En Chile se hace tradicionalmente una gala que da el comienzo a la semana del “festival más importante de Latinoamérica”. Y a diferencia de todas las galas de alto pelo, esta son cuatro cuadras de alfombra roja en una de las avenidas principales de la zona costera de Chile, mezclado con mujeres gastando más de lo que tienen por un vestido que ocupan solamente una noche. De 108 personas que desfilan, siempre se esperan que ciertos rostros marquen la velada, que hayan desconocidos y les demos el premio al esfuerzo y por supuesto que esté lo malo y lo feo, para comentar in situ o al desayuno de la mañana siguiente.
El show dura 4 horas, y el juego es que la primera es la impactante, luego es relleno, gente que es juvenilmente reconocida y de ahí vienen las estrellas esperadas. Comienza a las 22 horas y termina a las 2 y tanto de la madrugada. En esas horas no solo las vemos y sabemos a quién están ocupando (porque en las galas no es qué vestido es, sino de quién es), sino que además, vemos sus uñas, sus joyas, con quien andan, con quien ya no desfilan. Todo.
Y esto más que un show, termina siendo una pelea de palos encubierta. Las reinas de la noche son las mujeres, los vestidos que ocupan, las joyas, el peinado, si están o no delgadas, cualquier detalle que las haga competir con las otras mujeres que desfilan. La gente desde sus casas ve la gala y tiene a sus favoritas, que siempre son las mismas porque son básicamente perfectas, y el resto, se decide con la mezcla exacta entre qué bonito el vestido, que bien que te queda ese vestido, que delgada estás para ese vestido.
Para los escotes profundos en la espalda, se requiere una espalda huesuda, con los omóplatos bien pronunciados, al igual que la columna vertebral, la espalda sin ningún “defecto”, todo para que tener la máxima calificación de un jurado en un concurso que no existe. Y no solo se necesita una espalda, se necesita todo lo demás, como ese ejemplo, para que el vestido quede como en los maniquíes, incluso más delgadas que esos palos de madera con cuerpo de mujer.
Pero no es un trabajo de una noche, algo así como que me puse un vestido y sorprendentemente me quedaba así. Las dietas es el secreto menos secreto pero más usado. Algunas van 2 a 3 veces al gimnasio en el día, otras no comen durante 7 días para botar todo el líquido retenido, y yo creo que la bulimia y la anorexia es pan de cada día/de cada gala.
Lo que me da más pena y rabia de todo este fenómeno del festival, es que en la gala ni siquiera la pasan bien. Tienen que estar esperando que les llegue el turno para pasar caminando con unos tacones de 10 a 15 centímetros por cuatro cuadras, y caminar bien, no caerse, sonreír, entrar la barriga, y aparte apretar el cuerpo de tal manera que puedas verte más delgada aún. Y después, en la cena, no te puedes sacar ese vestido carísimo que tienes para bailar reggaetón, o tomarte un destilado sin miedo de manchar esa prenda que te costó la hipoteca del auto, mucho menos disfrutar de la comida, porque ahí se soltaría el cuerpo y estarás doblemente incómoda.
Y eso es culpa de que nos obligan a no querernos, o más que a no querernos, de ponernos a prueba constantemente, lo que termina siendo un amor propio sumamente condicionado. Qué mujer en esa gala realmente se sentía cómoda consigo misma y no estuvo infinitamente preocupada con anterioridad en cómo bajar 15 kilos en 5 días, qué mujer realmente podría haberlo pasado bien, si estaba mirando a la compañera de al lado para ver si por esta edición, ella no sería la peor vestida.
Lamentablemente creemos que el querer tiene que ver con algo más, con alguien más. No soy suficiente porque me falta esto, y si es que lo tengo entonces seré suficiente. Pero no es así, porque no tenemos que ser suficientes para otros, para conseguir algo, como esforzarnos por cambiar o por exacerbar nuestras vidas y que entonces pensemos que nos merecemos un regalo por haber luchado tanto contra nosotras mismas.
Yo he aprendido, a batallas dolorosas, que quien te quiera, te quiera por como eres. No si se te marca la costilla un poco más o menos, o si eres alta o baja, o por tu talla. Uno no tiene que andar cumpliendo expectativas ajenas, ni condicionando nuestra felicidad y salud mental para que otro tenga el placer de contemplar algo que ni siquiera le importa si está bien. Y quien te va a querer sin preocuparse por cómo estás, cómo eres, entonces que no te quiera, porque cualquiera puede estar cuando vas caminando por la gran alfombra roja con un vestido que perfectamente puede costar una carrera universitaria, mientras se te marca cada uno de tus huesos.
Pero el que vale, es primero que todo, tú misma mirándote al espejo y diciéndote que eres hermosa sin la necesidad de dejar de comer por una semana, y el segundo, son todos los demás que admiran infinitas cosas más que tu cuerpo, y que aún no teniendo el envoltorio perfecto, no pasan ningún día sin decirte que eres hermosa. Porque lo eres, porque todas lo somos, porque la belleza no tiene que ver con la talla.