22 de marzo, no hay agua para todos. 
Mujer que regresa de extraer agua de un pozo en un poblado africano / Foto: Pablo Tonco, OXFAM Intermón. 

Desde 1992, la ONU recoge la celebración del Día Mundial del Agua el 22 de marzo, tras reconocer la necesidad de llamar la atención sobre la importancia del agua dulce; así como de una gestión sostenible de la misma. 

Sin embargo, tras casi 30 años, la gestión de los recursos hídricos sigue siendo una de las mayores emergencias a nivel global. Problema más agravado, si cabe, por los efectos del cambio climático. 

Para comprender la magnitud del problema del agua, es preciso hablar de la huella hídricatérmino que hace referencia al volumen de agua consumido de forma directa o indirecta para producción o consumo. El año pasado, la huella hídrica anual que cada persona dejó en el planeta fueron 1.385 metros cúbicos de agua. Bien podrían ser huellas de gigantes. 

Asociaciones como la Fundación Aquae alertan de que, si seguimos a este ritmo, en 2050 uno de cada dos habitantes sufrirá escasez de agua. Es decir, la mitad de la población mundial tendrá problemas para acceder a agua potable. 

 

Infografía sobre los efectos de la huella hídrica / Foto: Fundación AQUAE
Infografía sobre los efectos de la huella hídrica / Foto: Fundación AQUAE

 

En 2019, sin embargo, un español consume alrededor de 132 litros de agua al día de media, según el INE. Lo que se traduce en más de 1000 metros cúbicos por habitante.  Ahora bien, si nos trasladamos al cuerno de África, a Etiopía concretamente el consumo medio anual por habitante se reduce drásticamente; ni siquiera alcanzan los 100 metros cúbicos por habitante. Es más, solo el 24 % de la población etíope tiene acceso directo al agua.

Con lo cual, a pesar de que en 2010 las Naciones Unidas reconocieron que “el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos"; el problema del agua sigue siendo un problema estructural de países subdesarrollados. Lo que significa que el derecho al agua depende del poder económico de cada región.

A esta discriminación económica y racial, se suma la de género; ya que, a pesar de ser las mujeres y niñas quienes mayoritariamente se encargan de buscar el agua para los hogares necesitados, son el grupo que menos la consume.  

Todo esto permite hacer del agua un arma de guerra más. Un arma letal que mata en silencio. El conflicto en el que se materializan de manera más clara los efectos de esta nueva herramienta de control es Gaza. Según fuentes de Oxfam, la franja de Gaza será inhabitable el próximo año, dado el brusco descenso en el porcentaje de personas que tienen acceso a agua limpia (solo el 10% de la población, actualmente). El bloqueo israelí, el mantenimiento nulo que reciben las plantas  potabilizadoras y la ruptura de la mayoría de los depósitos hacen que . "el territorio palestino es lugar donde más se representa la crisis de agua como arma de guerra, como uso para someter al otro", según Lara Contreras, responsable de incidencias en OXFAM Intermón.

UNICEF se ha hecho eco de esta nueva realidad y ha lanzado una campaña para concienciar al mundo entero de la existencia de esta nueva arma hídrica. Un arma que "mata a más de 4500 niños todos los días", de acuerdo al testimonio de Antonio Espinosa de los Monteros, fundador de Aura. Además, según la propia UNICEF, mueren más niños por enfermedades relacionadas con la escasez o contaminación del agua que por heridas de bala en las zonas de conflicto. 

Se está matando a niños por cada gota, se está sometiendo a pueblos enteros, se está discriminando a grupos; aquí y ahora. Qué menos que comenzar a responder, comenzar a solucionarlo desde aquí y desde ya. 

 

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