Eran las 20.10 de la noche y el antiguo Palacio de Deportes de Madrid ya estaba abarrotado. Con cierto nerviosismo todo el público allí presente esperaba la llegada de las 20.30 mientras escuchaban a Fredi Leis que actuaba como telonero. En el ambiente se palpaba que ya no quedaba nada, y de pronto, llegó el momento. Se apagaron las luces y empezó a sonar una música que solo acrecentaba la tensión y la expectación entre todos los fans de Malú que ya no podían aguantar más. Y justo en ese instante empezó a escucharse la voz de la madrileña al son de Cenizas, mientras un público que se entregó desde el minutos cero no paraba de gritar ansioso a la espera de que la artista hiciera su aparición estelar en el escenario. Y segundos después sus deseos se cumplieron cuando Malú apareció con una capa roja que le daba cierto misterio, y llena de energía que desprender. Así comenzaba el espectáculo. Sí, espectáculo, porque a eso no se le puede llamar concierto; fue mucho más que eso. Desde el primer minuto nos encontramos con una increíble escenificación que ponía los pelos de punta de la emoción y que hacía que de desde la primera nota te diera un subidón de adrenalina que iba a ser imposible que desapareciera ya hasta el final del show. Porque eso es lo que anoche Malú demostró ser: emoción, energía y adrenalina pura.
Dos temas sonaron antes de que la voz femenina por excelencia del pop español decidiera hacer un pequeño parón para saludar y hablar con un público que ya desde el primer instante estaba rendido a sus pies. “Madrid, gracias, gracias y más gracias. Todo lo que hacemos es para vosotros. Espero y deseo de todo corazón que salgáis de aquí con una sonrisa gigante en la cara”. Esas son las primeras palabras con las que Malú quiso empezar el show, palabras que sin duda se cumplieron, pues todos sus seguidores salieron encantados y con una verdadera sonrisa.
Pero no solo disfrutó la gente, la misma Malú lo dio todo encima de un espectacular escenario en canciones como “Nos sobró la ropa” en la que no solo cantó, si no que se atrevió a tocar unos timbales que hicieron bailar a todo el WiZink Center, mientras salían llamaradas de fuego del escenario, que permitieron disfrutar de un espectáculo no solo musical, si no también visual.
Y aunque durante toda la noche la artista no paró de desprender energía, también hubo algunos momentos acústicos, un poco más íntimos y cálidos entre ella y su público, con grandes temas como Ni un segundo o Desaparecer. Pero la calma duró poco tiempo, enseguida el antiguo Palacio de los Deportes volvió a rebosar energía cuando Malú generó el caos con el tema homónimo que hizo a todo el mundo ponerse en pie, gritar y aplaudir como locos.
Sin embargo, si algo hace especial los conciertos de Malú es que nunca olvida sus éxitos pasados, esos que todo el mundo ansía escuchar. Algunos de ellos como Enamorada, Diles o Si estoy Loca los agrupó en un medley y otros, como Aprendiz los defendió de la manera más real y emociónante en la que podría haberlo hecho. Dejándola "al desnudo” como ella misma dijo, para que pudiera apreciarse la verdadera belleza y alma de la canción. Y así fue. Dudo, sinceramente, que a alguna de las miles de personas que estaban allí presentes no se le erizaran todos los pelos con la potencia y el desgarre de voz que la artista mostró en este tema, y que convirtieron la canción en uno de los momentos más emocionantes y mágicos de la noche.
Aunque no fue ese el único momento mágico, pues también fueron muy especiales los temas en los que la artista tuvo invitados. La interpretación de Me fui con María Lacaria se convirtió en un duelo de vozarrones, el Vuelvo a verte con Pablo Alborán hizo que el público se revolucionara al máximo, y Ángel Caído con Niña Pastori hizo que la magia volviera a implantarse en el escenario durante un largo rato; tanto que hasta la propia Malú se emocionó y soltó alguna que otra lagrimilla.
El público estuvo totalmente entregado, gritando, aplaudiendo a cada momento y sin parar de cantar ni un solo instante todas las canciones que la artista interpretó dejándose la piel, devolviéndole así a su público toda la energía y el cariño que ellos la mostraban. Incluso en Blanco y Negro, Malú se calló y lo único que se oía era a las miles y miles de personas que allí se reunían, cantar todas al unísono un tema que finalizó con la caída del techo de cientos de globos blancos y negros. Y así, como si no hubiera pasado nada de tiempo, pero habiendo pasado más de dos horas desde el comienzo, Malú empezó con la despedida y un agradecimiento que se convirtió en el momento más sensible y emocionante de la noche. El público aplaudía y aplaudía y ella no podía más que llorar ante tanta muestra de cariño y reconocimiento. “No sé qué decirte Madrid, cómo agradecerte esto, no sé realmente qué deciros. No existe una palabra en el mundo que defina lo que yo os doy a vosotros, porque no son las gracias, si no mucho más allá”. Así agradecía Malú tanto cariño, mientras su público entregado le repetía una y otra vez “te lo mereces”.
Este momentazo seguido de Como una flor y entre mucho confeti, pusieron el broche a un espectáculo de los buenos. Y es que como sus fans dicen, Malú nunca defrauda, siempre da más de lo que puedas esperar. Porque sobre el escenario es energía pura, alegría, viveza, sentimiento y emoción, y lo mejor de todo es que es capaz de transmitir todo eso a sus seguidores. Además, por supuesto, de tener una grandísima voz, una voz que sin duda es su mejor instrumento, pues una vez más volvió a demostrar que es capaz de hacer con ella lo que quiere, y de tranmitir muchas cosas solo a través de ella. A veces es necesario acudir a un concierto de este tipo para entender por qué ha conseguido llenar cuatro veces en un mismo año un recinto del tamaño del WiZink Center o por qué ha batido un récord histórico al ser capaz de colgar el cartel de entradas agotadas nueve veces consecutivas en el antiguo Palacio de los Deportes.