He tenido una extraña sensación este fin de semana, como cuando huele a podrido en el metro y tú crees que es un pedo. Miras a todos lados buscando al culpable de tal ventosidad, analizas con cara circunspecta al resto de pasajeros y algunos te sostienen la mirada como si jugaseis al Cluedo. No encuentras al culpable de tu certera sospecha, ¿es que no lo hay? Lo más importante no es por qué sabes cómo huele un pedo, sino cuándo va a dejar de oler así.
Esa impresión he tenido este fin de semana viendo la televisión al hartarme de que la objetividad de todas las cadenas, sin excepción en pública o privada, sea nula. Quien se cansa de este periodismo añejo emigra a la prensa digital y busca webs donde los deportes denominados minoritarios (silenciados) también tienen cabida. Si se cansa también de este soporte el siguiente paso es crear su propia web. Así, esto de elegir el periodismo digital a la carta es casi una obligación.
Este fin de semana ya me he empachado de merengues, es más, tengo un nivel de azúcar en sangre como para hacer un genocidio de diabéticos. — Para quien no lo sepa, merengue son los madridistas y también un postre gallego— España no está preparada para el periodismo de masas, siendo una herramienta que puede darle cobertura al deporte del mundo con integridad y variedad. No pido ya un periodismo de altos vuelos, grandioso, solo uno que esté a la altura. No creo que una inmensa mayoría de españoles sean tontos, tampoco los redactores de noticias. El fútbol no es mi deporte favorito y si lo fuese creo que mi amor por él me haría apagar el televisor cuando saliera el bloque de noticias deportivas, pues me daría verdadera vergüenza que este comenzara con lo que ha dicho CR7 sobre sus compañeros en el túnel de vestuario o el nuevo peinado que Neymar ha lucido en la zona mixta. Quien lea esto pensará: “Hija, esto ya se sabe.” Cierto, pero yo no sabía que la mierda nos llegaba tan al cuello. El pasado fin de semana no han dedicado ni unos segundos en las ondas al conjunto español de rítmica, que ha ganado tres medallas en el Mundial de Espoo, batiendo a las invencibles rusas contra todo pronóstico. En cambio dedicaron tres minutos al vídeo que Neymar había subido a sus redes sociales bailando en un garaje con unas zapatillas de luces de colores. Tampoco le dedicaron un trozo de escaleta al español Miguel Ángel López, que ha hecho una maravillosa marca en marcha. Una noticia que clasificaron en el bloque C fue el canastón de Llull, el mismo día que el estadounidense Curry hacía una jugada de libro al otro lado del Atlántico.
Ahora dejemos el churro de Llull y el merengue, y preguntémonos por qué nos quedamos en las cloacas del periodismo y con lo de siempre: el partidismo, el hedonismo, la denigración, las bajas pasiones. Dar noticias es educar sobre el presente y contar la actualidad deportiva debería ser educar sobre los deportes, en plural ¿de forma equitativa? No, ya se sabe que el fútbol es el deporte rey pero pido que sean asuntos de relevancia, no quiero más salseo de personalidades públicas. E idealizadas, si me lo permiten. Le hemos puesto el piloto automático a la educación de esta nación y el interés que tenemos por conocer lleva velocidad crucero. Alguien, cuando empezó esta rueda de sensacionalismo, debió decir: “Voy a echarme una siesta, despertadme cuando la situación sea preocupante.” Bien, yo soy tú y ya habría empezado a preocuparme. La insinuación, la especulación, la hipérbole y la estupidez dañan un país desde dentro; hacen ciudadanos acríticos, analfabetos, envidiosos y cobardes. Así que tomemos ya el mando y comportémonos como adultos que deben responsabilizarse de sus fracasos. Emulemos al rey Juan Carlos cuando su operación de cadera y reconozcamos el fracaso de esta profesión. Sí, hemos suspendido en la asignatura Responsabilidad ciudadana y es que si nos venden tanto circo mediático es porque nos creen menos interesados por el presente de lo que estamos. El asunto, que pronto he visto que no se va a lograr abordar, es demostrar que nos interesamos por los movimientos de nuestro país. Aunque movilizarnos por una identidad es más fácil que hacerlo por sentir que nuestra sociedad está en peligro, es más sencillo apoyar a un equipo y defender tu afición a muerte.
Siempre hay alguna pancarta en cualquier manifestación que reza: “La televisión hace de la muerte un espectáculo, de la mujer un objeto y de la política un circo” y a la que tengo dos cosas que rebatirle:
- El periodismo es una profesión honrosa, pero hay pocos profesionales.
- La televisión no nos cree ni nos hace tontos, son las empresas las que sirven como camareros lo que internamente estamos deseando que nos vendan.