Pablo Raez, comprender es vivir
Foto: Pablo Ráez / Instagram

El tiempo es al pensamiento la respuesta de la memoria, por eso transcurrido este periodo de ausencia de Pablo Raez, de reposo y asimilación de su gran enseñanza, resulta altamente saludable rememorar, reflexionar y cuestionarse abiertamente, sin complejos, el sentido que tuvo su propia vida. ¿Realmente venció o perdió el luchador malagueño al sucumbir ante el cáncer? Perdió la vida, pero ¿ganó la partida? La respuesta es ciertamente compleja, puesto que en esta partida que se juega a diario quedan muchas cartas por levantar, muchas manos por jugar.

Lo que es irrefutable es que Pablo luchó contra el miedo, peleó "Siempre Fuerte" contra su enfermedad; la cátedra de su gran partida radicó en su capacidad para transmitir al mundo que su activa lucha sirvió y servirá para que el resto de sus congéneres aprendan que al cáncer no se le vence sino que se le comprende. En este caso no es posible vencer, sobreponerse al problema; el problema puede ser comprendido, no vencido. En la lucha contra esta enfermedad resulta absolutamente erróneo hablar de vencedores o vencidos. Con el cáncer morir no es perder, tampoco sobrevivir es ganar, la acción de vivir, de superarse y pelear, va absolutamente ligada al proceso de su comprensión. Y Pablo, como tantos otros, hizo ver al resto del mundo que la concienciación es el mejor vehículo para la comprensión.  

Comprender o morir

Al cáncer como a la muerte se le tiene terror, tanto al hecho y la idea como a la palabra, por tanto como muy bien demostró Pablo, solo es posible perder el miedo, plantar cara a la enfermedad estando en plena comunión con el hecho, una comunión que no es posible si existe una idea preconcebida sobre la enfermedad. Solo se puede perder el miedo estando cara a cara con el hecho, entendiendo además la palabra y, penetrando en todo el proceso que implica un término que el ser humano apenas es capaz de pronunciar.

Posiblemente su historia de resistencia pudo plantearse desde el punto de vista de vencer o morir, pero realmente Pablo enseñó al mundo que gritar sin desaliento ¡Comprender o morir!, es vivir contra el cáncer. El suyo fue un caso absolutamente diáfano de una determinación tan alta como para estar dispuesto a morir si era necesario. Siempre con una vital sonrisa en su rostro y el objetivo de que el resto de la sociedad comprendiera el problema del cáncer.

Dicen que cuando un ser humano está dispuesto a morir por algo, el corazón se manifiesta y, aunque su historia fue una dura batalla por la supervivencia, al morir no perdió la batalla, sino que reveló al resto del mundo que al cáncer solo es posible vencerlo comprendiendo. Concienciando al planeta que la investigación científica y médica son cruciales en ese proceso de comprensión, pero en igual medida al compromiso de la donación.

El grito, la denuncia de Pablo

La medicina trabaja a diario en el proceso de investigación para la cura de la enfermedad, pero para ello precisa la absoluta comprensión de la misma, el mundo, sus dirigentes deben cuestionarse las razones de la aplastante proliferación del cáncer a nivel global, invertir sus recursos en comprender qué se está haciendo mal y, muy especialmente no silenciar la voz crítica de los científicos. Estos hace tiempo comprendieron el problema e identificaron la raíz de estas células terroristas en el disparatado modo de vida del ser humano.

La medicina hace lo que puede poniendo toda la artillería pesada para que los enfermos combatan a la enfermedad; la ciencia denuncia el aire que se respira, los alimentos que se consumen, dejando muy claro que el cáncer es otro invento humano. Hasta que el mundo no comprenda todo esto, hasta que la sociedad no aprenda del grito de Pablo, de su denuncia, no se comenzarán a dar los verdaderos avances en la erradicación de esta enfermedad.

Reto un millón

Pablo murió, pero vivió luchando hasta el final; a sabiendas de que en la segunda donación de médula el porcentaje de supervivencia se reducía considerablemente siguió hacia adelante. Lo hizo volcando su vida a través de las redes sociales, dejando patente con su movimiento #retounmillón, que su comprensión de la enfermedad era tan grande como para convertirla en concienciación global. Los datos son irrefutables, el joven atleta malagueño falleció el 25 de febrero y, como ya reconoce la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) el fuerte impacto generado en la sociedad ha posibilitado el compromiso de los ciudadanos de todas las comunidades autónomas por la donación de médula. Siempre se supo que un gesto tan sencillo como una extracción de sangre podía salvar vidas, pero el joven marbellí quizás hizo comprender a la gente la importancia de esta acción.

La tristeza de no saber vivir

Compartiendo el día a día de su enfermedad en Facebook e Instagram, siempre con una sonrisa, hizo comprender al mundo que luchar contra el cáncer es perderle el miedo a vivir y a morir. "La muerte no es triste, lo que es triste es que la gente no sepa vivir", era una de sus frases preferidas. Cuando fue absolutamente consciente de que el final se acercaba dejó constancia de su comprensión de la vida, la muerte y su enfermedad: “Disfrutemos cada día, que es único. Empiezo a valorar las cosas de una manera increíble y de verdad que la vida sabe mejor así. Amad todo lo que forme parte de la vida y disfrutad de todo lo que forme parte de la vida, no os arrepentiréis”.

Concienciación, compromiso, conocimiento

Puede que algunos piensen que Pablo perdió la batalla, puede que con el paso del tiempo el mundo le olvide, que vuelvan a bajar los porcentajes de donaciones, pero su enseñanza siempre permanecerá. El mundo de hoy día es una pistola cargada con más de una bala en la recámara y la vida es una ruleta rusa a la que todos juegan. El cáncer no es una historia de batallas ganadas y perdidas, es una historia de una realidad comprendida, aquella que Pablo volcó en la red de redes, la que puso encima de la mesa de la concienciación para que de una vez por todas el ser humano entendiera que sin compromiso, sin comprensión, ni conocimiento propio, es posible afrontar el reto contra el cáncer. Morir sigue siendo inevitable para todo ser humano, forma parte de la vida, pero vivir es el gran reto. Y Pablo comprendió e hizo comprender al mundo, la mejor forma de denunciar y combatir al innombrable cangrejo que destruye vidas, aquel que se ingiere y respira cada día. 

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