al luto del pueblo por Jesús y una Soledad divina pasea por las calles llorando la pérdida de su hijo. Esta vez, con plumeros negros y lanzas bajadas, los Romanos llevan a Jesús a su sepulcro.
La Gloria reina en un Sábado lleno de blanco. Una procesión bonita para un Romano. La capa y el plumero, ahora blancos, desfilan con las demás Figuras Bíblicas por Moriles, Jesús Resucitado y su Madre salen a la calle y tras la búsqueda de ambos, el Imperio toca en su Encuentro. El "Himno de la Alegría" y el "Guapa, guapa" suenan y este acompaña a ambos a casa. Tras el encierro llega otro de los momentos que se ha convertido en tradición protagonizado por el Imperio Romano de Moriles. ‘Las caracolas’ en la Plaza de la Constitución son un encuentro cómplice entre Los Romanos y su pueblo. Ellos se enredan, ríen y dan lo poco que les queda para entonar en sus cornetas “el patio de mi casa”. Vuelven cuando parece que se van a ir y Moriles, en agradecimiento, aplaude. Y ellos, con solo eso, se sienten satisfechos. Hasta el año que viene.
Muchos los critican, dicen que hacen lo que quieren, que no tocan bien o que no salen en condiciones a la calle. Estos mismos son los que se ha mencionado antes, aquellos a los que le pesa tanto el rencor que no son capaces de levantarse del sofá una noche de enero para ir a ensayar y aquellos que no piensan en que estos noventa hombres adhieren y normalizan durante un par de meses de sus vidas el ir a tocar para que un pueblo pueda gritar con orgullo cada año: “¡Viva el Imperio!”. Que no se quejen tanto y que piensen que la palabra es "disfrutar".
Detrás de todo romano, hay una gran mujer. A la parte que lo ve llegar para tener que ir a ensayar, a la que lo echa de menos, a la que lo respeta, soporta y quiere en esos duros momentos antes dichos. A la parte que ve desde el otro lado lo que son Los Romanos. Gracias. Gracias a las mujeres del Imperio porque ellas también contribuyen a que este, seimpre junto y siempre bueno, conquiste Moriles.